Preparando el arranque de Cinema Jove 1995
La presencia de Budd Boetticher en la edición de Cinema Jove de 1995, debía suponer todo un acontecimiento. Había que cuidarla.
Unos días antes de que el certamen se iniciase, se decidió presentarlo en Madrid para darlo a conocer más ampliamente. Se suponía, como así fue, que el impacto en la prensa sería mayor. Era la primera vez que se realizaba esa presentación. Posteriormente, Cinema Jove seguiría manteniendo en Madrid esta especie de pregón como forma de dar a conocer el certamen a los diferentes medios, referidos a cualquier ámbito de la información. Es el tipo de presentación o puesta de largo que hoy se ha utiliza por gran parte de los festivales: aparte de presentarlos en su ciudad de origen, hacerlo en otras ciudades y muy especialmente en Madrid. Que, para bien o para mal, sigue siendo donde se centra el mentidero de la corte.
Cinema Jove, por aquel entonces, no parecía interesar en demasía ni a la prensa general, ni tampoco a la especializada. Hoy, años más tarde, algo se ha logrado en ese aspecto, aunque, de todas formas, la expansión mediática del festival no ha llegado a ser tan firme como firme es su existencia. Las noticias que dan cuenta del certamen son escasas a nivel de todo el Estado Español e incluso dentro de la propia Comunidad Valeriana (el seguimiento antes, incluso, era mayor que ahora).
Uno de los foros que siempre nos había apoyado, dando una cierta cobertura anual, era un programa televisivo: La aventura del saber, espacio educativo que se emitía por las mañanas en la 2 de TVE. Un día, estando ya cercano el festival, acudía personalmente para informar, en entrevista abierta, sobre la nueva edición de Cinema Jove. Sobre todo, por la entidad del programa, se hablaba del apartado escolar, pero nadie me impedía que me pudiera extender a otras secciones del festival, a aquéllas más sonadas, importantes. No se nos concedía demasiado tiempo, pero sí el suficiente para explicar lo conseguido y lo que pretendíamos. También se proyectaban algunas partes de las películas premiadas en la anterior edición.
No recuerdo si algún año me acompañó, e intervino, Ángel Sanmartín al programa. Creo que sí, su dificultad se encontraba en las clases que impartía en
El director que sustituyó a Mario, José Luis Rado, siguió alejado del plató de aquel programa porque era de la opinión que no era cuestión suya, ya que en aquel programa los que deberíamos estar presentes éramos los que llevamos el apartado escolar. La llegada de
No recuerdo cuántos años se siguió manteniendo esa presencia. Como tampoco sé cuál ha sido el destino de La aventura del saber. De todas maneras aquellos contactos fueron muy importantes, ya que posibilitaron una intensa colaboración del festival con televisión, que se sigue manteniendo y que entre otras cosas llevó a que Televisión Española concediera un premio especial.
No sabemos si muchos usuarios de televisión, aficionados al cine o interesados en participar en la sección escolar de Cinema Jove, conocieron a través de La aventura del saber la existencia del festival, debido a la hora de emisión y a la especificidad del programa. Al menos era educativo, y eso era ya un tanto a la hora de que los (no demasiados) espectadores del programa se interesaran por cuanto tratábamos.
Con las horas contadas
El libro estuvo a tiempo días antes del inicio del certamen, aunque costó lo suyo. Sabíamos que no iba a ser fácil cuando iniciamos la obra a finales de 1994. Poco más de cuatro meses para terminarlo, releerlo, corregirlo, editarlo. Todo un record.
Menos mal que
¿Qué aportó Jesús? Su labor se centró en investigar en
En aquel momento Jesús era un experto montador de Televisión Española. Allí sigue compartiendo ese oficio con su (inmensa) labor sindical.
Sabín y yo, al tiempo que íbamos escribiendo los diferentes capítulos, recogíamos, valorábamos y ordenábamos lo que recibíamos. Sin la aportación de Jesús el libro no hubiera podido estar a punto en ese espacio de tiempo.
Ya casi acabado, leído dos o tres veces, se encontraba dispuesto para enviarse a la imprenta. Faltaba tan sólo… un pellizco. Es entonces cuando el ordenador, mi ordenador, pareció que había engullido todo el trabajo. Se negaba a cargar el texto y remitirlo al correspondiente disco. Era imposible acudir a
Su carácter rebelde (2), incapaz de plegarse a directrices de aquí o de allá, le llevó, una vez despojado de sus cargos a vagar por el ayuntamiento sin un claro trabajo. El descubrimiento de unos libros de informática le llevó a interesarse por el tema. Al poco tiempo al comenzar la informatización del ayuntamiento,
En aquel mayo de 1995 esa familia no era tan numerosa como ahora. Mejor no era nada numerosa porque aún no tenía ningún hijo. Eso sí, su mujer Marisa, antigua alumna de la escuela y realizadora de la televisión municipal, estaba embarazada. Su primer hijo estaba a punto de nacer. No sólo eso, además tuvo la genial ocurrencia de venir al mundo en aquel momento. Con el libro casi terminado. Le faltaba el casi. En aquella mañana de mayo en que nacía Carlos, yo me encontraba sin saber qué hacer. Surgió el problema informático. Era imposible llevar el trabajo a la imprenta. Había una especie de atasco. Imposible contar con
¿Qué hacer? Me acordé de un compañero y amigo que había tenido conmigo en el departamento audiovisual del Centro de Profesores. Él, buen técnico y experto informático, en aquel entonces profesor de EGB y que se encontraba liberado (no sé si seguira) en uno de los sindicatos de la enseñanza, iba a ser la tabla salvadora. Le llamé. Acudí a su casa y en un plis-plas solucionó el problema. Es bueno tener excelentes amigos. Él siempre lo ha sido. Se trata de José Manuel Soler Sánchez. Sin su ayuda el libro, con casi toda probabilidad, no hubiera estado a tiempo.
Lo demás fue rápido, incluido el trabajo en la propia imprenta con el diseñador gráfico consistente en buscar la portada más adecuada y colocar las fotografías seleccionadas, escogidas entre las muchas que nos había hecho llegar Boetticher, en los lugares exactos de libro. Luego, también, tuvimos que preparar algo con lo que no se había contado: un último capítulo dedicado al índice onomástico y de títulos.
Nuestra publicación, obra de muchos, se titula Budd Boetticher, un caminante solitario y ambos (
El día en que recogí los primeros ejemplares al ojearlos, me quede helado. La primera errata me saltaba a la cara. Con las prisas (algo que se nos había pasado en los repasos sucesivos de los textos, y es que los textos no se pueden corregir de inmediato, hay que dejarlos reposar) habíamos dado como título español del filme Lassie come home, La barrera invisible y no La cadena invisible. De sobra sabíamos que La barrera invisible era un buen título de Kazan que para nada tenía que ver con perros, al menos en cuanto a animales ligados a la perrita Lassie, pero surgió el desliz: nos dejamos llevar por el título (parecido) más conocido e interesante.
Se lo dije inmediatamente a ese gran persona amiga que era Ricardo Muñoz Suay, director de
Incluso, al menos yo, las sigo cometiendo. No muy lejano, en uno de los rashomones de nuestra querida Encadenados, se encuentra una que por otro desliz se me escapó. Es en el Rashomon dedicado precisamente al estudio de la película de Hitchcock, Encadenados. Pues bien en ese trabajo hablo del beso psicoanalítico de Recuerda entre Cary Grant e Ingrid Bergman. Debería decir Gregory Peck, que era el deudor de aquella escena con, evidentemente, Ingrid Bergman. El error surgía porque el artículo general se centraba en el filme Encadenados. Y es que ahí existe (y más de uno) también ¡cada beso! Sean o no de carácter psicoanalítico.
Es verdad eso de que cada día se aprende alguna cosa nueva. Aquel libro me llevó (y a
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NOTAS
(2) Al menos era, en aquel año, funcionario municipal, puesto conseguido en unas oposiciones tiempo atrás. La plaza a la que opositó, adecuada a su perfil técnico, le permitía coordinar las actividades audiovisuales y especialmente todas las centradas en la programación del cine de