La lírica catódica
Enero 2011
Lo que siguió a las campanadas de fin de año o, si prefieren, lo que marcó el nuevo año en La 1, era material de archivo. Si Mota, poco antes, había parodiado a los vivos, TVE entró en el 2011 dando vida a los muertos. Lo que en el pasado fueron dignos espectáculos de fin de año, esa noche sonaban a parodia reciclada.
El Ente reafirmaba así ante su nutrida audiencia que la “filosofía” televisiva para el año entrante seguiría siendo hacer ficción del pasado. Tras los éxitos de series como Cuéntame o
Un concentrado de éstos podemos verlo las noches de los jueves, Los anuncios de tu vida, bajo la tutela de Manuel Campo Vidal. Anuncios que se recuperan de los archivos no para estimular el consumo sino como acicate para la memoria histórica. El experimentado presentador entrevista en el plató a creativos, actores, actrices, estudiosos y a Quequé haciendo risas de los anuncios más populares. Aunque el primer programa se hizo algo pesado y hasta previsible, Campo Vidal seguirá interpretando nuestro pasado reciente con las imágenes y las palabras de los spots de entonces.
De manera que los ideólogos de TVE parecen cifrar en el pasado y la ficción, la trinchera de la narrativa televisiva desde la que conservar su primacía entre las audiencias. Sin embargo, cuando sonaron las campanadas estaba consumado el gran fiasco de la temporada:
Más allá de lo que se pueda especular sobre la salud económica del todopoderoso grupo Prisa, lo evidente es que el panorama televisivo español recibía un golpe bajo. La operación empresarial le permitía al conglomerado Mediaset —¡Berlusconi paga!--, extender un poco más la basura audiovisual por el espectro televisivo y, a los fondos basura de los especuladores internacionales, socorrer a Prisa.
No seré yo quien proclame la “independencia” informativa de Cuatro y CNN+, para eso ya está la sección de cartas al director y los numerosos blogs que lo vienen haciendo e incluso recabando firmas para protestar por la aludida compra. Lo indiscutible es que ésta nos hace retroceder varios escalones en la pluralidad informativa, condición para que los espectadores avancemos en la independencia de opinión y de criterio.
Frente al sectarismo fanático auspiciado por las TDTs (tertulias de Intereconomía, La 10, Veo y algunas autonómicas), los canales desaparecidos junto a TVE (magníficos los documentales de La 2 sobre
Desde luego que la recomposición del panorama televisivo no ha concluido. Estos días una empresa privada ha comprado un trozo de la recién nacida TV balear. Pese a su juventud, la deuda acumulada era tan escandalosa como lo es el que se venda sin que la justicia depure responsabilidades por su contribución al enriquecimiento “presuntamente” de Matas y Moreno, el de los muñecos.
Parecido sendero transita
En la zona de influencia del superministro Rubalcaba, como apuntó en la entrevista que le hizo Gabilondo en el último programa, su acción de gobierno parece estar presidida por el principio de la “fraternidad universal”. Un ejemplo es lo que rodea a la contestada ley antitabaco. Nada que objetar a la prohibición insalubre de fumar, una entre tantas, pero lo llamativo, sin embargo, es que para hacerla efectiva se aliente a que sea la ciudadanía quien denuncie el incumplimiento de la ley.
En las tertulias televisivas se echa humo contra la ley, pero salvo en 59 segundos de La 1 que afeó este gesto, nadie más ha dicho nada al respecto. Una tertuliana advertía que era impropio de un gobierno progresista fomentar el “chismorreo acusica” entre la población, porque esto es cualquier cosa menos un signo de madurez democrática. Patrón que, no obstante, se proyecta a la aplicación de otras leyes, como las denuncias anónimas por infracciones de tráfico o por el trapicheo con archivos en la red. ¿Es así como se fomenta la convivencia ciudadana?
Se trata, sin duda, de un mecanismo perverso, muy poco democrático, que además sobrepasa los límites de lo razonable, de lo dialógico, de lo mesurado, siempre a punto de caer en el exceso, en la provocación y hasta en la tragedia reciclada como espectáculo.
No quiero ponerme trascendente, así que les felicito y deseo lo mejor para el 2011 y, mientras lo consumen, reflexionaré sobre cómo convertir en pensamiento útil la lírica envenenada que fluye de las pantallas. En el próximo se lo cuento.
Escribe Ángel San Martín