Aunque la mayoría de
los socios fundadores de EN CADENA DOS vivimos a orillas del
Mediterráneo, en Valencia, tenemos un colaborador cuyo domicilio se
encuentra a orillas... ¡del Guadalquivir!, pero su espíritu es tan
mediterráneo como el nuestro. Cada mes os invita a acompañarle en el
análisis de un tema cinematográfico de actualidad.
CÓMO SE CONSTRUYE LA
ILUSIÓN
(a propósito de
"Billy Elliot")
Por
Juan
de Pablos Pons
El
cine es, o debería ser, una fuente de ideas, sensaciones, convicciones y
recursos para aprender y ayudar a vivir. Y ello como una forma más entre
todas las que cada cultura ofrece a sus miembros como herramientas para
convivir o quizá sobrevivir. Sin duda, los medios de comunicación hoy
representan una vía muy importante de transmisión de pautas y ejemplos
(también contra-ejemplos), para las nuevas generaciones que en un largo
proceso se incorporan a la vida adulta. Y esto a propósito de una película
inglesa estrenada recientemente en España con el subtítulo “Quiero bailar” ( http://www.billyelliot.com
). Certera referencia a la convicción de un niño que busca
algo que en su entorno resulta fuera de lugar: ser bailarín clásico en
un ambiente donde los hijos de los mineros se entrenan para ser
boxeadores.
Film de estructura
moderna, con una concepción muy original en la que se mezclan elementos
de diferentes géneros como el melodrama, el musical y el cine de denuncia
social; realizado con una extraordinaria sensibilidad y elegancia en su
puesta en escena. Sus mensajes van desde el testimonio social a la
reivindicación de la individualidad, concretada en la lucha personal de
un niño de once años que totalmente a contracorriente quiere perseguir
algo que, a pesar de su ingenuidad, cree que merece la pena. Historia
enmarcada en la época de las huelgas mineras provocadas por la reconversión
industrial llevada a cabo en el Reino Unido por Margaret Thatcher a
mediados de los años ochenta. Esa problemática queda muy bien subrayada
por los personajes que rodean al protagonista de la historia,
especialmente el padre y el hermano mayor del niño, que luchan con
desesperación por no perder sus puestos de trabajo, porque eso significa
perderlo todo. La vida entendida como combate por lo que uno entiende que
es justo, y que además en muchos casos es lo único.
Es la primera película
como director de Stephen Daldry, proveniente de la fructífera cantera del
teatro británico. En su ópera prima ha demostrado una gran habilidad
para convertir en un espectáculo audiovisual el buen guión original de
Lee Hall. Debe ser destacada la banda sonora con algunas composiciones de
tono épico muy acertadas. Cuando hablamos de espectáculo audivisual
estamos haciendo referencia a la capacidad para conmover y llegar a los
espectadores mediante metáforas visuales como el travelling en el que el aprendiz de bailarín encarnado de manera
maravillosa por el niño debutante Jamie Bell, caminando con una pequeña
amiga hablan de sus cosas, mientras van golpeando de manera indolente a
una fila de antidisturbios con un palito. O la extraordinaria elipsis
final en la que el aprendiz de brujo se transforma en un dios alado.
Sin duda requiere
una mención especial la relación que se establece entre el niño y su
profesora de danza, también excelente Julie Walters, en la que se plantea
de una forma muy inteligente el significado del trabajo para un docente. Y
la implicación personal que exige
el esfuerzo realizado para que un alumno aprenda. La ingratitud que esta
profesión en muchas ocasiones recibe, queda subrayada como un hecho
habitual.
También van
desfilando a lo largo de la historia cuestiones como las relaciones
paterno-filiales, la necesidad de que el modelo tradicional de familia
evolucione; la inevitabilidad de la añoranza sobre los seres queridos que
nos han dejado; el papel que la sociedad capitalista otorga a los
ancianos; la homosexualidad asumida como algo natural.
Película por
tanto con aspectos muy peculiares, pero que en cierto modo entronca con un
estilo de cine con títulos como Mi
nombre es Joe (Ken Loach), Full
Monty (Peter Cattaneo), o La
camioneta (Stephen Frears). Historias realistas y con vocación de
denuncia de un modelo de sociedad capitalista muy duro para los que están
abajo, y que en el caso de Billy Elliot queda impregnada con un halo de fantasía y energía
positiva, que hacen de ella una película extraordinaria, con un mensaje
final sin duda optimista sobre la vida, a pesar de todo lo que ésta nos
pueda deparar.
|