Aprendiendo a caminar
Como ha quedado dicho en la entrega anterior, Sillas irreparables fue la primera película (rodada en súper 8) premiada en aquellos encuentros escolares, aquel inicio de Cinema Jove.
Sillas irreparables era una producción de
Un grupo de chicos y chicas de aquella localidad (en esos años unos cuarenta, aunque llegó a trabajar en torno a sesenta, con varios niveles y con una serie de grabaciones con destino a
Cuando se inicia Cinema Jove, el alumnado que me había ayudado en los últimos años para desarrollar con eficacia la labor en el complejo educativo, tampoco se encuentra en Cheste:
Casi conjuntamente ante la segunda edición de aquel Cinema Jove, desaparece tanto el cineclub de
Quedamos en reunirnos allí en Puçol con Teresa y con el alcalde socialista que preside el consistorio, Josep Vicent Cuello, para ver lo que se puede hacer. De esa conversación (no me acuerdo si en esa primera toma de contacto estuvo presente
Mis obligaciones debidas a otras actividades me van alejando de la dirección de la escuela de cine, que poco a poco va siendo perfectamente asumida por
La escuela de cine de Puçol no sólo presenta películas en las primeras ediciones de Cinema Jove. También lleva el peso de la grabación del certamen. Uno de los primeros años, aparte de emitir a través de una pantalla gigante colocada encima (sí, como lo oyen, encima) del Palau de
Durante ese tiempo el festival itinerante busca su ubicación definitiva, que no encontrará hasta años más tarde. Después de Cheste, el Expo Hotel, luego el Palau de
Como cuenta Mario en su artículo del libro que ha publicado Cinema Jove como conmemoración del 25 aniversario, comentado ampliamente en el capítulo 1 de esta serie, el primer año puede decirse que no existe un director como tal de la actividad. Simplemente el evento lo coordinamos él y yo.
Al siguiente año, probablemente, tampoco existe un claro director del evento, aunque es Mario quien, desde su cargo en el Instituto Valenciano de
Durante bastantes años, en Cinema Jove hay dos comités (o juntas) encargadas del cuidado y/o desarrollo de cada certamen: un comité de honor, el otro denominado como organizador.
En el primero se encuentra Ricardo Muñoz Suay (director de
El comité organizador, entre cuyos integrantes me encuentro, va acogiendo a expertos en diferentes ámbitos locales (Ayuntamiento, Universidad, Televisión, Filmoteca Valenciana, Fundación Municipal de Cine) como José Antonio Hurtado (desde prácticamente los inicios), Áurea Ortiz, Ángel San Martín (ambos incorporados en 1992). Posteriormente ambos comités darán paso al llamado asesor, en el que se integran entre otros, a mitad de los años noventa, Iciar Bollaín, Vicente Tamarit, José Luis Forteza, José Antonio Ruiz Company, Miguel Agulló y Honorio Rancaño.
La presencia de ciertos realizadores de renombre para presentar películas e impartir conferencias va dando crédito a un festival que crece año tras año. Por allí aparecen Montxo Armendáriz o Fernando Trueba, con el que contacté en 1990 en el Festival de Cine de Alcalá, donde coincidí con él como jurado. Será Mario, director y alma mater de Cinema Jove, quien logrará que Fernando personalmente y a través de diversas amistades (directores jóvenes) se implique en el certamen.
No basta ya con las producciones escolares, debe irse más lejos, aunque éstas también ayudan por la presencia de experiencias educativas de otros países, lo que nos lleva a realizar un intercambio de producciones como ocurrió con el certamen de Helsinki, a cuya ciudad me trasladé junto a Mario para dar a conocer nuestro certamen.
Una inolvidable experiencia. Nos encontramos arropados por gente encantadora, que se desvivió para que nuestra estancia fuera agradable en un mayo cercano al inicio de los años 90. Nunca pensé que (recuerdo como entre aeropuerto y aeropuerto se urgía por megafonía mi presencia en uno de los mostradores del de Copenhague) la fría Finlandia fuera tan hospitalaria. Anécdotas curiosas como aquélla del encuentro con un mexicano dedicado a dar clases de español (muy dados los naturales del país a aprender nuestro idioma), quien se enamoró (aparte de una nativa) de la inmensidad del sol del país (claro, llegó en pleno verano), pero cuyo invierno le sumió en una depresión. En aquel momento, con la inmediata puesta de largo del verano, volvía a renacer. Entrañables amigos aquellos que nos encontramos en la capital de Finlandia.
Interesantes fueron también mis varias visitas a lugares del Perigueux francés (especialmente a la bonita ciudad de Sarlat) donde asistimos también a encuentros escolares (alternando las proyecciones con interminables comidas en las que se unía, a veces, la del mediodía con la de la tarde: casi siempre pato, preparado de mil maneras). Imposible olvidar que el primero de esos encuentros, donde conocí a tanta gente estupenda, tuvo lugar en noviembre de 1989; lo sé, porque en la televisión del hotel donde me encontraba asistí asombrado y emocionado a la caída del muro de Berlín.
Cine, comilonas y cultura (por la zona se desparrama el poderío de los castillos medievales con las variadas muestras artísticas de los primeros dibujos de nuestros antepasados) se aunaron en unos días maravillosos. Lo peor, o más ridículo, tuvo lugar en el viaje de vuelta de unos de esos viajes (siempre en coche) ante la actitud incalificablemente infantil de uno de los acompañantes simplemente porque no se cumplían, contra el parecer del resto, sus deseos.
Por si aún no lo tenía claro esa actitud que nunca pensé de tal persona, me sirvió para reafirme en que cada uno de nosotros no es un único señor Hyde sino varios, uno, quizá para cada persona y para ocasión. Algo de eso también se refleja en el libro de marras sobre el 25 aniversario cuando algunos hablan de otros. Su descripción, sus palabras no coinciden ni siquiera con la que varios podemos tener de las personas que se citan.
Mario, a través de diferentes contactos, procurados gracias a sus trabajos en animación socio–cultural tanto fuera como dentro de España, fue tejiendo una importante red en diferentes lugares. La de Francia fue gracias a Jean Duplas, de la liga francesa de la enseñanza. Una extraordinaria persona.
En 1991 editó el certamen su primer catálogo, que reproducía en su inicio el cartel anunciador del festival, impactante para muchos jóvenes (como indica
La presencia de algunos curiosos cortos españoles va a propiciar desde ese momento una total relación de colaboración–amistad con el certamen. Inician este desfile Pablo Llorens y
Será el buen realizador de cine de animación Pablo Llorens (varias veces premiado con el Goya al mejor corto de animación) quién se encargue, a partir de 1992, tanto del cartel del certamen como de la realización de unos divertidos spots realizados con muñecos de plastilina, que anunciaban el evento en cines y televisión.
Creciendo (1989-1996)
En 1989 el certamen no sólo acoge experiencias (películas realizadas en centros educativos) docentes. Cuenta, en esos momentos ya con una sección de cortometrajes (en formato cine) y otra de vídeos nacionales.
En 1990 acoge además una serie de secciones especiales. La sección oficial de largometrajes se inicia en 1992. En 1995 se incluye una sección de videocreación, grafismo electrónico e infografía y se abre el mercado del corto.
Naturalmente los colaboradores aumentan. Como secretario técnico se va a contar con Criso Renovel, como jefe de prensa Manuel Romo, mientras que Dora Martí aparece (en 1994) como subdirectora. A su vez Ángela Molina se encarga del Certamen de vídeo, sobre todo del emergente de videocreación, mientras que la coordinación del mercado del corto corre a cargo de Piluca Baquero.
Sí, pero…
El festival crece, pero el impacto en la ciudad no es el esperado. Sí, en los jóvenes que llegan a presentar sus películas (y que al igual que aquellos que presentan las producciones escolares son invitados del festival lo que posibilita encuentros e intercambios con la gente), pero no en una proporción considerable.
Se buscan soluciones pero no se detecta con exactitud dónde gravita el problema. Se barajan desde entonces —y se siguen barajando aún— varias alternativas, incluido el cambio de fecha, el propio reclamo del festival o, incluso, el cambio de nombre.
Lo primero, el cambio de fechas, se baraja en cuento el certamen cada dos años debe competir con campeonatos de fútbol (bien europeos o mundiales), algo que se agravará a partir de 2010 (pero eso aún ni se vislumbra en la lejanía de los años 90) con la competición de Fórmula 1, que tiene lugar en la propia ciudad de Valencia, lo cual no perjudica en cuanto a una escasamente probable competencia, sino por los problemas que se generan debido al alojamiento de las personas que acudan al certamen: aumento de precio en los hoteles o falta de plazas hoteleras.
La forma de publicitar el certamen, tanto en la ciudad como fuera, es otra cosa. Nada fácil. Hay que estar en los medios, intentar que se produzca una cierta colaboración con Canal 9,
Incluso durante algunos años a la puerta del Centro Cultural de Bancaja, a donde se trasladan esos días las oficinas del certamen (secretarias, gabinete de prensa…), se instala un chiringuito de la radio autonómica para dar a conocer en directo diariamente a ciertas horas el latir del certamen. Por allí pasan los directores que presentan las obras, los colegios, se entrevista a invitados, se charla con los responsables de las diferentes secciones, se pide la valoración del director… El hecho de que en ciertos años actúen como presentadores de los momentos más destacables del certamen —incluidas las sesiones de inauguración y clausura—, Palomares y Rovira también es un referente a la hora de lograr que estemos presentes en Canal 9. Rovira, por fortuna para nosotros, quizá no para la audiencia que hubiéramos tenido si eso se diese, no es aún el presentador de los inefables programas de cotilleo del ente autonómico.
En pocos sitios más tenemos lugar privilegiado. Tampoco lo tiene
Siempre dominará, desgraciadamente, el mínimo espacio escrito. El gabinete de prensa se mueve sin parar para lograr que estemos en los medios. Con poca efectividad. Uno de los problemas es que los jefes de prensa del certamen (algo parecido ocurrirá con posteridad con la secretaria técnica) cambian prácticamente cada año, por lo que resulta muy difícil lograr lo pretendido. Casi siempre debe comenzarse de cero. Por allí pasan entre otros el ya citado Manuel Romo, Jorge Castillejo, Jimmi Entraiguas, Eduardo Guillot…, mientras que como secretario técnico se logra contar nada menos que con Sigfrid Monleón.
En realidad los medios nacionales y no digamos las revistas especializadas de cine, no suelen enviar las plumas destacadas a certámenes que no sean de primera categoría. El nuestro no lo es. Si escriben algo las revistas especializadas será aprovechando que cuentan con una especie de corresponsales que tienen en la ciudad. ¿Y si poniendo en sus páginas publicidad del certamen podemos contar con que se acuerden de nosotros? ¿No se puede llegar a un acuerdo con las revistas que suponga el yo te doy, tú me das? Parece ser que no, de todas formas poco a poco se iba hablando de nosotros... Y que aunque sea para mal, siempre es importante la referencia. Todo menos el silencio.
Las carteleras de la ciudad en principio también nos dieron la espalda. Con
¿Qué pasa con el encuentro escolar?
Aunque en estos años, con Mario en la dirección, coordino el apartado escolar, que siempre se tuvo claro era una parte del certamen, no algo ni aparte ni distinto, también me implico en la organización del resto del certamen.
La verdad es que la mayor parte del equipo responsable nos involucramos en todo el desarrollos del mismo. La parte conforma el todo. Ese es uno de los grandes logros de
Ejemplo de este funcionamiento son, en los últimos años en los que Mario es director, las reuniones que tienen lugar todas las mañanas a primerísima hora (después de habernos acostado a las mil y una, todos estamos en nuestros puestos a las 8:30) para estudiar lo previsto para ese día: todo debe quedar perfectamente atado. Analizamos los más mínimos detalles, incluyendo salidas y llegadas de los invitados, cuál será el papel de cada uno a lo largo de la jornada…
No sé si esa forma se siguió o sigue usando en las posteriores direcciones pues a partir de la llegada de los dos siguientes directores (José Luis Rado, en parte, y de
Esa integración la conseguimos, que recuerde, algunos años (tanto con Mario como con José Luis), al llevar a cabo unas mesas redondas entre escolares y cortometrajistas con proyecciones de ambos grupos y el posterior debate de sus respectivas obras, o en abrir estos los ojos a aquellos sobre la labor del cine profesional o, en definitiva, poder contar los escolares con especialistas traídos al certamen para realizar una serie de actividades, como ocurrió con algunos talleres de animación.
De todas formas, nunca se logró una integración al cien por cien entre el encuentro escolar y el resto de Cinema Jove. Quizá porque algunos de los directores desconocieron y desconocen cuál era, es y debe ser, la verdadera función, el sentido del apartado escolar, más allá de haber sido la semilla creadora del certamen.
El certamen escolar, con todo, ocupó (no sé si aún) un lugar de privilegio, como lo demuestra el hecho de que durante años el recuento total de los espectadores que asistían a las distintas sesiones del encuentro superaba en número a los espectadores del resto de las otras secciones de Cinema Jove. Y eso que eran tres o cuatro días frente a siete.
Mientras Cinema Jove se iba agrandando con nuevas y nuevas secciones, el apartado escolar se desbordaba con una gran participación procedente de cualquier punto de España. Junto a las proyecciones escolares había debates y actividades paralelas. Por él pasaron expertos y estudiosos teóricos y prácticos de aquí y de allá, profesores que trabajaban en
Ante la avalancha de centros que querían presentar su obra en el certamen, tuve que echar mano de expertos que me ayudaran, se integraran de una forma u otra en el encuentro escolar.
La persona elegida fue Ángel San Martín. Primero participando de la selección de películas (eran tantas las que recibíamos que era imposible proyectar todas) después acompañándome en la coordinación del encuentro escolar. Eso sí, durante años, nadie se preocupó de darnos, siquiera, una pequeña gratificación por nuestro trabajo.
Algunos de fuera del certamen pensaron que el que llevara la coordinación del encuentro escolar se debía a que era el asesor de medios audiovisuales en el Centro de Profesores de Valencia. Uno y otro (inicio de Cinema Jove, apertura del C.E.P.) prácticamente coincidieron en el tiempo, por lo que la deducción parecía lógica, pero no era así: el encuentro escolar de Cinema Jove no tenía ninguna relación con el centro de profesores, salvo que yo me encontraba en ambos sitios, en uno coordinando el encuentro, en el otro como formador de profesores en el marco del audiovisual. Tal duda llevó a ciertas personas no demasiado agradables (y no todas competentes en el campo audiovisual) a realizar un (abortado) intento de tomar al asalto el encuentro escolar cuando dejé el centro de profesores en 1998.
El encuentro escolar comenzó y siguió siempre fiel a la misma duración: tres días en los que eran invitados a estar en Valencia unos 3 o 4 alumnos por cada una de las películas que seleccionábamos ¿Qué hacer para no perder identidad, pero al mismo tiempo para no perder comba, es decir, para que todo el mundo que venía a Cinema Jove supiera que existía un apartado centrado en las producciones escolares?
Lo primero consistió en realizar el encuentro antes del certamen general, de forma que su final coincidiera con el inicio de las secciones oficiales o no oficiales del certamen. O sea, el pistoletazo de salida de uno lo hicimos coincidir con el final del otro. ¿Por qué? Muy simple: en el acto inaugural de Cinema Jove se entregaban los premios escolares. De esa forma los medios asistentes conocían la existencia de una sección donde participaban niños y jóvenes que realizaban sus producciones en las aulas.
Años después decidimos que el encuentro formara parte directamente de Cinema Jove. Nuestra apuesta fue la siguiente: integrar el encuentro con la sección oficial, de tal manera que pudieran realizarse sesiones conjuntas entre ambos grupos, de esa forma cineastas profesionales podrían debatir con los escolares, estos incluso podrían participar en alguna de las actividades generales o los responsables de diferentes talleres que se impartieran en el certamen (especialmente, de animación) podrían dirigirse también a los escolares.
Se logró tímidamente, durante… poco tiempo. También he comentado cómo evolucionó de un director a otro. Actualmente, aunque puedo equivocarme, no existe relación alguna entre el encuentro audiovisual de jóvenes y el resto del certamen. Prueba de ello es que pocos de los que viven el certamen conocen de la existencia de ese encuentro. Una lástima.
Los escolares se sienten perdidos en la gran marabunta que suponen las múltiples actividades del festival. En vez de formar parte del gran espectáculo son como unos desheredados que reclaman su puesto desde la sección creadora del certamen. El hijo se está merendando al padre.
Y hasta aquí el capítulo, aunque como despedida os ofrecemos un…
Avance del próximo capítulo
1992: en el comité organizador se piensa en crear una nueva sección dedicada a homenajear a un autor consagrado, una especie de ejemplo para los jóvenes realizadores. Se barajan varios nombres. Defiendo la figura de Roger Corman como figura iniciática en este apartado. Y se me atiende. Se va a exigir que esta sección tenga en cuenta:
• la obligada presencia in situ del correspondiente realizador durante la celebración del certamen;
• la proyección de prácticamente toda su filmografía, de lo que se encargará hacer realidad, desde ese momento,
En el festival de 1993 pudimos contar, pues, con la presencia de Roger Corman y su familia en Cinema Jove.
1994: a última hora nos encontramos con la imposibilidad de contar con Peter Bogdanovich, director en el que se pensaba para el siguiente año. En su lugar, se logra traer a Ben Gazzara, que trabajó con el director en la excelente Saint Jack (1979).
Noviembre 1994: entre los directores finalistas para ser homenajeados en Valencia se encuentra otro de los propuestos por mí, Budd Boetticher. Existen ciertas reticencias porque se piensa que no es demasiado conocido, aparte de realizar demasiados western. Le une a Corman un cierto regusto por los rodajes rápidos, propios de un cierto cine serie B. Al final se aprueba que así sea: Boetticher es el elegido.
1995: se plantea la posibilidad de escribir un libro sobre su obra. Me ofrezco a ello. Lo escribiré junto a
1996: las miras del certamen se quedan en España. Se trata de homenajear a uno de los directores más jóvenes e innovadores de nuestro cine: Basilio Martín Patino. De escribir un libro sobre su cine también me encargaré personalmente. El tiempo de escritura supone un récord respecto al anterior: tres meses. Patino, estoy casi seguro de ello, accede a que se escriba ese libro porque piensa que no seré capaz de escribirlo en tal corto espacio de tiempo. Se equivoca. El libro sale a tiempo incluso para ser presentado antes del comienzo del certamen.
2000: publico en Paidós, pero no para el festival, un completo análisis del filme de Billy Wilder El crepúsculo de los dioses, en su colección películas.
Dos años antes había dejado el C.E.P., entonces C.E.F.I.R.E., al tiempo que iniciaba con varios ex–alumnos de Cheste la aventura de hacer revivir la revista Encadenados, ahora en formato digital. Tres años después me despediré de Cinema Jove en cuanto coordinador del encuentro escolar. Pienso que ha llegado el momento de dejar la puerta abierta a otras personas que acompañen a Ángel San Martín en los próximos años.
Parte de lo indicado en este apartado lo trataré en los próximos capítulos de este serial sobre la historia de Cinema Jove. No toda, sólo la mía, esa historia que corresponde a los años en que estuve y formé parte del latir anual del certamen.
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