El hombre del tren
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Vidas cruzadas

l hombre del tren, vigésimo trabajo de Patrice Laconte, cuenta una historia sencilla, la de dos hombres maduros y solitarios cuyas vidas se entrecruzanEl hombre del tren, vigésimo trabajo de Patrice Laconte, cuenta una historia sencilla, la de dos hombres maduros y solitarios cuyas vidas se entrecruzan durante tres días para no volver a ser las mismas.

Milan (el roquero francés Johnny Hallyday) llega a una pequeña ciudad de provincias con cazadora de cuero y aspecto de tipo duro. Entra en una farmacia buscando aspirinas y allí encuentra a Manesquier (Jean Rochefort), un profesor de francés jubilado que lo invita a quedarse en su casa. En tres días, Manesquier será sometido a un triple by-pass y Milan atracará el banco local. Durante este periodo seremos testigos de un curioso proceso de simbiosis, pues ambos se enriquecen con esta amistad improbable. Los dos se encuentran insatisfechos con su vida y tienen la oportunidad de vislumbrar cómo serían si hubieran elegido un camino diferente. Manesquier se prueba la chaqueta de cuero, se enfrenta a unos alborotadores y hace prácticas de tiro, mientras Milan se calza por primera vez unas pantuflas, fuma en pipa y se replantea su participación en el atraco.

Esta película participó en la Sección Oficial del Festival de Venecia 2002, donde consiguió el Premio del Público a la Mejor Película y el Premio al Mejor Actor (Jean Rochefort). Leconte, conocido sobre todo a partir de la adaptación de la novela de Georges Simenon Monsieur Hire (1988) y de El marido de la peluquera (1990), ha dirigido otras curiosidades como Tango, la maté porque era mía (1992), El perfume de Yvonne (1993), Cómicos en apuros (1995), Ridicule (1996), Uno de dos (1997), La chica del puente (1998), La viuda de Saint-Pierre (1999) o Félix y Lola (2000). En El hombre del tren, su séptima colaboración con el gran Jean Rochefort, Leconte ilustra el dicho según el cual “el jardín del vecino siempre parece más verde”. Milan es un hombre sin pasado y Manesquier es un hombre con demasiado pasado (simbolizado en una casa señorial con las paredes desconchadas, plagada de recuerdos y libros viejos, un pasado que es como una losa). Tanto la vía escogida por el profesor acomodado, Una brillante puesta en escena se encarga de transmitirnos las diferencias entre estos dos personajes y lo que resulta de este cruce de caminos. inmovilista y burguesa como la del aventurero sin ataduras ni demasiados escrúpulos resultan insatisfactorias y a cada uno le hubiera gustado llevar la vida del otro.

Una brillante puesta en escena se encarga de transmitirnos las diferencias entre estos dos personajes y lo que resulta de este cruce de caminos. La dirección de fotografía de Jean-Marie Dreujou envuelve al personaje de Jean Rochefort en tonos cálidos que resaltan las líneas clásicas y redondeadas de su entorno, suave como el carácter afable de Manesquier, mientras la iluminación del personaje de Johnny Hallyday es fría y azulada, casi metálica, de líneas duras como la expresión y el carácter de Milan. También la música de Pascal Estève ilustra estas diferencias, con una melodía “a lo Schubert” para Jean Rochefort y tonos más actuales y discordantes para Johnny Hallyday. En su interacción, ambos personajes conservan su personalidad, no se transforman por completo en el otro, pero cuando están juntos, la fotografía y la música que los definen se entremezclan, aunque no de un modo exactamente armónico.

Claude Klotz, responsable también del guión de El marido de la peluquera, trata nuestro deseo de vivir la vida que no hemos vivido, de ser y comportarnos de otra manera. Exceptuando a los actores, pocos tenemos la oportunidad de vivir la vida que no nos ha tocado. Como decíamos, Milan y Manesquier no llegan a intercambiar sus vidas ni sus personalidades totalmente, se limitan a enriquecerla por el mero hecho de asomarse al El hombre del tren del título, que es tanto Milan al principio de la película como Manesquier al final de la misma, ya no es el mismo que era unos días antes. universo del otro. El hombre del tren del título, que es tanto Milan al principio de la película como Manesquier al final de la misma, ya no es el mismo que era unos días antes.  

Además de una rica dirección artística, característica esencial de un director de tendencias formalistas como es Leconte, cabe destacar un guión con unos diálogos ágiles e ingeniosos y acertados toques humorísticos. Sin embargo, el alma de la película reside en la pareja de actores protagonista, un Jean Rochefort en estado de gracia y un Johnny Hallyday que sabe estar a la altura, no sólo de su personaje, sino también de su formidable oponente. Jean Rochefort da vida a la perfección al locuaz Manesquier, inteligente, autoirónico y sumamente enternecedor, mientras Johnny Hallyday presta su particular físico a un tipo taciturno que terminará no siéndolo tanto.

Aunque la historia parece conducir a un desenlace fatal, Leconte trata de huir del final abiertamente trágico recurriendo una solución ambigua. El final, forzado por esta voluntad de ser positivo y “matar a los personajes, pero no del todo”, termina por dañar la estructura de la película, que podía haber quedado más redonda. Tras un inicio prometedor basado en una sugerente premisa, la sensación final es de incómoda insatisfacción, pues parece no acabar de cumplir las expectativas que ha generado a lo largo del metraje.

No obstante, a pesar de sus imperfecciones, el excelente trabajo de la pareja protagonista convierte esta película en una pequeña delicia.

Lucía Solaz

Título: El hombre del tren
Título Original: L´homme du train
País y año: Alemania, Francia, Reino Unido , 2002
Género: Drama
Dirección: Patrice Leconte.

Interpretes: Jean Rochefort. Johnny Hallyday. Charles Nelson. Jean-François Stévenin. Isabelle Petit-Jacques. Edith Scob.

Guión: Claude Klotz.

Producción: Philippe Carcassonne.

Música: Pascal Estève.

Montaje: Joëlle Hache.

Distribuidora: Vértigo FilmsVértigo Films

Calificación: No recomendado menores de 13 años.



 

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