Wikileaks: intriga de vigías
Diciembre 2010
De pronto las piezas se desencajan.
Los “secretos” de la trastienda diplomática los airea Wikileaks. Un puñado de profesionales privilegiados, en estado de jaqueca colectiva, obliga a cerrar el espacio aéreo. Algunos de nuestros laureados deportistas, aliento de la roja, se ponían dinamita en vena para llegar los primeros/as. Bajo el síndrome de la plusvalía, los prohombres del capitalismo salvaje expolian las haciendas estatales y dejan en la miseria a millones de ciudadanos. Mientras tanto, la sangría de vidas humanas en Haití sigue creciendo, el Gobierno Chino se ríe de los ritos honoríficos de Occidente y los estudiantes universitarios se enfrentan a garrotazo limpio con la policía en varias capitales europeas.
Con tanto argumento no es de extrañar que la televisión pública italiana se vaya de huelga general. Tal como están las cosas, no hacen falta ni periodistas, ni presentadores y mucho menos guionistas, según nos recuerda el estirado Berlusconi. Basta con instalar cámaras en las calles y en los despachos para que el espectáculo aflore a borbotones por la pequeña pantalla. Los comentarios que se los añada a su gusto cada telespectador inspirándose, si fuera menester, en
Valgan algunos ejemplos. El otro día veía en un informativo cómo unos tipos a los que no se podía identificar, entraban en una comisaría de policía de Londres. El comentario en off era que al fin Julian Assange, fundador de Wikileaks y “pajillero” según calificativo de los tertulianos de Veo, daba con sus huesos en el trullo.
Sin embargo, el verdadero argumento permanece ignoto: su portal no ha publicado los cables enviados por
La noche pasada, en el informativo de la primera de TVE, vi con asombro que el comentarista de deportes cortaba su relato futbolero para dar paso a una colega. Ésta describía cómo una furgoneta, escoltada por dos coches patrulla, salía de comisaría con una medallista a bordo. Sin embargo, en la radio, decía al mismo tiempo que esa furgoneta, de cristales negros, estaba trucada. La deportista estaba saliendo en un coche particular por la puerta trasera de la comisaría. La tele nos daba las imágenes de un efecto especial, mientras que la radio, sin imágenes, ofrecía el argumento de lo verosímil: la otrora aclamada deportista salía a hurtadillas para no ser identificada y avergonzada.
Claro que el verdadero argumento tampoco se nos ha contado. ¿Qué vicios animan y sostienen las competiciones deportivas que sus practicantes se sumergen en actividades delictivas con tal de conseguir medallas?
Comando actualidad se pasó el último puente grabando los dramas personales en los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Buscaba la historia íntima hecha trizas por el plante laboral de los controladores aéreos. Un par de días antes pudimos ver cómo la genialidad de los gestores de la crisis aeroportuaria alojó a los enojados viajeros en el mismo hotel en el que estaban reunidos los causantes del frustrado viaje. A punto estuvo de producirse un linchamiento, si no es por la intervención de la policía protegiendo a un par de controladores que llegaban tarde a la reunión. Con qué furia les gritaban y, curiosamente, además de insultarles les hacían fotos. ¡Lástima, pensé, que a
Todavía me estoy preguntando para qué les harían fotos a sus verdugos. Dudo que Wikileaks las publique como muestra de las reuniones que los controladores mantuvieron con miembros del
Cuando el Presidente del Gobierno acudió al Congreso a explicarle a sus señorías cómo había gestionado la crisis aeroportuaria, pudimos ver en la tele que tanto al Presidente, como a sus ministros Rubalcaba y Blanco, eran abroncados ostensiblemente al bajar de sus respectivos coches oficiales por un público convocado, se supone, por la “emoción” del momento. Sin embargo, al Sr. Rajoy lo recibieron con aplausos al grito de ¡Presidente, presidente! Claro, según la cadena que ofreciera tales imágenes así prolongaba más o menos las tomas y los rostros de unos y otros. Todo esto aparece justo cuando las encuestas del CIS dicen que a los españoles nos producen náuseas la iglesia católica, los partidos políticos y sus miembros más destacados. Mientras que el ejército y la monarquía es lo que más confianza nos despierta.
Con semejante argumento de madurez democrática, el sedicioso “la culpa es de Zapatero” que el
Escribe Ángel San Martín