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LAS
AMISTADES PELIGROSAS
de
Stephen Frears
Pocas
veces el amor, la lujuria y los retos personales se conjugaron tan
magistralmente como en el libro de Choderlos de Laclos, en forma de
cartas. De la mano de Stephen Frears se adaptaron el puñado de misivas
para el cine y se confió a Jhon Malkovich dar vida al Vizconde de
Valmont, hombre engreído y petulante, seductor y vividor, capaz de
seducir a cualquiera de las mujeres. Malkovich realiza un trabajo
brillante, aportando al personaje la credibilidad suficiente y la dosis
exacta de erotismo. Glenn Close matizó en su personaje, la Marquesa de
Merteuil, una buena dosis de celos, un poco de ira y los sentimientos
propios de una mujer herida por amor. Tanto Valmont como la
Marquesa siembran a su paso intrigas amorosas, las cenizas de antiguos
amores, la pasion que ya no existe, salvo en el corazón de la marquesa.
Ambos, orgullosos, se retan
a tener amantes y a comentar sus conquistas en cartas.
Cuando
la cándida Madame de Tourvel (Michelle Pfeiffer) llega a París en
pleno Siglo de las Luces, el vizconde despliega sus artes amatorias para
seducir a la joven recién casada y fiel, lo que entre celos y apuestas
despierta la ira de la Marquesa de Merteuil, envidiosa de la belleza de
la joven casada cuyos ojos verdes aman a Valmont apasionadamente y despiertan en el
vizconde sentimientos verdaderos hacia esta piadosa y recatada mujer,
sentimientos que son compartidos y vividos en lo más secreto.
Por supuesto, Valmont ya no se
toma a la joven
Tourvel como una conquista sino como una obsesión amorosa que le
impulsa a idear estrategias para llegar
al corazón de la piadosa dama; Raudo,
Valmont no duda en cambiar costumbres acudiendo a misa incluso,
alimentando una pasion desenfrenada por un personaje al que, en
la vida real, se dice también
sucumbió Michelle Pfeiffer.
Valmont sigue con sus
conquistas de mujeriego instigadas por la malvada Tourvel, esta vez con
una niña de 15 años, Cecile de Volanges (Uma Thurman), inexperta en el
Ars amatoria. La jovencita, que está prometida con el caballero
Danceny (Keanu Reeves), rápidamente es seducida e instruida por Valmont.
La maldad de la marquesa no tiene límites, y no ceja hasta que no
consigue su objetivo, lo más doloroso para Valmont: hacerle
perder el amor de la dama de los ojos verdes, que se ha entregado
a él a pesar de convencionalismos religiosos. Valmont
y la pérfida Merteuil se declaran una guerra mutua, en la que el joven
Danceny tendrá todas las claves para que la iracunda marquesa viva la
humillación como pago por todas sus triquiñuelas.
Dirigida
en 1989 por Stephen Frears con gran maestría, cuidando mucho la
fotografía de la mano de Philippe Rousselt, resaltando los interiores
palaciegos -seguramente basados en grabados franceses del S.XVIII- así
como el vestuario rico en colorido y con la música de George Fenton,
que pone énfasis en los
momentos en los que la ira de la marquesa es terrible o en la tristeza
de la pobre Madame de Tourvel, se conjuga una historia de intrigas
deslumbrante, con un reparto de lujo que encaja con maestría los
avatares de los celos, el deseo, la lujuria, la soberbia y la maldad.
La
pasión amorosa en estado de gracia, aderezada con toques de ironía
hace reflexionar sobre la seducción, la lealtad y la ira; y es que no
cambia mucho la vida real de lo que Valmont vive y siente. Sentimental
al fin y al cabo, sufre,
llora y es capaz de enamorarse a pesar
de esa fachada de vividor.
Para
ver en pareja, desde luego, y divertirse descubriendo quién de todos
los intrigantes es el más malvado.
Lola
Herráez Cubino
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