SHREK 2  
 
Título orginal: Shrek 2
País, Año:

EE.UU., 2004

Dirección: Andrew Adamson. Conrad Vernon. Kelly Asbury
Voces: John Cleese. Antonio Banderas. Rupert Everett. Julie Andrews. Jennifer Saunders. Cameron Diaz. Mike Myers. Eddie Murphy.
Guión: David N. Weiss. J. David Stem. Joe Stillman
Producción: Jeffrey Katzenberg. David Lipman. Aron Warner
Música: Harry Gregson-Williams
Montaje: Michael Andrews (II)
Distribuidora: United International Pictures
Duración: 96 minutos
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

Ocio hipertextual

Empezaré este comentario sobre la segunda parte de las aventuras del ogro Shrek haciendo referencia a la primera, ya que, a mi entender, aquélla no se explica sin ésta, en tanto que constituye su trasunto y evolución.

Sobre Shrek (2001) se dijo que era un filme que revolucionaba el género (de los dibujos animados, aunque en realidad habría que decir de los cuentos de hadas), por cuanto se dedicaba a subvertir sus convenciones haciendo, de paso, uso de un humor un tanto cáustico. Casi se llegó a decir que se trataba de una película políticamente incorrecta, cosa que yo personalmente no habría suscrito. Básicamente porque, al final, la historia que nos contaba Shrek era la misma (y correcta) de siempre, y su (indudable) estilo rompedor no pasaba muchas veces de la gamberrada soez perfectamente domesticada (la escatología de que hacía gala el monstruo protagonista).

Por otro lado, anteriores títulos de la animación digital como Toy story (1 y 2) (1995, 1999) o Bichos (1998), de la compañía Pixar, ya habían abierto el camino a la introducción de la parodia, la cita y la lectura en clave adulta de los tradicionales productos dirigidos al público infantil, con lo que también habría que relativizar el carácter novedoso del filme de Dreamworks en este sentido. El verdadero elemento diferenciador de la que fue la baza jugada por la compañía de Spielberg para introducirse en el pujante (y, por tanto, jugoso) sector de la animación por ordenador, fue el de establecer un juego con el espectador, a base de chistes de carácter intertextual en forma de referencias a otras películas o a veces incluso extracinematográficas. Si bien los otros títulos a los que he hecho referencia también hacían uso de esta estrategia, lo hacían de forma mucho más subsidiaria, mientras que en Shrek constituía una de las bases argumentales. Una base que la segunda parte amplía.

No estoy diciendo que en Shrek 2 no haya una trama argumental que vertebre toda la narración. Desde luego la hay. Concretamente se nos cuenta cómo Shrek y Fiona, que en el anterior capítulo habíamos dejado convertidos en ogros y camino de su luna de miel, se ven en la situación de tener que visitar a los padres de ella, reyes del país Muy Muy Lejano. Por supuesto los monarcas no verán con muy buenos ojos (principalmente el padre) al compañero de su hija, digamos que por su origen plebeyo. Shrek se verá entonces en la encrucijada de elegir entre seguir siendo quien es o conservar a su esposa, mientras evita que el apuesto príncipe Encantador seduzca a Fiona. El final resulta tan obvio que no lo explicaré, no por no estropearle la película a nadie sino por innecesario.

La historia es tan simple como la de la primera parte, y casi igual de manida. Pero, como digo, eso no es lo importante. Ya Shrek apostaba por combinar lo tradicional (la típica historia) con lo postmoderno (la burla de lo anterior, porque, “¿quién hoy en día cree aún en los cuentos de hadas?”), lo cual según muchos era la clave de su éxito, al conseguir con ello atraer tanto al público infantil como al adolescente y juvenil.

Shrek 2 mantiene la fórmula, pero la proporción del segundo elemento se incrementa, convirtiéndose más que nunca en una mezcla imposible entre Scary movie (o Hot shots, Agárralo como puedas…) y Disney. El verdadero interés de la película recae sin remedio en la sucesión de gags de toda clase (situaciones absurdas, citas al cine, la televisión y los cuentos populares, números musicales con canciones pop…) que sin solución de continuidad se encadenan de principio a fin. Unos mejores y otros peores, todos ellos son el verdadero motor de la narración, marcando sus ritmos y provocando golpes de efecto (mayores incluso, me atrevería a decir, que los propios giros de la historia).

Su humor (base esencial del producto) es más ingenioso que inteligente, y se centra, como he dicho, en hacer participar al espectador en un juego de reconocimiento de referencias y dobles sentidos. Esto, sin duda, debe hacernos reconsiderar su catalogación dentro del cine infantil, ya que difícilmente los niños pueden entender la mayoría de estos guiños (siempre quedarán para ellos, eso sí, los mocos y los eructos del ogro, y el personaje bocazas de Asno, casi lo único que se ofrece a sus –subestimadas– inteligencias).

Para los demás, creo, esta Shrek 2 es lo que debería haber sido la primera, ya que en su exceso ha sabido encontrar la iconoclastia (siempre dentro de unos límites) de la que aquella presumía.

Jordi Codó