PETER PAN (2003)  
 
Título orginal: Peter Pan (2003)
País, Año:

EE.UU., 2003

Dirección: P.J. Hogan
Intérpretes: Jeremy Sumpter. Jason Isaacs. Freddie Popplewell. Harry Newell. Bruce Spence. Geoffrey Palmer. Ludivine Sagnier. Olivia Williams. Richard Briers. Lynn Redgrave. Rachel Hurd-Wood.
Voces: Saffron Burrows
Guión: Michael Goldenberg. P.J. Hogan
Producción: Lucy Fisher. Patrick McCormick. Douglas Wick
Música: James Newton Howard
Montaje: Paul Rubell. Garth Craven. Michael Kahn
Distribuidora: Columbia Tristar Films de España
Duración: 113 minutos
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Variaciones

Son varias las películas que han recreado el relato de J. M. Barrie. Probablemente entre las versiones más conocidas, por ser más recientes, se encuentren la de Spielberg y la de animación de Disney. Ninguna de ellas, sin embargo, está demasiado conseguida. Esta versión de Hogan, por el contrario, tiene cierta calidad, sigue la obra original y, además, sin apartarse de la historia original, plantea una serie de re-lecturas que hay que agradecer convenientemente.

No estamos ante una película infantil, ñoña, ni moralizada, por el contrario se ha intentado contar honestamente la historia del nacimiento de alguien al periodo adulto, enfrentado a sus temores (y a la vez ansia) por dejar atrás la infancia. Peter Pan no está visto como un héroe, ni como alguien digno de ser seguido. Simplemente es un juguetón y engreído niño que no entiende muy bien lo que pasa a su alrededor y que al final, sin tampoco proponérselo, termina por encontrarse solo. Hay elementos muy interesantes en el filme, como son todos aquellos que hacen referencia a la sexualidad, en esa búsqueda de un beso salvador o generador de todo un movimiento hacia adelante. Tan significativa es, en ese sentido, la escena del beso entre Wendy y Peter como el encuentro por parte de Wendy del misterio (?) de la existencia.

Efectivamente, Peter está dibujado como un personaje incompleto, al que su vida en el país de nunca jamás (por cierto, un mundo escasamente luminoso)  le aísla demasiado de la verdad del mundo. Ha preferido vivir en el aislamiento que provoca su negativa a crecer, lo que naturalmente le mantiene en una tierra de nadie. Por ello será condenado a no amar, ni a ser amado. Como se insiste en la película, es un ser incompleto.

El mundo en el que vive Peter, como acabamos de indicar, es inhóspito, oscuro, feo. Por eso el cocodrilo que persigue a Garfio es un monstruo escamoso casi prehistórico, los lugares en los que habitan los niños abandonados o perdidos son tristes, los piratas que “habitan” en un tétrico barco se encuentran rodeados por el hielo, el lago es feo y peligrosas las sirenas que lo habitan. Es decir, el país de nunca jamás dista mucho de ser un lugar atractivo. Realmente más que un ensueño parece una pesadilla.

Hay apuntes también interesantes en la relación de Wendy y Pan con los niños. Igual que en las otras versiones, la pareja protagonista es considerada como substitutiva de una paterna, necesaria por parte de los niños del lugar. Sin embargo, dudan de ese título otorgado ya que no saben cómo actuar y no únicamente por el hecho de que Peter no pueda ser padre-hombre. En esas obligaciones tampoco Wendy sabe lo que hay que hacer para ser madre. Sus acciones simplemente se basan en la repetición de lo que los demás le han impuesto a ella misma. No es raro, por eso, que la niña sepa “coser” la sombra de Peter o que obligue a beber a los niños medicinas para que, se suponen, estén sanos. Hecho este último (el de la medicina) que está a punto de terminar con la vida de Peter.

Quisiera destacar dos ideas más que aparecen en la película: la identificación-identidad entre Garfio y el padre de Wendy (papeles que interpreta el mismo actor) y la necesidad de Wendy de vivir en una casa (algo que le preparan los niños perdidos en cuanto llega a la isla). Interesante también es la identificación de un beso con un dedal o un fruto. La sexualidad, insisto en ello, es un tema que está presente en toda la película y referido no sólo a los personajes niños, sino también a unos adultos exageradamente cohibidos en una sociedad represora. Piénsese tanto en el rictus de los labios en forma de “beso” que definen tanto a la madre como a Wendy como en la ausencia de cariño explícito (el evitar besar a los hijos) de la mujer (y no digamos del hombre) hacia sus hijos.

En la exacta dicotomía vivida la personajes aparece también (y muy bien construido) el personaje de “campanilla” condenada a sufrir (como un doble-sombra de Peter) por no poder jamás convertir en amante al objeto de su amor. La escena de la muerte-resurreción del hada está muy conseguida.

Puede pensarse que el final de la película representa una explosión de buenos sentimientos, una sumisión hacia lo más elemental y retrogrado dictado por una bienpensante sociedad. Pero todo eso se corresponde con la propia época retratada. En ese sentido, hasta la (lógica) apología de la familia y del hogar se precipita como necesaria para una progresión vivencial de los seres, un ciclo en y de la existencia: nacimiento, crecimiento, muerte. Algo que se niega a admitir Peter Pan en su pertinaz obcecación por no crecer. 

Frente al excelente retrato de la mayor parte de los personajes, la lograda ironía en el dibujo de la gente que habita en la ciudad, cabe evidenciar el escaso interés que suscitan otros seres o colectivos como es el de la tribu india cuya presencia es simplemente testimonial. Lo cuál no se debe exclusivamente a su pequeño papel en la historia ya que, por ejemplo, se saca un gran partido (explicativo, además) al excelente único momento de la aparición de las sirenas.

Filme interesante que demuestra que su director (su primera película fue la apreciable La boda de Muriel) se ha interesado por revisar desde planteamiento personales la singular historia del niño que se negaba a crecer. Y eso hace la película inteligente y apreciable para... los espectadores mayores, fundamentalmente.

Mister Arkadin