Aunque la mayoría de
los socios fundadores de EN CADENA DOS vivimos a orillas del
Mediterráneo, en Valencia, tenemos un colaborador cuyo domicilio se
encuentra a orillas... ¡del Guadalquivir!, pero su espíritu es tan
mediterráneo como el nuestro. Cada mes os invita a acompañarle en el
análisis de un tema cinematográfico de actualidad.
LA EDUCACIÓN
CINEMATOGRÁFICA
Por
Juan
de Pablos Pons
Tratar
de establecer las diferentes maneras a través de las cuales podemos
mejorar nuestra formación cinematográfica nos lleva a identificar
variadas opciones. Una de las más importantes es sin duda el contacto con
películas de calidad. Ejercer el papel de espectadores nos permite
acceder a una vía formativa fundamental. Diversificando nuestros
objetivos, también podríamos mencionar otras vías como la lectura de
libros sobre cine y, lógicamente desde un punto de vista meramente
formal, el acceso a las instituciones pedagógicas dedicadas a este medio
de expresión.
Si nos planteamos
qué películas de la cartelera actual tienen ese valor añadido que
consiste en aportar propuestas de interés, más allá del simple
(literalmente) entretenimiento, llegamos rápidamente a una primera
conclusión: difícilmente podemos proponer películas norteamericanas.
Esto supone que aproximadamente el 80 % de la producción total que nos
ofrecen las pantallas de nuestros cines, no tiene mayor interés que el de
pasar un rato más o menos divertido (lo cual quizás no es poco en los
tiempos que corren). Por lo tanto, parece necesario acudir a otras
cinematografías para encontrar películas que nos fascinen por su manera
de contar una historia, porque sus mensajes nos hagan reflexionar o porque
su lenguaje nos produzca un placer estético. Para ilustrar esta idea
vamos a referirnos a tres películas, muy diferentes entre sí, pero que
reúnen algunas de esas características. Inicialmente, por tanto, su único
elemento en común es el de no ser producidas en los Estados Unidos.
La primera de
ellas, In the mood for love
(Deseando amar) http://www.inthemoodforlove-wkm.com
del director chino Wong Kar-Wai. Se trata de una fascinante
historia cinematográfica, caracterizada por estar contada con una
maravillosa sensibilidad. Está producida por Francia y Hong Kong y
estrenada en España en este año 2001. El argumento es sencillo. La
historia se sitúa en la ciudad de Hong Kong de los años sesenta, donde
un periodista de un rotativo local se traslada de domicilio junto a su
esposa. Este redactor conoce así a una mujer extrordinariamente bella,
que también se ha trasladado recientemente con su marido a la misma
comunidad de vecinos. Ella trabaja en una compañía de exportaciones y su
esposo trabaja en una importante empresa japonesa. Esto es causa de que
viaje con mucha frecuencia. El periodista y la fascinante mujer que han
entablado una amistad respetuosa y franca, descubren en un determinado
momento que sus respectivas parejas mantienen una relación sentimental.
La extraordinaria
elegancia y sensibilidad con la que Wong Kar-Wai nos muestra la evolución
sentimental y el dolor de ser engañados por un ser querido, es toda una
lección de sabiduría cinematográfica. Con un planteamiento de corte
minimalista en el que se prescinde de escenarios exteriores, de subtramas
e incluso descartando la presencia de elementos fundamentales de la
historia (los adúlteros prácticamente no aparecen en toda la película),
el film avanza arrastrando al espectador hacia el interior de los
personajes engañados. El trabajo de interpretación de los dos
protagonistas es impresionante. El periodista interpretado por Tony Leung
es un prodigio de contención y elegancia. Maggie Cheung fascina a los
espectadores con su rostro y su capacidad de expresar sus sentimientos con
una rara sencillez.
¿Qué podemos
aprender de esta preciosa película? Fundamentalmente la lección de que
es posible contar con pocos medios, deliberadamente escasos, un drama
humano que se abre ante los espectadores como una flor extraordinariamente
bella, y que por ley de vida termina cayendo al suelo, cumplida su misión
vital.
En
el extremo opuesto, en cuanto a concepción visual y narrativa, pero también
una película para ver con algo más que un cartucho de palomitas en las
manos, se sitúa Amores Perros, del mexicano Alejandro González Iñárritu, rodada
en el año 2000. En este film, los ambientes y escenarios reales de Ciudad
de México son un componente fundamental y clave en las tres historias
tremendas y violentas que tienen como único elemento común un
espeluznante accidente de tráfico. Aquí lo que se propone al espectador
es una reflexión sobre la violencia en sus diferentes facetas: la
violencia social, que es el caso de la primera historia en la que son
protagonistas los adolescentes urbanos de la capital mexicana, los
habitantes de sus suburbios. Los mismos suburbios y los mismos
adolescentes que Luis Buñuel nos presentaba en Los Olvidados (1950). Pero también la violencia psicológica y
hasta la política (las otras dos historias cruzadas del film). En todos
los casos, nos topamos con la violencia que destruye a la persona, reduciéndola
a la condición de animal.
Amores
perros, http://www.lionsgatefilms.com/amoresperrros/html
estéticamente
tiene un tratamiento barroco con imágenes que buscan impactar al
espectador con una visión de la historia que, buscando un paralelismo
equivalente en cuanto a estilo literario, podríamos denominar realismo
sucio. Película de carácter coral en donde brilla especialmente el joven
actor mexicano Gael García Bernal, cuyo personaje hace pelear a su perro
para ganarse la vida y poder tener ilusión en un futuro mejor, por otra
parte inalcanzable. Film muy interesante desde el punto de vista de la
construcción del guión y del desarrollo de la lógica cinematográfica.
Finalmente, un
tercer ejemplo del que aprender, cinematográficamente hablando es el
reciente film británico Billy
Elliot del director también novel Stephen Daldry. Historia que nos
sitúa en la Inglaterra de 1984, donde un niño de once años tiene que
vencer las enormes dificultades familiares para aprender baile clásico.
Película con muchas lecturas, resulta ejemplar la inteligente mezcla de géneros
que nos propone, y de la que ya hemos tratado en esta misma sección, en
el número 20 de nuestra revista: aquí
Como hemos
mencionado al principio de este texto, desde un punto de vista formativo,
además de poder ver cine disponemos de otras opciones más específicas.
Así, el aprendizaje del cine desde una perspectiva académica nos abre el
campo (ciertamente espinoso) de las escuelas de cine. No pretendemos
abordar aquí este debate. Únicamente señalar como referente de interés
la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños
en Cuba. Una institución educativa ejemplar en muchos sentidos. Sus
cursos regulares (dos años) y talleres impartidos por profesionales de
primer nivel y su excelente planificación suponen un ejemplo a seguir. En
su página web podemos encontrar una buena información y hasta cortos
realizados por sus alumnos http://www.kwnuevocinelatino.kataweb.es/eictv.html.
Es en esta Escuela donde se ha
formado el director andaluz Benito Zambrano, cuya ópera prima Solas
(1999) es un prodigioso trabajo cinematográfico que sin apenas medios ha
sido ampliamente respaldada por el público. En ese sentido es un buen
ejemplo para señalar que no únicamente lo comercial y la falta de
originalidad es lo que acepta la mayoría.
Y para finalizar
un libro. Afortunadamente los libros dedicados al cine en sus más
variados aspectos cada vez son más abundantes. Precisamente como excepción
vamos a citar un texto dedicado a uno de los pocos directores
norteamericanos actuales cuya obra en conjunto resulta destacable. El
libro se titula Tim Burton. Cuentos en sombras
(Glénat, Barcelona. 2000). Escrito por Jordi Sánchez-Navarro, es un
completo estudio, bien escrito y de lectura entretenida sobre la obra del
director de películas como Ed Wood
o Sleepy Hollow. Muy
recomendable.
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