EL DESENCANTO (películas de las que esperábamos mucho más de lo que
nos ofrecen)
A cielo abierto (The quarry).- Nacionalidad: Belga, Francesa, Holandesa, Española, 1998. Guión y Dirección: Marion Hänsel. Argumento: novela de Damon Galgut. Intérpretes: John Lynch, Jonny Phillips, Sylvia Esau. El (hermético) cine de Marion Hänsel se mueve entre el interés y la desazón. Nunca evidentemente es vulgar, pero si suele caer en un caótico juego con el tiempo y el compromiso. No entiendo porque hay que confundir el interés con lo abstracto o lo inconcreto cuando no con la incoherencia plena. Frente a la calidad de Entre dos mares o Las bodas bárbaras aparece el interés temático de algunos títulos de esta directora belga de mejor enjundia fílmica (Entre el cielo y la tierra). A cielo abierto se abre con una frase "hay que dar tiempo al tiempo". Una frase popular, que atribuye a su hermano. Está en su perfecto derecho. Ya no tanto el de darnos una paliza soberana con un film que parte de Antonioni pero que no es Antonioni. El punto de partida es sin duda El reportero (Antonioni), pero sólo eso, en cuanto punto de partida. Concretamente en lo que se refiere a la presencia de alguien que usurpa la personalidad de otra persona. Ese es todo el final identificativo (lo otro lo será el "tempo lento" empleado en el relato). Pero mientras en el film de Antonioni se planteaba la inutilidad de ese hecho al "probar" que el pasado siempre se volverá contra el individuo, Hänsel visualiza su historia desde planteamientos más abstractos (¡que ya es decir!) ¿Cual es el camino de ese falso pastor hacia la muerte? Un sin fin de falsas elocuencias, propuestas, miradas perdidas e imágenes grandilocuentes en su cerrado entorno. Al final todo volverá al principio. La historia parece repetirse con otros personajes. Alguien sigue huyendo. El Hombre (así se denomina al protagonista sin nombre) será sustituido en su persecución por otro hombre. Un ciclo sin sentido, al que decide sustraerse el personaje de la negra sirviente. La muerte y la vida juegan una sin par partida frente a la mirada del celoso guardián del orden. El desarrollar la historia en Sudáfrica es un elemento tan exótico como el que condujo a la realizadora a rodar sus anteriores películas en Hong-Kong o en España. Atrayente sobre el papel. Digna de ser analizada en sus planteamientos abstractos no es sino un film alargado y moviéndose circularmente sobre si mismo. Aburrido y pedante unas veces, atrayente y curiosa otras termina por estar en tierra de nadie, sin ser capaz de elevar el tono de su mensaje ante una realización tan plana como sus personajes.- Mr. Arkadin
Un mundo a su medida (The mighty). Nacionalidad: USA,1998. Dirección: Peter Chelsom. Guión: Charles Leavitt. Argumento: novela de Rodman Philbrick. Intérpretes: Sharon Stone, Elden Henson, Kieran Culkin, Gena Rowlands, Harry Dean Stanton. Chelson es el realizador de una extraña película estrenada en algunos ciudades españolas, Los comediantes, que contaba a Jerry Lewis en un papel secundario. Ahora ha rodado su primera película para el cine de gran presupuesto y, además, para la industria americana. Alguien la debió seleccionar para el festival de Cannes (o pasaba por allí y se quedó). La verdad es que no se entiende la razón. Se trata de una obra típica de Navidad (es decir de buenos sentimientos) y de resultados poco interesantes. La historia podía sobre el papel tener posibilidades: la "unión" entre dos niños muy diferentes para conseguir una "unidad" invencible (algo así como una versión reducida de esa hermosa novela de ciencia ficción titulada "Más que humano" de T. Sturgeon), pero todo resulta muy débil e inverosímil comenzando por la figura del niño "bruto" (¿quizás es así por nacer en un ambiente mísero?), con un (escasamente aprovechado) problema psicológico (ha sido testigo del asesinato de su madre). Todo en él (comenzando por el recurso narrativo del film: escribe - él que leer mal -un relato sobre su "vida") resulta falso, poco creíble. Algo que se "pega" a todo el film. No se entiende, tampoco, la aparición de la desconcertante amiga del criminal (la de "Expediente X" ) introducida en el film con calzador, ni la del padre del chico "inútil". La mayor parte de las secuencias (mal construidas) son también disparatadas (la persecución en la feria, la "lucha" con los pandilleros en la ciudad...).
Mr. Arkadin
Juegos salvajes (Wild things). Nacionalidad: USA, 1998. Dirección: John McNaughton. Argumento y guión: Stephen Peters. Intérpretes: Kevin Bacon, Matt Dillon, Neve Campbell, Theresa Russell, Robert Wagner, Bill Murray. Su primer film, Henry retrato de un asesino, fue acogido con gran complacencia por la crítica en general. Nani Moretti, muy justamente, arremetía contra él en la primera historia de su Querido diario. Después ha hecho varias películas para cine (más otras varias para televisión) ninguna de las cuales ha resultado demasiado atractiva. De todas formas el anterior film a este comentado, Normal life, es el mejor (lo cual no quiere decir mucho) de los que ha firmado McNaughton. Este sin duda, si no llevase su nombre (y a pesar de los desmayos de ciertos críticos dispuestos a ver genios por doquier) iría por derecho propio a nuestro bloque de Huida hacia el sol, o sea a entrar por méritos propios en el pelotón de las más torpes.
Film absurdo de arriba a abajo, que se permite contar al espectador (no sólo en ese ridículo final), aquello que no ha visto pero que se supone sabe. Un juego de mentiras enlazadas, sin sentido. Un film inútil como la trama. Una historia que trata de escandalizar desde planteamientos inconsecuentes. El sex que al principio se insinúa es otra de las grandes mentiras urdidas por un relato cuyo sentido de "corrupción" quizás estuviera en que los "pobres" terminan por "engañar" a los ricos reales o fantasmas. Cogido por los pelos como todo la película. Lo mejor del film el tipo de abogado que encarna divertidamente Bill Murray (actor en otro film del director, La chica del gángster). Lo demás está ausente de ironía (aunque parece ser que el director quiso dotar de ella a la historia) con los personajes naufragando al no ser más que meras marionetas sin vida. Las trampas no explicadas abundan en un relato sin ningún atractivo. Viéndolo recordaba el inteligente Un beso antes de morir de Oswald interpretado por R. Wagner (¿será coincidencia con aquel título el que aquí interprete un pequeño papel?). Ese si que era un buen film. Ni crítica, ni sexo, ni sorprendente. Simplemente cabreante. Mr. Arkadin
Más allá de los sueños (What dreams may come). Nacionalidad: USA, 1998. Dirección: Vincent Ward. Guión: Ron Bass. Argumento: novela de Richard Matheson. Intérpretes: Robin Williams, Cuba Goolding Jr., Anabella Sciorra, Max von Sidow, Jessica Brooks. No hay que confundirse, Más allá de los sueños, es una especie de pesadilla rosa que pretende ni más ni menos "epatar"" al público con los alardes de la fotografía computerizada y los efectos especiales. Lo otro, mensajes transcendentes y valores cinematográficos, se pueden encontrar en los rincones del saldo. El film repite el parto de los montes: tanto, para nada. Una lástima, porque el cine de Vincent Ward parecía buscar otros derroteros más prometedores, pero por lo que se ve en esta cinta-empanada-mental, el cineasta neozelandés ha sido engullido por las fauces ávidas de la industria de Hollywood. Su primer film, Navigator -con un guión tan confuso como éste- apuntaba hacia un mundo muy personal y hacia unas preocupaciones de corte místico que aparecerán también en Alien, 3, cuyo guión era suyo: el enfrentamiento hacia poderes omnimodos, el viaje iniciático a través de paisajes de sueño, el sacrificio personal como medio de redención (no he visto su anterior obra, Mapa del corazón humano, que sospecho irá por los mismos derroteros). Como en el film que reseñamos, todas estas buenas intenciones parecen empedrar ese infierno que nos muestra en esta película.
La estructura del film es bien sencilla, un prólogo con grandes elipsis y dos bloques (el cielo y el infierno) plagado de flash-backs. El almibarado flechazo y romance subsiguiente en un lago de tarjeta postal, la cursilería de la boda, la tópica felicidad de la vida familiar truncada por la muerte de los hijos y la muerte en accidente del protagonista mientras intentaba ayudar a otros (obsérvese que el film está repleto de fuertes dosis de moralina) da paso a la primera parte: la descripción fulgurante del cielo a dónde el incauto mortal ha llegado y donde es acompañado del ángel de turno. El cielo es un conglomerado de paisajes pictóricos y vemos a los personajes pasearse de un sitio a otro manchándose incluso con la pintura. En el fondo no hay nada original: ya el maestro Kurosawa utilizó esa idea plástica con más sobriedad y efecto en Sueños, en el episodio que homenajeaba a Van Gogh. Aquí las pinturas recuerdan también al pintor holandés, además de El Bosco, a los pre-rafaelistas y a ese tipo de estampitas de los folletos que reparten a domicilio y con insistencia machacona los Testigos de Jehová. El recorrido por este empalagoso y florido cielo es casi exhaustivo y para el espectador deviene en purgatorio. El infierno, que es donde se pasea nuestro héroe en la segunda parte para rescatar a su esposa, pues ésta por cometer suicidio ha sido castigada a un lugar tan horrendo (sigue la moralina) se convierte sin embargo en más llevadero para el espectador. Inspirado en la literatura de Kakfa y en la pintura de Blake y Rurner e incluso de Goya, recuerda también a los temas literarios de Orfeo y Euridice e incluso a la "Divina Comedia" de Dante. Como Orfeo en los infiernos nuestro personaje deberá subir a la barca de Caronte (Max Von Sydow) hasta llegar a su amada, donde sólo el sacrificio de su propia felicidad la podrá salvar. Al final se cumple aquella máxima del Evangelio "El que quiera ganar su vida la perderá". Como tantas producciones recientes del cine yanqui (Ciudad de Ángeles, Fallen, La mujer del predicador, Michael) el film de Ward nos ofrece un farragoso brebaje que mezcla ideas cristianas, espiritualidad New Age, angelogía y edulcorados mensajes morales. Desde un punto de vista formal si que habría que elogiar la labor del fotógrafo Eduardo Serra aún cuando su técnica esté al servicio de tan vacía obra. Los actores se mueven en el film sin mucha convicción (véanse Cuba Gooding Jr., Anabella Sciorra y Max von Sydow). Robin Williams tan insoportable como últimamente suele estar. RELIGIÓN. AMOR. José Luis Barrera |