NO A LA GUERRA, NI A LA CENSURA Y SÍ,
SEÑORA MINISTRO, A LAS LIBERTADES, AL DESARME , A LA NECESIDAD DE UNA
VERAZ INFORMACIÓN
0.- LA
CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN: Los premios Goya 2002
La
ceremonia de los premios Goya 2002 ha sido la más polémica de los últimos
años. Hoy, cuando esto escribo, han pasado unos días desde la concesión de
los premios y aun es uno de los temas prioritarios de conversación entre
los ciudadanos de este país conocido con el nombre de España. Claro está
también se habla de aquellas otras que nos preocupan y nos afectan de
forma directa: la inmediata -y maldita- guerra anunciada, y nuestra
impotencia frente a ella, la vergüenza del “Prestige”, la actitud cada vez
más despótica de nuestro gobierno... Muchos que no pudieron ver por TVE la
ceremonia tratan, ahora mismo, de obtener el vídeo, pagándolo a buen
precio. Pero vamos por partes:
1.- LOS
PREMIOS
Está
muy clara cual es la actitud, o la creencia, de los que hacemos la
revista. A varios no nos gusta, y lo sentimos, ni Fernando León de Aranoa,
ni su última película. Sobre todo porque creemos que Fernando se equivoca
en su cine. Puede creerse muy progre, pero el progresismo no se logra sólo
de cabeza o con vestidos alejados de cualquier norma ortodoxa. El cine del
director de Familia está aquejada, sobre todo, de “males
televisivos”. De un lenguaje que parece (aunque sea inconscientemente)
asumido en su etapa de guionista de televisión. Por ahí, sus tres filmes
realizados hasta ahora hacen aguas. Familia parte de una buena idea
pero se alarga demasiado. Es como una comedia de salón típica de la
pequeña pantalla.
Con
Barrio deseó descender a los infiernos de la sociedad. Acercarse a la
realidad más extrema: barrios marginales, juventud sin horizontes,
miseria... pero su acercamiento fue demasiado ingenuo arropado en una
incoherente pretenciosidad. La película falla porque no son creíbles ni
muchos de sus personajes, ni muchas de sus situaciones: entrada a la
joyería, reparto de pizzas, escena del metro, robo de la moto acuática...
Parece como si Barrio ejercitase un lirismo incongruente junto a
una pintura de brocha gorda, que imposibilitan que el realizador vaya
mucho más allá de las buenas intenciones. Tanto a la ilógica narrativa
como a la candidez de Barrio, opondríamos, para entendernos -o
explicárselo al realizador-, El bola. Hemos citado una película
cercana, sin irnos a verdaderas obras sociales realizadas a lo largo de la
historia del cine español como Surcos, La caza, Muerte de
un ciclista, Nueve cartas a Berta... Existe un claro
abismo en el tratamiento social y realista que hace Mañas y el que trata
de imponer León.
Los
lunes al sol
participa de muchos de los errores de Barrio. Es incomprensible que
en una película realista se introduzca una secuencia como la de los
“canguros” (sustituyendo a la “canguro”) del niño. Como también es
lamentable el personaje de Bardem, cuyas motivaciones nunca quedan claras.
Suena más a un chulo de barrio sin ganas de trabajar que a un concienciado
trabajador en paro. Hay buenos momentos, pero todo desde sus ingenuas
metáforas carece de entidad, y, sobre todo, de verdadero compromiso.
Los lunes al sol participa de algo que hemos definido en otra ocasión:
un compromiso light. Frente a obras como las de Leigh o Loach (las
grandes de ellos) la de León tiene poco que hacer. Su película nunca
indignará, por ejemplo, a nuestra Ministra de Cultura, ni a los furibundos
pepeistas. Por algo será.
En los
Goya, como estaba previsto, León de Aranoa, se llevó varios premios. El
concedido a los actores secundarios era incuestionable. Sin embargo es
discutible el concedido a la mejor película, al mejor director y al mejor
actor. Aunque es un criterio discutible, si solamente nos centramos en las
películas nominadas creemos que la mejor del año es En la ciudad sin
límites, como se podrá comprobar cuando aparezca la relación de
mejores películas del año votadas por los que hacemos la revista. Con sus
errores es un filme novedoso, original y con una apreciable carga
ideológica. Narrado todo desde lo sugerido, algo que el cine debe tener
siempre en cuenta. Por ello, aparte de los dos premios que recibió en los
Goya el filme de Antonio Hernández (guión y actriz de reparto para una
recuperada Geraldine Chaplin) pensamos que debería, con justicia, haber
obtenido el Goya a la mejor película y a la mejor dirección. E insistimos:
la Academia no se suele “mojar” con obras realmente rompedoras. Sólo así
se puede entender que no aparezca en ningún apartado nominativo títulos
tan renovadores, polémicos o difíciles como las últimas películas de
Ungria o Patino.
El
premio para el mejor actor entre los nominados indiscutiblemente debería
haber sido para Javier Cámara por Hable con ella. La Academia del
cine se ha equivocado con Almodóvar o quizá le ha querido castigar o
burlarse de todos aquellos medios y entidades que fuera de España premian
la última película del director manchego. Creo que los que entran en
nuestra página saben que no somos fans de sus películas, pero hay
que reconocer que en esta última, fallida en muchos aspectos, hay un giro
apreciable y positivo. Algo que hace suponer un notable paso adelante en
su cine. Se le pueden poner, y así lo hacemos, todos los reparos que se
quiera al filme pero la interpretación de Javier Cámara es mucho mejor que
la de un sobreactuante Javier Bardem lleno de tics como si fuese un Jack
Nicholson cualquiera. Aunque si a alguien imita es sin duda a Vittorio
Gassman.
El
premio a la mejor fotografía igualmente debería haber recaído en la
espléndida labor de Javier Aguirresarobe en el filme de Almodóvar.
Insistimos, el silenciar (por cabezonería) la película de Pedro es una
metedura de pata. La Academia no debe entrar a trapo con absurdos
enfrentamientos personales que no llevan a ninguna parte.
Nada
que objetar a otros premios. Lógico el del mejor documental para El
efecto Iguazú. El sentido denunciador de una situación obrera resulta
mucho más intenso y explícito que en Los lunes al sol. Muy correcto
también es el haber concedido el Goya a la mejor película novel a
Smoking room. Es otro filme que, de una manera diferente, incide en
temas relacionados con el despotismo, la intransigencia y la insumisión.
Nada se puede objetar del premio a la mejor película europea concedido a
El pianista que ha dirigido de forma maestra Roman Polanski. Sin
duda uno de los mejores filmes si no el mejor rodado por el realizador
polaco-francés.
Como
final de este apartado de premios, queremos señalar de forma entusiasta y
amigable, la concesión del Goya al mejor cortometraje de animación que ha
ido a parar a Sr. Trapo una realización de los hermanos Raúl y
Daniel Diez Rodríguez, dos jóvenes valencianos que llevan varios años
trabajando en el delicado y difícil mundo de la animación. Comenzaron con
plastilina. Hoy utilizan ya técnicas de ordenador. Ojalá este premio sirva
para lanzarles y ponerles en el lugar que se merecen. Les conocemos
personalmente. El mayor de los hermanos, Raúl, trabajó con algunos de
nosotros en sus primeros pasos cinematográficos. Esperamos mucho de ellos.
Que se vea su filme por aquí y por allá. A pesar de algunos balbuceos en
la historia, su corta duración rebosa talento, al tiempo que se adorna con
un sabio humor negro. Felicidades a Raúl y Daniel o a Daniel y Raúl. Tanto
da.
2.- LA
CEREMONIA
Muchos
de los telespectadores, cansinos y cómodos como corresponde a un programa
nocturno de fin de semana, convenientemente arrepanchingados en las
confortables butacas de sus casas se disponían a ver el reparto de los
Goya. Muchos de ellos se preparaban para una versión más (en otro lugar)
de “OT” o del intragable y adormecedor programa de variedades rancias de
fin de semana del Sr. Moreno. También podían estar asomados al televisor
algunos aficionados al cine. Pocos ya que el resultado final estaba
cantado. Tan sólo trataban de echar una mirada rápida antes de dar paso a
la película preparada en su DVD. Los más optaron por enchufar en directo
su película casera o cumplir con el rito de los sábados: salir a cenar, al
cine o a charlar con los amigos y amigas. Ellos, los que no llegaron a ver
la Ceremonia del reparto de premios de la Academia del Cine Español, eran,
como nunca, los verdaderos destinatarios de la gala. TVE se apresuró a
indicar que la audiencia “había castigado” a los Académicos del cine ante
el bajo nivel de seguimiento de la Gala. El que los otros, los habituales
de Moreno, en gran mayoría pusieran cara de póker y decidieran “marcharse”
de la conexión era lo natural: gente muy de derechas de toda la vida y
enganchadas o aupadas a los manejes de los Gobiernos de su signo. Todo lo
que no sea eso les suena a azufre demoniaco. Esa fue la razón de su enfado
e indigestión. Con su pan se lo coman porque la ceremonia fue impecable e
impagable.
No es
la primera vez que cosas como está ocurren en un acto organizado por
comediantes. En la concesión de los Oscars se han producido acciones de
éste, o parecido calado: George G. Scott se negó a recoger el Oscar por
Patton por el carácter belicista del personaje que había interpretado
y en otra ocasión la presencia en el Oscar a Marlon Brando de una india
defendiendo los derechos de su tribu... Y es que en un país libre
cualquier acto público puede ser un foro importante para expresar todo
aquello que los dirigentes no desean que se publicite de forma masiva. La
televisión que pagamos todos, la estatal TVE, es desde su fundación el
spot más apreciado/mimado por los diferentes Gobiernos que ha tenido
nuestro país. Pero siempre hay un más y un menos. Hoy hemos llegado al más
absoluto. Los telediarios de la televisión pública son como nunca
mentirosos y por tanto fraccionarios e interesados. Si en la actualidad no
hubieran existido otras televisiones y medios informativos en general, no
nos hubiéramos enterado de los goles que nuestros gobernantes han osado
“colarnos” con el chapote o con su actitud despótica ante los ciudadanos
tanto si les votaron como si no lo hicieron. La cadena de errores en los
últimos meses es demasiado larga para obviar filtrarlas: las noticias
disimuladas, las repetidas y falsas entrevistas en las que se atesoran
mentiras, el martilleante bombardeo de la boda de la hija del Presidente
del Gobierno (convertido en enlace con rango real), el seguimiento de los
preparativos de guerra, la magnificencia del lógico y consensuado plan de
pensiones, el no querer admitir que el paro en nuestro país es el más
alto, con mucho, de toda la Unión Europea, los altos niveles de
delincuencia alcanzados en el último año, el ataque sibilino a la
emigración, la actitud sumisa (casi de felpudo) del señor Aznar respecto
al presidente americano, la absurda carta (carga de profundidad contra la
unión europea) que el Jefe del Ejecutivo redactó para que fuera firmada
por otros países de la UE dando su apoyo al presidente Bush ... Sin
olvidar que entre otras cosas ha sido gracias a la colaboración del
gobierno francés, es cierto que se han logrado avances en el tema de ETA,
aunque no en el contencioso con el Gobierno Vasco...
Si
varios españoles de los que votaron al PP están al borde del ataque de
nervios, puede suponerse como estarán otros que no votaron a ese partido
ganador o se abstuvieron de ir a las urnas (a ver si nos enteramos que
nadie debe “pasar” de su obligación de votar). Ya esta bien. El “nunca
más” gallego parece, incluso, ir más lejos de una primera intención. La
ceremonia de los Goya lo único que hizo es cantar las cuarenta a nuestros
poco respetuosos dirigentes y decirles lo que muchos (más de los que ellos
creen) pensamos en este país. Por el escenario pasaron unos y otros
cómicos (más bien diríamos artistas) con su cartel diciendo no a la
guerra, no al paro, no a la falta de libertades, no a las censuras del
tipo que sean, no a las mentiras. Un espectáculo irrepetible organizado
frente a la Ministra del ramo (la Jefa de Cultura y Educación del
Gabinete). Que tome buena nota de lo que allí con humor y descaro se le
dijo. Y que no se enfade. La gente que ostenta cargos políticos no tiene
ningún derecho a ello.
La
Ministra, de la que el vigilante de la retransmisión de la ceremonia obvió
cualquier plano durante el acto, esperó al final del acto y a los días
siguientes para expresar su desagrado ante lo visto (y el que sin duda le
había hecho llegar su Jefe). No tiene razón. Ninguna. Dice que fue un acto
político, inadmisible en unos premios. Amenazó, incluso, a los miembros de
la Academia: “que ellos elijan lo que quieren en este acto...” (se calló a
tiempo, sin llegar a indicar cuál era el castigo que recibirán los
“cómicos” si mantienen esa actitud). Pilar del Castillo pudo marcharse.
Estaba en su perfecto derecho. No lo hizo, así que aguantó el chaparrón
durante casi cuatro horas. Un castigo mínimo para los telespectadores que
diariamente tienen que sufrir dos horas y pico diarias de telediarios
amañados, en los que se ocultan noticias o comentarios de gran
importancia. Si la Ministra se queja de que el acto no era el lugar idóneo
como foro político, habría que recordarle, que con su presencia en la
Ceremonia convertía en político aquel foro.
Excelente Luis Tosar pidiendo al señor Aznar que si quería coger el
petróleo de Irak, le era más fácil (por estar cerquita) ir a buscarlo a
Galicia. O el discurso de los trabajadores de Sintel expulsados con
mentiras de sus puestos de trabajo, o Penélope Cruz luciendo su rojo “no a
la guerra”. Pilar del Castillo no debe saber que estamos en un país libre,
que la expresión de cada uno es libre. ¿Cómo se le pueden ocurrir cosas
tan peregrinas como decir que nadie le dio el guión del acto? ¿Es que
alguien puede prever lo que dirán los desconocidos premiados? La Ministra,
que como algunos de sus esbirros, militó, en el lejano ayer, en un partido
de tendencia maoísta no puede olvidar a su gran Mao intentando, a su
imagen y semejanza, acabar con toda la cultura al estilo de aquella
vergonzante revolución cultural. Parece que la imagen del dictador Mao aun
resuena en su corazoncito escorado a la derecha más reaccionaria.
En sus
“brillantes” declaraciones Pilar del Castillo ha dicho alguna cosa
realmente inolvidable: como todos, ella está contra la guerra (entonces,
¿que espera para presentar la dimisión a su Jefe de filas prietas y
marciales?), los “cómicos” debían decir, con su misma elocuencia, sí al
desarme y no a ETA. Lo de ETA, en ese momento, no tenía demasiado sentido
(le recordamos que en su día, y en una ceremonia de entrega de los Goya,
Borau proclamó, entre otros “cómicos” -siendo despedidos con grandes
aplausos- su NO a ETA), y lo de si al desarme (correctísimo), porque somos
honrados con lo anterior y exigimos un desarme generalizado y no sólo el
llevado a cabo en un pequeño país. O sea, que era lógico que también
quisiera decir que EXIGE el desarme de los Estados Unidos, el país más
armado de todo el planeta, el único que, en la Historia, de este viejo
mundo ha tenido la desvergüenza de masacrar a dos poblaciones japonesas
cuando la II Guerra Mundial estaba realmente terminada. Eso sí, entonces
(como ahora) de lo que se trata es de demostrar quién manda en el mundo.
Y, una cosa más, si hablamos de decir sí (amén) a la ONU, manipulada en
ocasiones por las altas esferas del Imperio, debemos aceptar que Israel se
ha pasado las resoluciones de la ONU por donde todos sabemos. Nadie les ha
obligado a cumplirlas, consiguiendo un pasaporte sin fecha de caducidad y
concediéndoles vía libre para que puedan jugar con su videoconsola a matar
palestinos. Ya sé, que los palestinos-kamikazes también matan, pero ¿por
qué? ¿a qué se debe su desesperada forma de morir?
3.- EL
DÍA DESPUÉS
La
marejada de la Ceremonia de los Premios Goya ha dado paso al día después.
A los cabreos de estos o a los aplausos de aquellos. Otro de los
antiguamente prochinos, ahora periodista -o algo así- tuvo la desvergüenza
de lanzar en su columna diaria de “El Mundo” una condena hacia el acto del
cine español. El autor Jiménez de los Santos voceaba explicando que no irá
a ver ninguna de las películas premiadas en los Goya. Su elocuente promesa
se vuelve contra el experto comunicador pues resulta que no va al cine o
no ve películas españolas. Todas las premiadas han sido estrenadas, y
llevan meses en cartel, entre nosotros. Su articulo es propio de un mal
perdedor. Al igual que él, otros que mucho deben al Gobierno han decidido
ladrar a gusto. En las páginas de ABC, Carlos Herrera y alguno más han
gritado contra lo aceptable. Parece que no tienen ni idea de lo que
significa la palabra tolerancia o lo que supone el admitir algo contrario
al parecer de uno o unos.
En el
otro lado se entusiasmaron ante el evento con escritos debidos a
profesionales de altura. Muy divertido el articulo de el periódico “El
país” escrito por Maruja Torres bajo el título de “Operación decencia”. O
el de Carlos Boyero en “El Mundo”. Pero si hubiera que reseñar uno
concreto, reposado y admirable no podemos menos de recomendar el aparecido
en el periódico “El Mundo” el martes posterior al acto. Se titula “El
escándalo de la ocupación”. Fue escrito por Manuel Hidalgo, columnista de
dicho diario.
Excelente también el programa radiofónico de la SER donde se entrevistó a
dúo al excelente actor Guillermo Toledo (uno de los presentadores de la
Gala) y a una basilisca Ministra de Cultura que pedía lealtad (y quizá
también pureza de sangre) al cómico.
Gran
espectáculo también el promovido por José María Otero, director General de
Cinematografía, mostrando su enfado, o a título personal por el Presidente
de la asociación de productores españoles, Eduardo Campoy. Ambos
representaban a la perfección su papel. Otero desde su cargo político
interpretaba letra a letra el guión al que se veía obligado si no quería
verse destituido del cargo.
¡Cuando llaman las
habichuelas…! Campoy pedía la dimisión de la presidenta de la Academia del
cine. Si no se hacia efectiva prometía que sería él quien dimitiese... En
el lado contrario, por ejemplo, hay que citar el entusiasmo por el
programa del director norteamericano Paul Thomas Anderson (Magnolia)
que se encontraba en España promocionando su último filme. Siguió la
Ceremonia por TVE. Sus palabras posteriores fueron “Me pareció una gala
fantástica. La pena es que no la vieran ni Bush, ni Rumsfeld. Tendríamos
que enviarles una copia del vídeo completo”.
4.-
NOSOTROS
Apoyamos totalmente el acto, de principio a fin rodeado por los acordes de
esa orquesta gitana charanguera y repetitiva con la que se imitaba a los
personajes gitanos de Kusturica de acuerdo con la insistentes
reivindicaciones de los aistentes. Como nuestros cómicos, también nosotros
decimos no a la guerra y si a las libertades. No a las actitudes
fascistas. No a los que nos quieren imponer su forma de pensar, a los que
nos quieren vender que un pequeño país -Irak- debe ser destruido porque
puede “atacar” (y vencer, se supone) a Estados Unidos (Bush, dice) y a
España (José Mari, dice). Qué se hable claro, que se diga porque se quiere
hacer esa guerra. Sabemos que no es sólo porque el presidente del Imperio
este aquejado de un nuevo complejo que llamaremos de “Electro”. Sentimos
que Sadam (que tampoco tiene desperdicio) se riera de su papá. Lo que no
entendemos es porque a última hora su papá se dio la vuelta en 1991 sin
llegar a Bagdad. ¿Cuál fue la razón nunca explicada?
Queremos dejar constancia que la situación actual no es IGUAL a la de
1991. La guerra de entonces era para parar los pies a un país que había
invadido a otro. Se trata del mismo país de entonces, de Irak, al que
desde aquella lejana fecha se le mantiene rodeado (como a Cuba), impedido
a recibir ayudas de fuera, lo que implica que se carezca de lo necesario:
medicinas, alimentos... Allí, en un país en el que mana el petróleo, ahora
mismito se contemplan unas de las mayores mortalidades infantiles del
mundo. ¿Cuál es la verdad de esta guerra? Podemos intuir algunas. No
todas. Y no son de recibo. En Irak nació la civilización. Nada más
trágico, en un sentido circular, que su destrucción supusiera el fin de la
civilización. No olvidemos tampoco que el país que armó a Sadam (y a Bin
Laden) fue Estados Unidos.
No a la
guerra, ni a la censura. Sí a la libertad de expresarnos, al desarme
total, es decir el de USA incluido. Amamos la vida, amamos este mundo que
unos cuantos quieren convertir en inhabitable, unos cuantos, además, que
tienen en general en sus manos toda la riqueza de este desabastecido
planeta. Ojalá los ladridos se transformen en serenos foros. Y que el amor
y la unidad resplandezca. Bienvenidos los cómicos que en los premios Goya
han gritado a España entera a través de la televisión publica que quieren
vivir en paz, que quieren trabajar en paz, que quieren que se les (nos)
escuche, que un gobierno no se crea haber recibido un cheque en blanco
electoral para convertir a sus ciudadanos en muñecos de guiñol. No se dan
cuenta que ellos, los políticos, terminan por ser los únicos muñecos de
esta lastimosa ceremonia de la confusión.
Hagamos
pues todo lo que esté en nuestra manos para parar el fascismo, la barbarie
que nos amenaza, para sentir que todos los habitantes del globo somos
hermanos en el amor y en el dolor. No olvidemos que en esta guerra que nos
amenaza los americanos tienen lejos al país afectado (o a los que puede
infectar el odio), pero nosotros, la vieja y la “joven” Europa, estamos al
lado, a tiro de piedra como quien dice del conflicto. ¿Es que acaso para
su tranquilidad el señor Bush quiere que todo, menos su enorme y complejo
país, sea destruido? Un juego peligroso al que esta tratando de jugar este
vaquero tejano, emulo de aquel otro que montara la bomba que caía al final
de la inteligente Teléfono rojo: volamos hacia Moscú del gran
Stanley Kubrick. Un juego el de Bush Jr. que puede terminar por devorarnos
a todos.
5.-
GRACIAS
Las
ansias del Gobierno por echar a la Presidenta de la Academia se han vuelto
en su contra. Campoy ha rectificado. Su palabra ha quedado en entredicho.
Amenazó con dimitir como Presidente de los Productores si no “echaba” a
Marisa Paredes. No ha dimitido. Al no conseguir sus objetivos ha pedido
calma. Quiere seguir cortando el bacalao. Los tres o cuatro productores
que le acompañaron en su peticionaria dimisión eran el vivo ejemplo del
servilismo, de la traición, y de intentar salvar los muebles. Sus nombres
son un reflejo de sus acciones y sus películas.
El cine
español, con Almodóvar entre todos ellos, ha dicho que valoran la
libertad, que a ellos no les compra nada con plebandas o dinero. Los
“cómicos-artistas” han hablado en nombre de la mayoría silenciosa. Han
dado la cara. Le han cantado, y contado las verdades al pueblo español
sobre la actitud de un Gobierno cada vez más déspota. En su nombre le han
pedido explicaciones. Y le han dicho de aquí no pasamos. Ya está bien.
Honrados y valientes se han tirado al ruedo. Os queremos. A todos. Sois
grandes. Habéis dado una lección a España y al mundo entero. Ahora sí se
puede decir que este cine español, el de aquí y ahora, es grande y
generoso, eficaz, políticamente comprometido. Vuestra lección ha sido
maravillosa. Un sobresaliente para la Academia, para todos los que
trabajan en el cine español. Muchas gracias.
Adolfo
Bellido López
(Director
de EN CADENA DOS).
CUANDO
LOS MUNDOS CHOCAN
Frente
al (desmesurado y extraño) éxito de la última película de Fernando León,
Los lunes al sol, y a las
alabanzas críticas a la pobre El
robo más grande jamás contado, nos encontramos con la escasa
aceptación (o interés) con el que se reciben ciertas películas españolas
arriesgadas y adultas. Tal ha sido el caso, hace algunos meses, del filme
de Ungria, El deseo de ser piel roja, y actualmente ha vuelto a ocurrir con el
estreno, casi ignorado, de Octavia,
la película con la que al parecer Patino se despide del cine. No es raro,
que al anunciar el director salmantino su retirada, pronunciase, al final,
unas palabras, más cáusticas de lo que pueden parecer en una primera
lectura: “me voy porque no
entiendo el cine que actualmente se hace”. Lo que se escondía tras
esa frase se debe a que Patino (presente en la sección oficial del
festival de San Sebastián, figura homenajeada en el festival de
Valladolid) no puede comprender qué hay detrás de esas (falsas) películas
llenas de buenos sentimientos y hechas de malas formas, que reciben el
beneplácito de un público (y de unos jurados) cada vez mas desorientado
(u aleccionado indirectamente para asumir su desinformación por los
medios que deberían hacerlo) y de una crítica comprada o subida a una
extraña e irreal nube.
Nadie
que sepa un poco de cine puede admitir que títulos como el citado Los
lunes al sol o la última (frustrada y frustrante) película de
Aristarian se hayan elevado en el Palmarés de un Festival de Cine por
encima de Octavia o Historias
mínimas. El filme de Patino es más grande que muchos de los
premiados, al ser un cine experimental, inquietante en su lenguaje,
moderno en su concepción y todo lo imperfecto que se quiera, al igual que
lo es el resto de sus obras. El de Sorín (al menos premiado) es también
grande al contar primorosamente unas pequeñas y atrayentes historias de
personajes igualmente atrayentes, y todo ello con escasos medios. Ambos
directores, desde posiciones distintas, parecen estar inventando el cine
en cada plano de las películas citadas. Frente al manierismo de León y
Aristarain, con el sentido grandilocuente, engolado, de sus
planos-discurso, las obras de Patino y de Sorin, desde el intelectualismo
de la primera y la sencillez de la segunda, afrontan la irrealidad-real de
un mundo lleno de mentiras y de falsas esperanzas. Un discurso, el de
ellos, que procede de unas imágenes no subrayadas en las que no se
fuerzan ni situaciones ni personajes, evitando llegar desde el tópico (de
lo que hacen gala los dos otros títulos) a la (falsa) concienciación de
unos espectadores que ignoran, desde hace tiempo, el significado de esa
palabra.
Hemos
querido dedicar el “Rashomon” de este número a Patino. No porque se “haya
despedido de lo que más ama y mejor conoce”, el cine, sino porque
deseamos expresar nuestra admiración hacia uno de los directores más
importantes (y modernos) de nuestra endeble cinematografía. Un cine el
suyo que, como Ángel Fernández Santos expresaba en la crítica de Octavia,
seguirá vivo y novedoso dentro de 50 años (mientras el cine, añadimos
nosotros, siga existiendo). Algo que es privilegio de pocas obras: de
aquellas realmente importantes.
Este
es el último número del año de nuestra revista. A partir de ahora
nuestra salida no se producirá siempre en forma mensual. Nuestra
periodicidad estará en función de otras circunstancias. De ahí que
aparezca, ya, el número de la revista sin indicar mes. Preferimos que así
sea. Ahora bien intentaremos, siempre, indicar en cada nuevo número
cuando (de forma aproximada) aparecerá el siguiente. Si hemos tomado esta
decisión es porque deseamos seguir haciendo una revista seria y crítica,
sin concesiones, ni paños calientes. Veraz e insobornable ante las
tentaciones, cercos y zancadillas que encandilan desde los centros de
cualquier poder, sin ignorar que uno de los más importantes es el mediático.
Esos mismos medios (u otros semejantes) que entran en la producción de Los lunes al sol y que sin ningún reparo (esa o cualquier otra de
sus películas) alaban en sus medios.
Como
productor del citado filme de León aparece también Elías Querejeta,
alguien que produjo un cine realmente comprometido en los años del
franquismo y que ahora parece refugiarse
en un cine de compromiso light
conforme a los tiempos que corren. Filme escasamente arriesgado,
conformista, que juega a la carta de quedar bien con todo el mundo e
incluye (para escarnio de cualquier cine socio-realista) una secuencia tan
bochornosa (entre otras varias) como la del “cuidado” del niño por
los improvisados “canguros”. Lo más lamentable es que el público
admita algo tan falso como la cumbre de una denuncia (y situación) real y
tome como reales a unos obreros que para nada tienen que ver con los
obreros que, por ejemplo, pinta un Loach o un Leigh. Esos sí lo son. Los
de León son de guardarropía. Con todo, la película recibió el primer
premio en el festival donostiarra. ¿Será casual que las películas
producidas total o parcialmente por Querejeta hayan sido galardonadas a lo
largo de los años con muchos primeros premios en el citado festival? No
queremos, por favor, ser mal pensados, pero...
Hay
más cosas (hechos recientes) para hablar o comentar. Por ejemplo digamos
que la Asociación Nacional Eclesiástica de los Medios, o algo así,
recomienda la visión de Los lunes
al sol, por ser su reflejo “honesto” y “veraz” (suponemos) de
la realidad social del país. Eso sí existe una coletilla final en su
(honesto y veraz) informe. La citada comisión pontifica que los obreros
en paro (o algo así) del citado filme deberían haber realizado una acción
positiva en vez de seguir “a la deriva”, como por ejemplo (lo dicen
ellos no nosotros) aquella que en su día propugnaron los obreros (tan
falsos como estos) de Full Monty,
o sea deberían haberse convertido en protagonistas de un espectáculo de streaptease.
¡Bonita salida, sí señores!
Pero
vayamos de más a mejor: aquí en la ciudad de Valencia (España) otra
organización y organizaciones unidas a la Iglesia (que como se sabe sólo
es una y verdadera) ha tachado de escandaloso un ciclo de cine (denominado
“escándalo”) organizado por la Mostra de Cine de Valencia. No sabemos
si todo este follón será en serio o tan sólo una broma, cuya única
intención sea dar publicidad a un certamen más muerto que vivo. No se
comprende cómo alguien, a estas alturas, puede decir que van contra los
principios de la Iglesia Católica las películas incluidas en el citado
ciclo. Si se miran los títulos que componen tal ciclo (por otra parte
absurdo), se puede comprobar que sólo dos títulos entran dentro de lo
religioso. Se trata de La religiosa de
Rivette y de Yo te saludo, María de
Godard. Los otros son títulos que en su momento (y no exactamente por ir
contra la religión en general o una en particular) levantaron cierto escándalo.
O mejor fueron prohibidos en España para mayores ingresos de Perpignan,
donde se organizaban maratonianas sesiones a finales de los años 60 y
comienzos de los 70 para espectadores españoles, que en viajes
convenientemente organizadas pasaban la frontera para ponerse al día en
el cine que se hacia en aquel momento. Se trata de películas tales como El
último tango en París (Bertolucci)
o La gran comilona (Ferreri),
cuya “obscenidad” sería superada sin duda por muchos títulos que se
estrenan actualmente en los cines comerciales. Las asociaciones de marras
por boca de su “sabio” presidente y con el beneplácito del Arzobispo
Valenciano han caído, con sus pronunciamientos, en el mayor de los ridículos.
Sería para tomar a broma su condena de unos filmes “inocentes”, si
tras sus palabras o misivas no se
escondiesen las figuras de los terribles inquisidores que hemos tenido que
padecer (en nuestro país) a lo largo de tantos siglos. Gente arrogante
como dioses que se creen en el derecho de condenar y enunciar edictos de
riguroso cumplimiento. Según ellos, por una clara razón: nos quieren
salvar, quieren evitar el deterioro del cristianismo, ya que ellos
son sus
claros representantes. Igual que Bush y sus acólitos o, en otra línea,
de Bin Ladden (si realmente existe) y sus organizaciones reflejos de la
“espectra” bondiana.
Salvadores
del mundo elegidos por no se sabe muy bien quien. Líderes de santísimas
cruzadas en el hoy y en ayer. En el fondo fanáticos seres que sólo
admiten su (falsa) verdad. Absurda, como siempre ha ocurrido, su actitud
ya que (suponiendo que nos dejen) el ser humano, como adulto dotado de
libre albedrío, es quien debe escoger el camino a seguir. Nadie obliga a
nadie a entrar en este o aquel cine a escoger tal o cual programa de
televisión. Va, o lo ve, quién quiere. Si ellos no lo pueden admitir que
no vayan, se salgan o cambien de cadena. Pero que nos dejen en paz.
Siempre nos han dado miedo los salvadores de lo que sea (patria, moral, género
humano...). Sorprende también, por otra parte, que en sus
pronunciamientos ex–cátedra no hayan dicho ni una palabra sobre un
filme, no hace mucho estrenado entre nosotros, altamente crítico –una
auténtica carga de profundidad- contra la Jerarquía católica, contra la
escasa o nula moralidad de muchos de sus “sacerdotes”. Nos referimos a
El crimen del Padre Amaro, algunas de cuyas imágenes son más
arriesgadas que algunas de las más demenciales orquestadas por Buñuel. .
Estas
gentes, llamadas religiosas, han dado en Valencia un claro ejemplo de
intransigencia, de ansias dictatoriales (que creíamos ya perdidas en la
noche de los tiempos). No contentos con ello anuncian un festival de cine
(de valores humanos) bajo su patrocinio y mando. Para ponerse a temblar.
Ya que tanto les interesa la Iglesia (la Católica, por supuesto) y su
salvaguardia, más les valdría barrer dentro de la casa, porque a la
Iglesia más daño le hace (y supone más escándalo) la actitud de
ciertos “ministros” o mandatarios que unas cuantas películas. Sólo
basta acudir a los medios de información y ver aireados algunos de sus
trapicheos (Gescartera, sin ir más lejos) y actitudes indeseables (que se
intenta ocultar) de abusos sexuales a niños (por centrarnos en un
doloroso y frecuente caso), basándose en la autoridad y en el dominio que
se ejerce sobre unos seres a los, presumiblemente, debe protegerse. Eso sí
supone un verdadero escándalo. Algo que, a sus dirigentes, debe preocupar
más que la presencia en un (mal) festival de un ciclo que hoy resulta
casi ingenuo ante las miles de secuencias de violencia, de ideologías
peligrosas y de gratuita y vulgar exhibición sexual (no desinhibición
gratuita y vulgar) que derraman por el mundo las imágenes de gran parte
del cine y las cadenas de televisión actuales.
Tristes
inquisidores déjennos en paz. Húndanse en su catacumbas milenarias y
rumien su fanático furor envueltos en esa ignorancia infantilmente
peligrosa. Porque, además, resulta (¿no lo sabían?) que los sacrosantos
dictadores proclaman no conocer, no haber visto aquello que intentan
prohibir: una auténtica marcianada.
Adolfo
Bellido López
(Director
de EN CADENA DOS).
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