Sin perdón
Principal ] Arriba ] Las flores de Harrison ] [ Quiero ser famosa ]

 

Quiero ser famosa

Dominique Deruddene adquirió, hace unos años, cierta fama con Amor loco. Éste que hora vemos es su quinto largometraje. De manera sorprendente fue nominado para el Oscar a la mejor película extranjera. Debe ser, porque todo valía con tal de que Tigre y dragón no tuviera contrincantes de altura. Realmente este salto a la fama carece de atractivos. Tiene (demasiadas) ideas pero mal desarrolladas.

Al menos hay tres caminos importantes: el del padre que quiere ver triunfar a su hija como cantante (le puso el nombre de Marva en honor de una cantante); la historia de la cantante de éxito pero cuyo verdadero interés se encamina hacía... la mecánica de los coches; y, en fin, el tercero que (engloba a los otros dos) cuenta la manipulación de la televisión (alineación colectiva, encumbramiento de mediocres artistas).

La verdad es que cualquiera de esos caminos, que se cruzan y encuentran a lo largo de la narración, podría ser válido aisladamente. Pero no lo son. Lo que comienza como una crónica de la vida monótona (pero, hay que tenerlo muy en cuenta, feliz) de una familia de clase trabajadora da paso, por acción del destino, al secuestro (y, se supone, posterior liberación personal) de la cantante famosa. El secuestrador, claro, ha sido el padre de Marva para conseguir que su hija cante una canción que él ha preparado tatareándola.

El final es un total disloque: la chica que no sabe cantar echa el resto al ver “el sacrificio de su padre”. Los espectadores de la tele convierten en éxito arrollador la vulgar canción. El raptor es aclamado, incluso, por la policía. Mientras tanto la famosa cantante se marcha a Australia con el amigo del raptor ya que ha descubierto el verdadero amor.

O sea que una parte recuerda demasiado (¡que casualidad!) a dos películas recientes de temas parecidos, Obra maestra y Cecil B. Demente, que a su vez recuerdan a Átame y al original de todas ellas (pero en registro distinto) que es El coleccionista de William Wyler.

Si los primeros momentos pueden resultar válidos (el padre, después del turno de noche en la fábrica, llega a casa, prepara el desayuno a la familia y trata que escuchen la “melodía” que se le ha quedado grabada), lo que sigue quiere ser gracioso. Naturalmente la gracia no existe por parte alguna.

Lo más grave es lo equivocado de su tesis, de la idea que desea trasmitirse. El “triunfo” del padre puede entenderse como propio de su continuado esfuerzo. Lo lógico sería que los sueños quedaran rotos. Cosas de los tiempos.

Los personajes (en su mayoría) están mal trazados. Se mueven de acuerdo a los vaivenes del guión. Sobre todo los secundarios. Inconcebible la cantante famosa y su “actuación” cuando permanece “prisionera” (es un decir), así como su enamorado colaborador del secuestrador (en realidad un amigo del padre de Marva, al que hace un favor de... amigo). Como también es difícilmente digerible la forma de encadenarse los acontecimientos (compra del somnífero, coche que se estropea, aparición de la cantante, su “necesidad” de tomar té...).

Parece ser que la película quiere ser graciosa. Claramente no lo es. Es tan tonta como la aspirante a Madonna. Con personajes-tipos como el dirigente-promotor de la televisión y su secretaria (tópicos y mal dibujados) poca crítica se va a hacer del medio.

En fin, que a su término todo parece aclararse. El esfuerzo (¿o no?) ha merecido la pena. Para que el espectador se distancie (se supone) de la historia se incluyen unas canciones (a modo de entreactos) que (se supone) tratan de explicar lo que las imágenes muestran. Otra tontería más, que pretenderá inteligente, del señor director.

 Mr. Arkadin                

Ledereen Beroemd! 

Nacionalidad: Bélgica-Holana-Francia, 2000. 

Argumento, guión y dirección: Dominique Deruddene. 

Intérpretes: José de Pawn, Eva van der Gucht, Werner de Smedt

 

Volver al SUMARIO Página ANTERIOR Página SIGUIENTE Ir a la ÚLTIMA PÁGINA
 

Principal ] Arriba ] Las flores de Harrison ] [ Quiero ser famosa ]