Creo
que fue a mediados de los noventa cuando el cine español comenzó a
ejercer de imitador de imitadores, en otras palabras: comenzó a copiar
descaradamente al cine norteamericano de terror, de la misma forma en que
lo ha venido haciendo toda la vida el cine italiano con el “giallo” o
con el spaghetti-lo-que-sea (western, porno, terror...).
El
relativo éxito de El arte de morir abrió las puertas a un tipo de
producción dirigido fundamentalmente al público joven (a quién si no) a
base de ofrecerle unas historias conocidas (fusiladas de pelis también
conocidas), un ambiente más o menos joven (con la presencia de internet,
universidades, la movida...) y un look visual moderno (con
proliferación de imágenes nocturnas, contraluces, teleobjetivos, efectos
digitales).
School
killer o Tuno negro responden perfectamente a este patrón,
como ahora sucede con este No debeas estar aquí, que muy bien podría
haberse titulado Sé lo que hicisteis el último... fin de semana,
dado el nivel de “inspiración” en la famosa (y temible) saga del psicópata
del garfio.
Un
grupo de jóvenes aburridos, inteligentes y bien posicionados, se embarca
en aventuras nocturnas con riesgo de sus propias vidas: hay que demostrar
que se está vivo aunque sea muriendo en el empeño. Precisamente la
muerte más o menos accidental de uno de ellos será el desencadenante de
una venganza: uno a uno irán siendo amenazados y, finalmente, aniquilados
los componentes de la banda. Claro, claro, el malo es exactamente ése que
estáis pensando. La trampa es tan evidente y se ve venir tan pronto que
ni siquiera sorprende su absurdo final. Eso sí, se ha introducido un
matiz novedoso (ejem): el protagonista asumirá al final su nuevo
compromiso y será, cómo no, el nuevo “malo” de la función. El mal
nunca muere. Nada nuevo bajo el sol. Que esa sea la forma de
“integrarse” en la sociedad de un argentino que hasta ese momento vive
del cuento y del dinero de su amante española podría dar pie a una
segunda lectura (¿he oído racismo?) que mejor no tocar: ni siquiera creo
que haya segundas intenciones en el filme.
Esta
trama tan vista se ha aderezado con una segunda. ¿Más original? Depende.
Muestra a una pareja de vecinos espiados por su vecino de enfrente, que no
sólo se pasa el día observándole con prismáticos, sino que acabará
invadiendo su intimidad para... (¿cómo, que les suena La ventana
indiscreta? Vaya, esto sí que es una sorpresa).
Pero
lo peor no es que la película sea un refrito de otras ya vistas. Ni
siquiera que el guión carezca de un mínimo giro original (no confundir
con sorpresa injustificable). Lo peor es la torpe planificación del
producto: los brillantes efectos digitales y una fotografía cuidada no
pueden hacernos olvidar que todas las escenas no se pueden, ni se deben,
contar con la misma intensidad, con el mismo tipo de planos. No hay un
tratamiento de la planificación o, si lo hay, resulta todo muy plano.
Como los personajes. Previsible. Aburrido. No hay pasión en la historia.
Casi parece que estemos asistiendo a una peliculita para televisión,
rodada con celeridad, pero sin saber muy bien cómo una cámara cuenta una
historia.
En
medio de tanto desaguisado es normal que Tristán Ulloa vaya por libre: su
interpretación de personaje al límite no es que roce el estereotipo...
acaba cayendo por momentos en el ridículo, como en la escena final.
Una
triste experiencia.
Mr. Kaplan
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NO
DEBES ESTAR AQUÍ Título
Original:
No debes estar aquí
País y Año:
España, 2002
Género:
THRILLER
Dirección:
Jacobo Rispa
Guión:
Ernesto Pozuelo, Nacho Cabana
Producción:
Alquimia Cinema S.A., Ensueño Films
Fotografía:
Néstor Calvo
Montaje:
Buster Franco
Intérpretes:
Pablo Echarri, Pilar Punzano, Marian Aguilera, Tristán Ulloa, Andrés
Gertrudix, Juan Díaz
Distribuidora:
Hispano Fox Films
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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