El cine indio, que cumplió
cien años en 2002, produce anualmente nada menos que unas ochocientas
películas en catorce idiomas diferentes. Las creaciones de “Bollywood”,
como se denomina al cine comercial producido principalmente en
Bombay, llegaron en 2003 a más de 3.600 millones de espectadores,
es decir, a mil millones más que las películas más taquilleras
de Hollywood. No obstante, estas películas no son demasiado conocidas
en Europa y América del Norte, al menos fuera de las comunidades
procedentes de Asia, Oriente Medio y África.
El cine indio ha
sido siempre un gran desconocido en España, donde incluso resulta
difícil ver las obras de Satyajit Ray, su autor más internacional.
Últimamente, sin
embargo, los productos de Bollywood se están asomando tímidamente
en nuestras pantallas. Al éxito de películas como Lagaan (Ashutosh
Gowariker, 2000), nominada al Oscar a la Mejor Película
de habla no inglesa, o La boda del monzón (Monsoon Wedding,
Mira Nair, 2001) se le pueden sumar la divertida versión del anuncio
de Coca-Cola o referencias en películas tan distintas como Moulin
Rouge (Baz Luhrman, 2000), Ghost World (Terry Zwigoff,
2000) o la poco afortunada El gurú del sexo (The Guru,
Daisy Von Scherler Mayer, 2003). En el verano de 2004, Canal +
decidió liderar este redescubrimiento del cine indio a través
de "Operación Bollywood", una serie de películas y documentales
que trataba de acercarnos el exotismo del país asiático.
De repente, Bollywood
está de moda. Sin embargo, el cine indio es mucho más que estos
productos criticados por estética kitsch, su narrativa
lenta, su duración excesiva, sus complicadas tramas y subtramas,
sus secuencias de canto y baile, su colorido vestuario y sus incongruentes
localizaciones.
Satyajit Ray siempre
mantuvo una relación polémica con el cine comercial indio. En
1955, influenciado por el cine italiano, francés, alemán y soviético,
Ray dirigió su primer filme. Pather Panchali recibió un
premio en el Festival de Cine de Cannes de 1956 y desde entonces
sus inconfundibles películas “artísticas”, realizadas en blanco
y negro y con unas líneas narrativas simples que transmiten realismo,
han definido y han sido sinónimo del cine indio para los occidentales.
Pero este tampoco
es el único cine de la India, donde se han desarrollado muchos
tipos de cine, cado uno con su propio estilo.
Un poco de
historia
Las primeras películas
llegaron a la India menos de un año después de que los hermanos
Lumière exhibieran por primera vez su cinematógrafo en París.
El 7 de Julio de 1896, un agente que había traído equipos y películas
de Francia mostró por primera vez imágenes en movimiento en Bombay.
Varios indios colaboraron en la realización de filmes, la mayoría
de índole documental, pero no fue hasta 1913 que D. G. Phalke
produjo Raja Harishchandra, de corte mitológico y la primera
película enteramente india. Aunque también realizó documentales,
la mayoría de las películas de Phalke se basaron en la mitología
hindú, creando así un nuevo género cinematográfico que tenía su
origen en el teatro.
Otras compañías cinematográficas
se fundaron siguiendo el ejemplo de Phalke. El cine indio está
muy ligado a las tradiciones teatrales indígenas, pero también
toma elementos de manifestaciones modernas. El resultado es ecléctico,
con historias que incluyen canciones y bailes entre largos diálogos.
En los filmes silentes, la interpretación de música en vivo era
una parte importante del evento cinematográfico.
En los años veinte
ya habían emergido tres géneros principales en el cine indio:
el mitológico, el histórico y el basado en trucos. Aunque estas
películas eran populares, Hollywood, cuyos productos podían ser
alquilados a precios más reducidos, era un serio competidor. Alrededor
del ochenta y cinco por ciento de las películas exhibidas en la
India eran extranjeras.
Los cineastas indios,
que tenían a menudo una educación europea, produjeron 1.313 películas
silentes en su país.
Las primeras películas
habladas, realizadas en 1931, establecieron otro de los rasgos
principales del cine hindi: la importancia de las canciones. En
estos años existía un sistema de estudios similar al hollywoodiense,
donde cada uno de ellos empleaba a sus propios directores, estrellas
y directores musicales.
Mientras las películas
silentes llegaban a una amplia audiencia, la llegada del sonido
conllevó que los directores se plantearan el tema del lenguaje.
La mayoría del cine producido en Bombay era realizado en hindi-urdu,
pero los estudios regionales utilizaban el idioma local (bengalí,
marathi o punjabi) o realizaban dos versiones simultáneamente,
una en su lengua local y otra en hindi-urdu.
Tras la llegada de
los filmes hablados, el hindi se convirtió en el lenguaje nacional
de la India y la industria cinematográfica de Bombay comenzó a
ser vista como la industria cinematográfica nacional.
Al mismo tiempo,
se desarrollaron nuevos géneros. Mientras que los anteriormente
mencionados, el mitológico, el histórico y el basado en trucos,
ofrecían principalmente espectáculo y eran considerados propios
de las clases bajas, en los años treinta el sonido introdujo géneros
más basados en la narrativa, incluidos el social y el religioso.
Estos filmes, que ofrecían una crítica de la sociedad india, eran
considerados propios de la clase media.
Las películas “sociales”
trataban temas como las diferencias entre las castas y las relaciones
entre hombres y mujeres.
En los años cuarenta,
el cine social excluyó temas particularmente espinosos, especialmente
la división de castas. Un ejemplo representativo de los filmes
de Bombay fue Destino (Kismet, Gyan Mukerji, 1934),
que rompió todos los records de taquilla y se exhibió durante
más de dos años. La familia y las clases sociales se convirtieron
en el elemento clave en la representación de la sociedad y las
locaciones de la historia se situaban en una zona urbana indeterminada.
Aunque este se convirtió
en el modelo del cine popular, se observan diferentes formas en
las películas tamiles del mismo período. En los años treinta el
cine Tamil (del sudeste de la India) ganó reconocimiento nacional
con la variedad costumbrista de Chandralekha, dirigida
por S.S. Vasan. La historia, sobre el conflicto por la herencia
de un imperio, está cargada de escenas exageradas y multitud de
extras. Aún más significativo que este derroche espectacular fue
su naturaleza tamil, reconociendo así una existencia nacional
diferente a representada por la producción de Bombay.
El sistema de estudios
se derrumbó en los cuarenta. Los años cuarenta y cincuenta son
usualmente considerados como la edad dorada del cine indio, quizás
porque el nuevo sistema de producción independiente
permitía mayor flexibilidad que el sistema de estudios,
aunque los productores buscaron a menudo minimizar el riesgo empleando
la misma fórmula basada en estrellas, música y baile. En este
periodo emergieron algunos de los directores más importantes,
como Raj Kapoor, Mehboob Khan, Guru Dutt y Bimal Roy. Estos cineastas
crearon películas que reflejaban un compromiso apasionado con
los asuntos relacionados con la justicia social. Fundamentalmente
realizadas en estudios, las películas de esta era incorporaron
elementos estilísticos vívidos, influenciados por las corrientes
internacionales.
Mientras tanto, Satyajit
Ray se establecía como uno de los grandes autores mundiales. Aunque
su narrativa está a menudo tomada de la literatura bengalí y presenta
localizaciones y entornos culturales específicamente bengalíes,
sus filmes pertenecen a las tradiciones del cine artístico internacional
y fueron populares únicamente entre un público minoritario.
Al inicio de la década
de los cincuenta, Calcuta se convirtió en la vanguardia del arte
cinematográfico. La industria se convirtió en objeto de considerable
análisis moral y crítica y estuvo sujeta a severos impuestos.
El Primer Festival
Internacional de Cine, celebrado en Bombay en 1951, mostró obras
italianas por primera vez en la India. La influencia del Neorrealismo
se puede apreciar en películas como Do Bigha Zamin (Bimal
Roy, 1953). La tendencia de Mehboob de hacer un espectáculo visual
de sus materiales, junto a su compromiso con los temas de asuntos
populistas, lo convierten en un buen ejemplo del cine popular
de la época.
Directores bengalíes
como Ray, Mrinal Sen y Ritwik Ghatak reaccionaron contra este
tipo de cine popular basado en el espectáculo en favor de un cine
artístico.
El mundialmente famoso
debut de Satyajit Ray, Pather Panchali (1955), está basado
en muchos de los temas propios de las películas populares de la
época, como la pérdida del estatus social, la injusticia social
o el desarraigo, pero Ray los localiza dentro de un cuadro naturalista
y realista que pone un valor especial en el campo bengalí, localizándolo
como un lugar de nostalgia, al cual la sensibilidad urbana e individualista
de su protagonista, Apu, miraba con añoranza.
En contraste con
Ray, sus contemporáneos Mrinal Sen y Ritwik Ghatak presentaban
el lado oscuro de la clase media baja de la India y los desempleados.
Ritwik Ghatak fue una de las figura más relevante de esta generación,
con temas recurrentes como los problemas de ubicarse en un nuevo
medio y las indignidades y presión de la gente común.
En los años sesenta,
el cine popular pasó de su compromiso social a géneros más románticos,
lanzando nuevas estrellas como Shammi Kapoor, una especie de Elvis
indio, y más tarde a Rajes Khanna, un héroe suave y romántico.
El periodo también fue notable por un nacionalismo indio más agresivo.
Después de las figuras indo-pakistaníes de 1962 y 1965, el burócrata
indio se convirtió en objeto de broma. Sin embargo, la conmoción
política y económica de la siguiente década presenció un regreso
a temas sociales tanto en el cine artístico como en el cine popular.
En estas películas vemos protagonistas desraizados de pequeños
pueblos y familias rurales expuestas a los peligros de la ciudad.
El cine artístico
de los años 80, frente al exceso de películas de Bombay, sus grandes
acciones y la prioridad dada a la emoción y la excitación de la
vida urbana, abordó la cuestión de la injusticia social, los problemas
de explotación por los terratenientes, el
trabajo forzoso, los intocables, el poder urbano, la corrupción
y la extorsión criminal, la opresión de la mujer y la manipulación
política. Directores destacados fueron Shyam Benegal, Ghautan
Ghose, Saeed Mirza, B.V. Karanz, Girish Kasaravali, Mrinal Sen,
M. S. Sathyu o Ray Kundan Shah,
En el sur se desarrolló
una cultura de cine en Kerala, el estado más culto de la India.
Allí encontramos directores como Adoor Gopalakrishnan y Aravindan
de Kerala, quienes hablaron sobre sus propias culturas y las posibilidades
de cambio.
La introducción de
la televisión en color en 1982, seguida de la creciente disponibilidad
de aparatos de vídeo, conllevó que la clase media se quedara en
casa mientras las salas de cine se convertían en espacios reservados
a hombres de clase más baja.
A pesar de la llegada
de la televisión por cable y satélite en 1991, las clases medias
regresaron a las salas de cine (equipadas lujosamente) durante
esta década. Los mayores éxitos fueron lujosos filmes románticos
de gran presupuesto. Estas películas reviven una forma de romance
familiar feudal en una nueva y de última moda estructura patriarcal
innegablemente hindú.
El cine del sur de
la India tuvo un gran impacto en el cine hindi de principios y
mediados de los noventa, cuando las películas de Mani Ratnam y
otros directores, dobladas al hindi, se convirtieron en grandes
éxitos. Algunos filmes tamil también fueron rehechos en hindi.
Como veíamos, en
los años ochenta y noventa, el incremento de otras formas de entretenimiento
amenazó con disminuir el poder de las películas. La industria
cinematográfica temió que la llegada del vídeo terminaría por
disuadir a las audiencias de ir al cine. Sin embargo, el vídeo
también supuso una apertura al cine mundial, una oportunidad a
la que los aficionados sólo habían tenido acceso previamente a
través de festivales de cine y sociedades cinematográficas. También
los directores de cine empezaron a citar y a tomar prestados otros
estilos cinematográficos. Actualmente, la industria cinematográfica
india coexiste junto a la televisión por cable y una robusta industria
videográfica. Estos tres medios han cambiado las condiciones de
recepción al crear una audiencia que ha desarrollado un gusto
por las películas de acción al tiempo que sigue apreciando las
particularidades del cine indio.
Además del vídeo
y el satélite, hubo que contar con la invasión de las películas
norteamericanas. El embargo al que habían sido sometidas en 1971
dio fin en 1985, lo que elevó las protestas de los cineastas indios.
Finalmente se convencieron de que los filmes de Hollywood no suponían
una amenaza para sus producciones.
Estos últimos años
han visto una creciente inversión en nuevas tecnologías además
de un incremento en la calidad de las producciones (y por lo tanto,
también en su presupuesto). El incremento de los costes de producción
no sólo incluye los enormes salarios de las estrellas, sino también
más altas remuneraciones para directores y técnicos. Los directores
levantan tantas pasiones entre la audiencia como las estrellas
de cine.
Además de las mejoras
técnicas y estéticas, también la forma de narrar las historias
se ha ido desarrollando. Los experimentos narrativos introducidos
por directores independientes han beneficiado al cine comercial.
De este modo, ahora es posible encontrar directores que están
ganando fuerza como autores dentro del cine comercial, controlando
la producción de sus películas e imprimiéndoles su particular
estilo cinematográfico.
El exceso que mencionábamos
como propio del cine popular no aparece en otras manifestaciones,
cines alternativos, paralelos y documentales que, aunque con dificultades,
también habitan el paisaje cinematográfico indio.
Se tiende a etiquetar
todo el cine popular indio con el término de “Bollywood”, sin
atender a su origen. Junto con la producción Hindi, otros cines
populares que ocupan los mercados regionales son el Tamil y Telugu
(procedentes del sur de la India), cada uno con unos 150-200 filmes
al año, junto con una producción regular de películas procedentes
de Bengala, Kerala, Maharashtra, Gujarat y Punjab. Entre los tres
mayores productores, la industria Tamil se localiza en Chennai,
la Telugu en Hyderabad y Chennai, y la Hindi en Bombay, Hyderabad
y Chennai. Cada mercado tiene su propio star system, directores,
técnicos y músicos, con ocasionales intercambios entre las distintas
industrias. El cine Bengalí (en el que se inscribe Satyajit Ray)
se ha especializado en “películas artísticas”, vanguardistas y
experimentales. Estas películas son aclamadas internacionalmente
pero cuentan con un público (con aspiraciones intelectuales) relativamente
escaso.
Comprender un cine
tan rico y variado requiere sin duda un mayor espacio del que
aquí disponemos.
La fascinación
de Bollywood
Aunque dirigido principalmente
al público nacional, el cine popular indio o Bollywood ha viajado
a lo largo del mundo (la antigua Unión Soviética, América Latina,
África y el sudeste de Asia) entreteniendo audiencias cuyas vidas
personales tienen muy poco que ver con la India. En 1999, la revista
Newsweek International señaló que el público japonés estaba
embelesado con las películas Tamil, especialmente aquellas en
las que actuaba Rajnikanth, porque “los filmes indios están llenos
del entretenimiento clásico que las películas solían ofrecer”.
Cada día, doce millones
de personas van al cine en la India. Cada año, este país produce
cientos de títulos que son consumidos con pasión por su propio
mercado. Y esta pasión ha acabado por trascender sus
fronteras.
En Gran Bretaña, los filmes indios mantienen
una audiencia que incluye tanto la población india afincada en
el país como aficionados al cine de origen no indio. En Londres
se aprecia claramente que Bollywood está de moda: con la excusa
de la celebración de los cien años de esta industria, a las numerosas
exposiciones, programas de televisión, ciclos cinematográficos
y espectáculos musicales se sumaron la publicación de distintos
libros y las ediciones en DVD y CD de sus películas y bandas sonoras.
En 2002, el compositor Andrew Lloyd Webber estrenó un nuevo espectáculo
teatral, Bombay Dreams, un vistoso musical lleno de color
y excesos, que rinde un rotundo homenaje a Bollywood.
Bombay, la meca del cine
indio, es una ciudad a la vez monumental y decadente que contiene
un crisol de gentes y de influencias. Algunas de sus zonas sirven
de escenario a muchas producciones cinematográficas. Sus más de
doce estudios de rodaje funcionan de modo muy diferente al de
Hollywood.
El estilo del cine
hindi, determinado por sus decorados, localizaciones y vestuario,
es único y reconociblemente indio. Estos componentes constituyen
la cultura visual del cine hindi. Considerado vulgar y kitsch
por algunos y glamouroso y marcador de tendencias por otros, este
estilo impregna cada uno de los aspectos de la cultura india.
El cine comercial hindi, más que reflejar la vida diaria
del país (como pretendía Ray), se ha convertido en parte
de la vida diaria: influye en la música que se escucha en casa
y en las ropas que se visten en la calle, en las bodas, en los
clubs nocturnos y en las reuniones sociales; las imágenes cinematográficas
están continuamente presentes a través de los enormes carteles
que decoran las calles, de las revistas, la televisión e Internet.
En definitiva, Bollywood se ha convertido en una parte indisoluble
de la cultura india, de los hábitos, modos de hablar, de vestir
y de comportarse de su gente.
Melodrama y realismo
El cine indio emplea un
cierto tipo de realismo procedente en gran medida de las sensibilidades
literarias y de la clase media, muy influenciadas por la cultura
occidental. En la industria cinematográfica india este realismo
opera en un modo melodramático. Mientras algunos filmes hindis
se realizan en un modo más realista, como aquellos influenciados
por la novela social (véanse los filmes de Bimal Roy, influenciados
además por el neorrealismo italiano), otros son más melodramáticos.
El melodrama es usado
para describir géneros culturales que excitan las emociones. Es
a menudo visto como basura barata y sentimental debido a una trama
y a unos personajes exagerados, sus esfuerzos efectistas, su tragedia
y el dominio de la emoción sobre cualquier otra consideración.
En el melodrama el énfasis no está en la psicología y el modo
de vida de un único individuo, sino en el funcionamiento de los
personajes en situaciones que empujan sus emociones al extremo.
El melodrama necesita que lo leamos de forma metafórica para entender
su típico interés en la familia, el sufrimiento de los impotentes
(especialmente a través de enfermedades, rupturas familiares,
malentendidos y amores condenados) a menudo a manos de un villano
conocido por la familia. Hay situaciones que sólo se pueden resolver
a través de muertes convenientes, encuentros casuales e inverosímiles
finales felices. La audiencia encuentra placer en el melodrama
y un alivio momentáneo al sin sentido de la vida diaria.
El melodrama sitúa
el lenguaje en primer término, pues los personajes exteriorizan
verbalmente sus sentimientos. En el cine hindi las canciones ponen
simultáneamente en primer plano el lenguaje y el componente visual.
De igual modo, los diálogos son a menudo pronunciados de modo
teatral. Estos diálogos constituyen un gran placer para los aficionados,
que a menudo aprenden de memoria trozos grandilocuentes para recitarlos
al unísono en posteriores visionados. ¡Incluso se pueden adquirir
casetes y CDs con los diálogos!
El melodrama se puede
ver en la puesta en escena a través de primeros planos que incrementan
el efecto de profundidad emocional e intensifican el papel de
la estrella y la interacción de los espectadores con la imagen.
La estrella debe aparecer como una estrella, no como un personaje
interpretando un papel.
Esta exhibición de
emociones se realza con el uso de tormentas, lugares remotos y
otras representaciones simbólicas de los sentimientos interiores
de los personajes.
Los mayores atractivos
del cine hindi incluyen los decorados y el vestuario, las secuencias
de acción, la presentación de las estrellas, los diálogos grandilocuentes,
las secuencias de cante y baile, las pausas cómicas y los efectos
especiales. Detengámonos un poco más en estos atractivos que se
organizan sobre todo alrededor de los placeres visuales.
La estrella
Los filmes hindi,
más que dramas realistas, son mayoritariamente melodramas que sirven de vehículo para la interpretación
de su estrella. Las películas recurren a las imágenes de las estrellas
en otras películas o textos mediáticos (programas de televisión,
revistas) para darles un papel como iconos nacionales de belleza
y deseo, presentándolos como seres utópicos. Esto también es alentado
por las prácticas de los espectadores de la India, donde ver las
películas una y otra vez es la norma y la audiencia posee un conocimiento
increíblemente detallado de la vida de las estrellas y otros miembros
del equipo de la película.
La mayor estrella
del cine hindi es Amitabh Bachchan, un actor muy poco conocido
en Europa y América. Emergió como la estrella más aclamada de
la India a principios de los setenta y se especializó en papeles
de “joven enfadado”, introduciendo un nuevo elemento en el cine
indio mediante una notable presencia física y voz profunda. Tras
varios años de películas poco exitosas, re-emergió como celebridad
en el 2000 como presentador de la increíblemente popular versión
india de “¿Quién quiere ser millonario?”. Su figura puede contemplarse
en Madame Tussaud, el conocido museo de cera londinense.
Canciones y baile
El sonido se introdujo
en el cine hindi coincidiendo más o menos con la llegada de la
radio. Antes del radiocasete, la reproducción de música popular
en la India estaba muy limitada ya que muy pocos podían permitirse
gramófonos. La gente escuchaba las canciones en las películas,
pero sobre todo las escuchaban en la radio y las cantaban ellos
mismos. También se contrataban intérpretes para que cantaran las
canciones en la calle como parte de la campaña de publicidad del
cine.
La música india ha
tenido una relación complicada con la música clásica india, que
nunca ha sido parte del consumo popular. La música clásica india
estaba asociada con la corte real y la religión. A pesar de que
muchos cantantes y directores musicales del cine indio se han
educado en la tradición clásica, rara vez utilizan este tipo de
música.
La música de cine
es completamente híbrida. Proviene de una gran variedad de fuentes
musicales, incluyendo la música popular occidental. El estilo
de Hollywood domina en la música de fondo.
Las secuencias cantadas
son uno de los rasgos más llamativos del cine hindi. Aunque han
sido empleadas frecuentemente para denigrarlo (“corriendo alrededor
de los árboles”, “arrancándose a cantar en las oportunidades más
inverosímiles”), este es el elemento más celebrado por sus fans.
A veces la canción forma parte de la narración, cuando el personaje
es un cantante, un bailarín o una cortesana. Otras situaciones
típicas son las secuencias oníricas. Otras muchas veces las canciones
no pretenden tener una lógica dentro de la narración, pero funcionan
para permitir la expresión de sentimientos que no pueden ser articulados
de otro modo (especialmente las declaraciones amorosas). El erotismo
de las películas aparece sobre todo en las canciones, que también
contienen otras rupturas en la continuidad como numerosos cambios
de vestuario y localizaciones.
La música tiene una
vida independiente de la película dado que se pone a la venta
unos dos meses antes del estreno de la película. Al mismo tiempo,
las imágenes y las canciones se muestran en televisión en un montaje
especial. La música es crucial para el productor, ya que su venta
a una compañía discográfica puede cubrir alrededor de la mitad
del presupuesto de la película, pero también actúa como una estratagema
comercial junto a los carteles, trailers y programas de
televisión sobre la realización de la película. De este modo la
audiencia se familiariza anticipadamente con uno de los mayores
atractivos del filme, lo que incrementa su placer visual.
Otro de los atractivos
es la comedia. Los actores cómicos, entre los que destaca
Johnny Lever, interpretan a menudo papeles como el hermano de
la heroína o sirvientes. Emplean el lenguaje para crear el efecto
cómico, a veces visten ropas ridículas e interpretan escenas cercanas
al slapstick o astracanda, generalmente con ruidosos efectos
de sonido. Los actores cómicos suelen ser hombres y su estilo
interpretativo, totalmente alejado del realismo, es muy teatral
y ruidoso.
Los efectos especiales
son especialmente importantes en los filmes mitológicos. Otros
géneros que dependen de los efectos especiales, como la ciencia
ficción, son extremadamente raros en la India.
Decorados y vestuario
Dentro del estilo cinematográfico
del cine hindi revisten gran importancia los decorados y localizaciones
y el vestuario. Sin embargo, muy poco se ha escrito al respecto.
Aunque parece evidente que el cine Indio tiene un estilo único,
éste nunca ha sido identificado. ¿Hay grupos de estilo? ¿Tiene
el cine indio una estética coherente? ¿Se limita el cine de Bombay
a seguir a Hollywood o ha desarrollado su propio estilo? ¿Es este
un estilo nacional?
Las localizaciones
y el vestuario son componentes esenciales en la construcción de
significado. Vemos la representación del estado a través del uso
de la sala de justicia o de la comisaría de policía, del pueblo-nación
a través de escenas de calles y bazares, y de la familia a través
de interiores domésticos. En cuanto a los exteriores, observamos
la representación del paraíso a través del uso de Cachemira, Suiza
y Escocia; y las utopías consumistas se aprecian en las tiendas
de diseño y en los centros comerciales, donde el romance moderno
está ligado al consumismo y al estilo de vida.
El cine indio ha
utilizado tanto los decorados como los exteriores desde sus inicios.
Los primeros filmes eran rodados principalmente en exteriores
debido a la limitada tecnología en iluminación. Con la llegada
del sonido en los años treinta empezaron a preferirse los decorados
dado que permitían unas condiciones más controladas tanto del
sonido como de los nuevos sistemas de iluminación. En los años
cincuenta, los decorados, junto algunas secuencias en exteriores,
eran la norma. En los sesenta, con la utilización generalizada
del color, los productores retornaron a los exteriores buscando
localizaciones cada vez más exóticas. En los ochenta los decorados
se volvieron más y más infrecuentes, se recurría a exteriores
urbanos y los productores alquilaban grandes casas que eran empleadas
como las viviendas de los personajes del filme. Estas casas todavía
se ven en las películas de los años noventa, aunque generalmente
empleadas como exteriores, dado que los directores preferían la
libertad de los decorados para el rodaje en interiores. En estos
últimos años han sido realizados decorados de gran presupuesto,
como en Mohabbatein (Aditya Chopra, 2000), donde se recrea
todo un pueblo.
Las canciones continúan
violando las normas cinematográficas usuales, mostrando decorados
espectaculares y exteriores exóticos que pueden tener poca o ninguna
conexión con el tiempo y el espacio del resto de la película.
El coste de esto es enorme, pero los productores creen que está
justificado ya que las canciones son una de las mayores atracciones
de estas películas y se convierten en parte de su marketing.
También se crea significado
mediante el vestuario, el maquillaje y la peluquería. La ropa
es vista como un medio de destacar cuestiones de casta, clase,
región y religión y es representada a través de la diferenciación
entre etnicidad (saris y velos) y occidentalización (vestidos,
trajes y productos de diseñadores occidentales).
Una característica
llamativa de las estrellas masculinas es que aparecen con el rostro
perfectamente afeitado, algo muy poco corriente en los hombres
indios menores de cuarenta años. El bigote es signo de masculinidad
y los fans, aunque copian los cortes de pelo de las estrellas,
no siguen la moda del afeitado. La barba, por otra parte, es para
los intelectuales, los malos, los musulmanes y los sikh. El fin
del siglo ha visto cómo las estrellas masculinas cuidan sus cuerpos
con un narcisismo tradicionalmente asociado con a las mujeres.
Los cuerpos de las
estrellas femeninas ha cambiado radicalmente a lo largo de los
años. Las primeras estrellas lucían grandes pechos y caderas,
a menudo eran de carnes generosas y rara vez atléticas. Desde
los años noventa, sin embargo, las estrellas son cada vez más
delgadas e incluso productos de gimnasio. Dentro de las películas
se requieren dos tipos de apariencia: las antiguas modelos son
empleadas para interpretar mujeres modernas y “occidentalizadas”,
mientras que las actrices más curvilíneas se hacen cargo de los
papeles tradicionales.
En una sociedad patriarcal
como la india, donde los miembros masculinos de mayor edad deciden
tanto la ropa como la pareja adecuada de “sus” mujeres, los cuerpos
femeninos no pertenecen a las mujeres. Esta apropiación del cuerpo
femenino también la observamos en el cine, donde la mujer es objeto
de mirada. El star system refuerza esto creando una imagen
de glamour más que un retrato realista de la mujer.
El vestuario femenino
cumple igualmente una función semiótica. El sari, como el vestido
nacional de la mujer india, es una moda reciente. Y es un tema
complejo, pues varía su significación según sea su longitud, el
modo en que se enrolla alrededor del cuerpo, su diseño, su tejido
o su color. Se emplean diferentes saris dependiendo de la ocasión,
de la estación, de la hora del día y del grado de formalidad.
En cuanto al color, el verde, el rojo y el amarillo se emplean
para ocasiones festivas, las viudas visten de blanco o de colores
pálidos y el negro, que no es un color popular, se reserva para
las ropas occidentales. El sari es un signo social que denota
edad, estado civil y clase. En las películas indias vemos reflejados
todos los significados culturales del sari: nostalgia, tradición,
feminidad, nacionalismo y estatus social. En las películas antiguas
que contrastaban a la heroína con la vampiresa, la heroína vestía
invariablemente un sari como emblema de su castidad y bondad.
En años recientes la heroína soltera, usualmente una adolescente,
viste ropas occidentales, pero las cambia por el sari tras el
matrimonio. El traje punjabi, compuesto de pantalones, camisa
larga y pañuelo, se ha convertido también en una vestimenta nacional
popular entre las jóvenes. El héroe de las películas se enamora
invariablemente de la chica que viste ropas indias.
Rara vez se ve un
cuerpo desnudo en las películas indias, que son mucho más sofisticadas
en sus códigos eróticos. El bikini, popularizado por los filmes
de Raj Kapoor Awara (1951) y Bobby (1973) es la
vestimenta más controvertida del cine hindi. Sin embargo, es mucho
menos erótico que otro de los trucos de Kapoor, el sari mojado,
que no sólo revela el cuerpo de la heroína hasta la desnudez,
sino que también está asociado con el ambiente erótico de la estación
de las lluvias y del sudor.
Las heroínas llevan
un gran número de trajes en los filmes, no sólo para las ocasiones
referidas en el guión, sino también para las secuencias cantadas,
que llevan consigo numerosos cambios de ropa y pueden ser fantasías
que les permiten vestir trajes de otro modo incongruentes. Estos
cambios de vestuario cumplen distintas funciones, desde la idea
moderna de que el romance se desarrolla alrededor del consumo
(ya sean vestidos, viajes o salidas), hasta mostrar la adaptabilidad
de la heroína, que debe lucir atractiva en una variedad de estilos.
En cuanto a las joyas,
estas no son solamente un modo de mostrar riqueza. Tradicionalmente,
la única posesión legal de una mujer son sus joyas. Además de
marcan a la mujer casada, también conllevan un significado religioso
y supersticioso (las joyas que protegen contra la actividad planetaria
maligna). También el cabello tiene un significado complejo, desde
el erotismo de una cabellera larga y suelta hasta el orden del
pelo largo, arreglado y recogido.
En el cine hindi,
a diferencia del de Hollywood, el uso de los decorados, localizaciones
y vestuario no tiene nada que ver con el realismo. Los decorados
no son necesariamente presentados de un modo realista, particularmente
en las secuencias cantadas, donde hay frecuentes cortes a localizaciones
que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Tampoco
son realistas en el sentido de que no existen ni en la India ni
probablemente en ningún otro lugar. Y la audiencia es consciente
de esto. La apariencia de las películas está en función del melodrama,
de modo que los decorados muestran los sentimientos y emociones
interiores y sitúan a los personajes dentro de una sociedad jerárquica.
Las ropas mostradas en estas películas puede que sólo sean vestidas
por una pequeña minoría (e incluso entonces puede que no sean
tan reveladoras como las que aparecen en pantalla) pero esto es
para mostrar una forma extrema de modernidad y glamour.
Conclusión
El cine indio y su
cultura visual son un producto híbrido que adapta, incorpora y
responde a una variedad de influencias. Últimamente asistimos
a un alejamiento de los filmes dominados por la violencia y los
temas de la venganza en favor de aquellos con temas familiares,
amorosos y románticos entre las clases privilegiadas. Este cambio
se ha reflejado visualmente en un incremento de la sofisticación
de los filmes, que emplean localizaciones modernas asociadas a
menudo con estilos de vida consumistas (tales como centros comerciales,
clubs y apartamentos de estilo loft) e integran ropas de
diseñadores tanto indios como occidentales.
El cine indio responde a
y refleja los cambios en las estructuras económicas, políticas
e ideológicas de una sociedad contemporánea dominada por la globalización.
La pasada década ha visto la emergencia de una generación más
joven de directores, escritores, músicos, coreógrafos, directores
artísticos, montadores, estilistas, distribuidores y publicistas
que han sido criados con Hollywood pero con una firme conexión
con Bollywood. El resultado es un inteligente cóctel de valores
locales envueltos en efectividad yanqui. Para los espectadores,
estos filmes proyectan prósperos y ultramodernos estilos de vida
llenos de glamour y emoción. En este estilo de vida las normas
de género son relajadas, las mujeres tienen mayor libertad y los
jóvenes viven en una sociedad donde los chicos y las chicas se
mezclan libremente y frecuentan bares y clubs. Sin embargo, al
mismo tiempo, los filmes indios todavía mantienen su particular
estructura a través del continuo empleo de las secuencias de canto
y baile y su proyección de los valores culturales y religiosos
tradicionales. Esta combinación única es la que ha tenido tanto
éxito con una nueva audiencia.
El cine indio posee
una naturaleza única y su habilidad de incorporar las influencias
globales al tiempo que mantiene su distintivo estilo es lo que
atrae tanto a la audiencia local como a la global.
Bodas y prejuicios
Las características
de las que hemos hablado pueden aplicarse a Bodas y prejuicios
(Bride and Prejudice, Gurinder Chadha, 2004), que llegó
a las pantallas españolas en Abril de 2005. La directora de origen
hindú Gurinder Chadha nació en Kenia y se crió en Southall, el
barrio indio por excelencia al oeste de Londres. Comenzó su carrera
como reportera de noticias en la radio de la BBC y antes de pasarse
al cine dirigió varios documentales galardonados para la BBC que
ya mostraban su preocupación por los conflictos culturales de
los indios que viven en Inglaterra. Su primer largometraje, Bhaji
on the Beach (1993), recibió una gran atención crítica en
diversos festivales y el éxito de Quiero ser como Beckham
(Bend It Like Beckham, 2002) nos hizo recuperar un anterior
trabajo suyo, ¿Qué se está cociendo? (What's Cooking?,
2000), rodado en Estados Unidos.
Bodas y prejuicios es un curioso híbrido Bollywood/Jane Austen/comedia
romántica/musical. La trama se basa en la conocida novela de Jane
Austen Orgullo y prejuicio (Pride and Prejudice,
publicada en 1813) y en la traducción española se pierde el juego
de palabras entre “pride” (orgullo) y “bride” (novia). La adaptación
escrita por Gurinder Chadha y su marido, Paul Mayeda Berges, comienza
en una modesta aldea india, donde la señora Bakshi dedica todas
sus energías a encontrar marido para sus cuatro hijas aprovechando
la celebración de una lujosa boda. Sin embargo, su rebelde hija
Lalita (la exótica estrella de Bollywood, antigua modelo y Miss
Mundo Aishwarya Rai) sólo está dispuesta a casarse por amor. Cuando
Lalita conoce al rico americano Will Darcy (Martin Henderson)
lo tacha de arrogante snob mientras Darcy la toma por una belleza
de aldea que no sabe nada del mundo. Tras una serie de equívocos
que nos llevan de la India a Southall y a Los Ángeles, el amor
logra finalmente superar al orgullo y los prejuicios. Este recorrido
por medio mundo, el mismo que ha realizado la directora, contrasta
con el localismo de la novela.
Por otra parte, en
la novela de Austen el conflicto entre Elizabeth Bennet (aquí
Lalita) y Darcy giraba en torno a su estatus social mientras que
en su versión Bollywood es el conflicto cultural el que genera
las barreras entre ellos. La trama creada por Austen pierde la
ironía y la complejidad de su subtexto y gana en espectacularidad
visual en esta puesta al día de mirada traviesa, autoconsciente
y no exenta de ingenio.
La película está,
cómo no, salpicada de vistosas secuencias de canto y baile. Coreografiadas
por el experto Saroj Khan, no llegan al extremo de otras producciones
de Bollywood. La calidad de la música y las canciones varía a
lo largo del filme y no satisfará a los fans más acérrimos de
Bollywood, pero seguramente divertirá a los no iniciados.
Que la directora
no se toma su película demasiado en serio es evidente en las tomas
que acompañan a los créditos finales, donde ella misma y parte
del equipo se divierten imitando a los bailarines de los número
musicales. La película tiene un tono paródico e incluso burlesco,
una sana autoironía y autoreflexión que no pretende más que entretener
y hacer salir al espectador con una sonrisa. Se pueden poner varios
peros a la película de Gurinder Chadha, entre ellos su superficialidad,
la escasa química entre Aishwarya Rai y Martin Henderson o el
hecho de que cae a menudo en el estereotipo, pero consigue su
propósito de divertir a un público no demasiado exigente y dispuesto
a disfrutar de un poco de exotismo kitsch.
Bibliografía:
GOPALAN, Lalitha: “Indian Cinema” en Nelmes,
Jill (ed.): An Introduction to Film Studies. 3ª Edición.
Routledge, Londres, 2003.
DWYER, Rachel y Divia
Patel: Cinema India. The Visual Culture of Hindi Film. Reaktion Books, Londres, 2002.