Nueva York

  05 Octubre 2014

La metrópolis que enamoró al celuloide

atrapado-por-su-pasadoNueva York ha sido el escenario sobre el que se han desarrollado gran parte de las películas estadounidenses, tanto provenientes de la industria hollywoodiense, como aquellas de arte y ensayo que han sabido captar la esencia de la ciudad, detrás de la magnitud imponente de sus enormes construcciones y su vida ajetreada.

Por Nueva York hemos visto bailar a Fred Astaire y Ginger Rogers en los sofisticados locales de gente adinerada de sus particulares rascacielos, a James Cagney en la piel de un desalmado criminal en el Lower Mathattan y a James Stewart observando a sus pintorescos vecinos en uno de los vecindarios característicos de Greenwich Village. Pero además, Nueva York se caracteriza por haber sido la ciudad más veces amenazada, bombardeada y reducida a escombros en numerosas películas de aventura y ciencia ficción.

Los súper villanos más peligrosos del mundo del cómic han desarrollado sus ingeniosas artimañas en la gran manzana y por sus calles y rascacielos han rescatado a toda la especie humana (como si Nueva York fuese el corazón de la tierra, cuya destrucción conllevara el fin del mundo) los superhéroes más emblemáticos, desde Superman a Spiderman y de Daredevil a Batman.

Harlem y Columbia: escenarios de cine en el Uptown

Aunque casi toda la película se rodó en estudio, en West Side Story somos testigos de los enfrentamientos entre los Shark y los Jets en el interior de un patio de colegio público situado en lo que se conoce como el Spanish Harlem, dada la alta concentración de inmigrantes portorriqueños.

Esta película dirigida por Robert Wise en 1961, refleja de manera poética —bajo el mito de la gran obra de Shakespeare, Romeo y Julieta, y en clave de musical con unas brillantes coreografías dirigidas por Jerome Robbins— las tensiones habidas sobre los años 60 en los barrios marginales de Nueva York, entre los latinos, en su mayor parte portorriqueños, que se hacían llamar los Shark y cuyo líder principal era el oscarizado George Chakiris; y los Jets, que son nacidos en América, pero de familias problemáticas, cuyas  madres son en su mayoría prostitutas y sus padres alcohólicos.

Tampoco pasó desapercibido el East Harlem a los ojos de Brian de Palma, donde rodó casi todas las escenas de Atrapado por su pasado, en la cual un antiguo traficante de drogas portorriqueño vuelve a su barrio tras cinco años de cárcel, tratando de huir de una vida que lo ha marcado por siempre y donde todos los que parecían ser sus amigos se pegan como lapas a él, con el único objetivo de verse beneficiados por el respeto que éste ha despertado entre todos sus compatriotas.

La prestigiosa universidad de Columbia ha sido escogida por muchos directores como localización para sus películas. Es el caso de Michel Gondry, en cuya metafórica obra ¡Olvídate de mí! sitúa los furtivos encuentros entre Clementine, papel interpretado por Kate Winslet, y Joel, al que encarna Jim Carrey, en la librería de dicha universidad. Todos los que nos hemos dejado seducir por el misterio y la suntuosidad de sus imágenes oníricas recordaremos los libros que ocupan hacinados las sobrias estanterías volverse completamente blancos, en señal de amenaza ante el fin de los recuerdos de Joel.

Es en el campus de la misma universidad donde el famoso equipo de genios locos que forman Los Cazafantasmas se reúne a comentar los sorprendentes casos ocurridos en la Biblioteca Nacional, poco antes de ser despedidos del centro por el propio director.

Los acontecimientos extraños son algo recurrentes en una universidad que no tiene nada de misterioso en su arquitectura; y curiosamente Sam Raimi eligió que fuera en uno de sus laboratorios de ciencias el lugar en el que a Peter Parker le picara la araña que lo convertiría en Spiderman en la primera entrega de la famosa trilogía.

uptown olvidate de mi

Diversidad narrativa en los acomodados barrios del Upper Side

El prestigioso epicentro cultural neoyorkino, el Lincoln Center, hace del Upper West Side la zona más frecuentada por la alta burguesía intelectual. Este edificio tiene un papel primordial en Cisne Negro, la galardonada obra de Darren Aronofsky; donde la reconocida bailarina Nina, a la que encarna la virtuosa Natalie Portman, ensaya día tras día la coreografía por la que interpretará al personaje principal en una versión renovada de El lago de los cisnes.

Al principio del film, Nina sale del metro y cruza la plaza de Lincoln Square. En ese mismo lugar sucede uno de los cortejos descarados entre Bill Murray y Sigourney Weaver en Cazafantasmas.

The Bramford, la siniestra mansión a la que se mudan Rosemary y Guy Woodhouse al principio de la obra de Polanski La semilla del diablo, es en realidad el Dakota Building, un tenebroso edificio puntiagudo con toques góticos situado en el West Side. Se dice que el edificio está ocupado por numerosos brujos y practicantes de magia negra y que esconde un misterio que nadie ha sabido desvelar. Quizás esta fama se la ha ganado por haber sido, delante de su puerta principal, el lugar donde John Lennon fue asesinado a tiros.

En uno de los lugares más emblemáticos de Central Park está la Merchant’s Gate, que contiene un bello monumento en memoria de los marinos que murieron en el USS Maine. Es en ese lugar donde Travis, el ambiguo personaje que refleja Martin Scorsese en su mítica película Taxi driver, trata de asesinar sin éxito al senador Palantine en uno de los últimos mítines que hace antes de celebrarse las elecciones generales.

También en el West Side se encuentra el imponente New York County Supreme Court, por cuyas escalinatas descienden satisfechos David Kleinfeld, al que da vida Sean Penn, y Carlito, interpretado por Al Pacino, tras haber sido liberado este último de la cárcel tras cinco años de prisión en el inquietante film de Brian de Palma Atrapado por su pasado.

Al otro lado de Central Park, en uno de los edificios de ladrillo con escalinata de entrada tan particulares del Upper East Side, se encuentra el apartamento donde Holly Golightly armaba sus multitudinarias fiestas de ricos en la gran adaptación de la obra de Truman Capote Desayuno con diamantes. Aunque es verdad que todos los interiores se rodaron en estudio, la entrada sigue prácticamente tal cual aparece en la película.

Sam Raimi es uno de los directores de películas de ciencia ficción que más localizaciones reales emplea en sus películas. Aunque bien es verdad que la tecnología digital está siempre presente de un modo casi inevitable, la recreación total de las escenas no sigue ese proceso, y elige escenarios de carne y hueso. En la saga Spiderman todo ocurre en Nueva York, y sólo un gran conocedor de la ciudad puede tener tanto ojo a la hora de visualizar las escenas en su localización precisa.

En el primer largometraje el Duende Verde decide atacar a unos turistas que habían decidido pasar un buen rato en una de las cabinas rojas del teleférico que conecta Manhattan con Roosvelt Island y que sobrevuela todo el East Side con unas panorámicas que dejan a cualquier observador sin aliento. No es una escena de paso, pues es importante la decisión que debe tomar Spiderman  en este punto: si salvar a su querida Mary Jane, que está a punto de caer desde el puente de Queensboro; o a los desconocidos turistas del teleférico.

upper side taxi driver

Los grandes mitos cinematográficos del Midtown

¡Cómo olvidarlo! La enorme mano de King Kong agarrando a la minúscula pero gritona Fay Wray desde su estudio en el Empire State; y qué decir de la ahora llamativa y luminosa Times Square, en la época en que la prostitución callejera y las drogas eran su marca de identidad, tal y como se ve reflejado en la impecable obra de William Friedkin French Connection.

El Midtown es el centro de Manhattan, el que contiene los lugares más conocidos de Nueva York (en buena medida gracias al cine) y por ello, es la zona que despierta más interés entre todos los visitantes.

No es de extrañar que un joven turista recién llegado se vea sorprendido por las oleadas de gente que va y viene, que se cruzan en avenidas gigantes sin dejar un solo hueco para respirar, con sus icónicos restaurantes de comida rápida, sus tiendas de lujo, cines que abren hasta altas horas de la madrugada, al igual que las particulares lavanderías, históricos bares de jazz, folk, soul o cabarets de gente en busca de un poco de conversación “y lo que surja”, y uniendo todo ese conglomerado variopinto están los grandes anuncios publicitarios, a cada cual más llamativo. De todo cabe en el corazón de Manhattan.

Así fue cómo el director John Schlesinger reflejó la llegada a la ciudad soñada de Joe Buck, papel interpretado por Jon Voight en su obra maestra Cowboy de medianoche. Los atractivos escaparates que llamarían la atención hasta del más convencido anticapitalista, el toque sofisticado de las señoras más snob de la Gran Manzana, con sus perros adornados con complementos a juego, los hombres trajeados, que se pasean sin mirar a nadie,  que se asustan de cualquier paseante que se dirija a ellos. Schlesinger atrapa ese prisma de una ciudad en la que, como diría Paul Varjak en Desayuno con diamantes: “en Nueva York todo el mundo dice que nunca llegas a conocer a tus vecinos”.

En la Quinta Avenida hemos visto de todo. A Peter Parker deslizarse con su tela de araña de edificio en edificio o a Los Vengadores celebrar su triunfo final en lo alto de sus rascacielos. Pero también muchos de sus clubs nocturnos son relevantes por su historia y tantas celebridades que han pasado por sus barras, mesas y escenarios. Oliver Stone eligió el mítico Club 21 para sentar a Michael Douglas y Charlie Sheen en el comienzo de esa falsa amistad en la que Bud se ve seducido por los placeres del lujo y la buena vida en la magistral Wall Street.

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Queda sellada en la memoria de todo cinéfilo la silueta escuálida pero sutil de Audrey Hepburn tomando un enorme cruasán frente al escaparate de la lujosa joyería Tiffany’s de la Quinta Avenida, sonando de fondo la fabulosa melodía Moon River en ese comienzo de una de las películas más emblemáticas de toda la historia del cine.

A pocos metros se encuentra la centenaria juguetería FAO Schwarz, gracias a la cual Tom Hanks se convierte en un fulgurante ejecutivo en uno de los grandes blockbusters de la década de los 80, Big. La juguetería, que puede presumir de tener la mayor tienda de caramelos y chucherías del mundo, contiene en su piso superior el famoso piano gigante al nivel del suelo sobre el que Tom Hanks y Robert Loggia tocaban en una de las famosísimas escenas de la película.

No muy lejos podemos encontrarnos con la New York Public Library, donde Blake Edwards rodó varias de las escenas de Desayuno con diamantes. También aquí se desarrolla la misteriosa y a la vez divertida secuencia inicial de Los Cazafantasmas, donde un espíritu algo rebelde revuelve cajones, vacía estanterías y aterroriza a la modesta bibliotecaria, que entra en estado de shock.

Pero no sólo es la Quinta Avenida la que reúne momentos icónicos de la historia del cine, Lexington Avenue puede presumir de tener la rejilla de metro que levantó las faldas de la inigualable Marilyn Monroe en La tentación vive arriba, famosa obra del maestro de la comedia Willy Wilder dirigida en 1956. Aunque bien es cierto que la dificultad que supuso acabar esas escenas, dada la cantidad de fans que se acercaban a observar el rodaje, hizo que Wilder recreara la toma en estudio; los brutos que se rodaron en Lexington Avenue se difundieron de tal forma que han quedado sellados en la memoria de todos, convirtiéndose en la imagen más representativa de la estrella de cine más influyente de todos los tiempos.

En esa misma avenida se haya el Puente de Queensboro, del que ya he nombrado antes la escena en la que Mary Jane se debate entre la vida y la muerte en la primera entrega de la trilogía Spiderman, de Sam Raimi.

manhattan

Pero la magia que lo envuelve como lugar de reposo ante el vaivén de gente y coches que se mueven sin cesar en pleno centro de Nueva York ha sabido encontrarla la agudeza de Woody Allen en Manhattan, la obra que muestra de forma más transparente el amor incondicional del autor por la ciudad que lo ha visto crecer. En forma de canto a la belleza que esconde la gran urbe, se nos muestra el tenue y sigiloso amanecer que sólo un genio de la fotografía como Gordon Willis podría haber captado de forma tan perfecta, con las siluetas de Isaac y Mary sentados en un banco a contraluz, mientras observan el Puente Queensboro hablando de los problemas de la clase burguesa, tan bien conocida por el ingenioso Allen.

No puede pasar desapercibida la emblemática Gran Central Terminal, cuya construcción data de 1913 y que puede presumir de ser una de las estaciones de trenes más grandes del mundo. En su interior se han rodado escenas de numerosas películas, desde Con la muerte en los talones, del genio del cine de suspense Alfred Hitchcock, hasta el encuentro entre Joel y Clementine casi al comienzo de ¡Olvídate de mí!

Pero si hay una secuencia magistral por la que merezca ser recordada la Gran Central Terminal es en la persecución final de Atrapado por su pasado, por la cual Carlito logra despistar a sus rastreadores y encontrarse con su querida Gail, que lo esperaba en uno de los andenes de la famosa estación. Es admirable el tempo perfectamente medido, el juego con los ejes de miradas y de fuga, los extras que se cruzan para confundir y acompañar la suerte del protagonista y ese final de ensueño, donde todo un mundo de sombras de pronto ve la luz en la oscuridad de una noche de invierno; y para acabar, una Penelope Ann Miller desprendiendo el único hilo de ternura que puede caber en un lugar donde la traición es el leit motiv de sus protagonistas.

A orillas del Hudson River Park se halla uno de los museos más peculiares de Nueva York, el Intrepid Museum, un antiguo buque militar construido en 1982 que se empleó como portaaviones durante la Segunda Guerra Mundial y que ahora se ha convertido en un museo flotante.

Tras haber sido destruido el mundo por un virus destructor en Soy Leyenda, adaptación cinematográfica de la obra homónima de Richard Matheson, el director Francis Lawrence nos muestra a un Will Smith decaído, que pasea por un Nueva York en ruinas hasta llegar al Intrepid Museum, lugar donde el protagonista tiene por costumbre jugar al golf como forma de amenizar su solitaria existencia.

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Los múltiples escenarios del Downtown

Si algo le da color a la zona Sur de la isla de Manhattan es la diversidad que le caracteriza. Por las calles donde hasta hace trece años se levantaban las imponentes Torres Gemelas, pasea gente de todo tipo, desde hombres de oficina a mujeres de lo más chic en las áreas del SoHo y Wall Street; jóvenes con sus atuendos modernos, indies, underground, grunge o bohemios en busca de una musa en la que inspirarse en Greenwich Village y turistas en busca de una ganga en el aturullado barrio de Chinatown.

La desconcertante vidente interpretada por una divertida Whoopi Goldberg en la película Ghost, dirigida por Jerry Zucker en 1990, tiene su primer encuentro pactado con Molly (Demi Moore) en el famoso café florentino Mezzogiorno, en pleno centro del SoHo neoyorkino. Muy cerca también se encuentra el recién estrenado apartamento que Molly y su pareja Sam están reformando, y donde tiene lugar una de las escenas eróticas más elegantes del cine moderno.

Ivan Reitman se recorrió todo Manhattan para rodar Los Cazafantasmas. Del Sur escogió los exteriores de la estación de bomberos Hook & Ladder 8 como escenario por el cual su característico coche oficial entraba y salía del cuartel general cada vez que los valientes y torpes muchachos debían atender una emergencia que pudiera provocar el caos en cualquier rincón de la ciudad.

La antigua zona conocida como Little Italy, ya absorbida por el gigantesco barrio de Chinatown, estaba situada en la zona Sur de Manhattan. Adopta ese nombre debido a la gran cantidad de inmigrantes italianos que allí vivían, y fue escenario esencial de la oscarizada trilogía de Francis Ford Coppola El padrino. La inmemorable escena en la cual Don Vito Corleone, interpretado por el gran Marlon Brando, es asesinado ante la mirada expectante de su hijo Fredo, tiene lugar frente al Mietz Building, en pleno centro de Little Italy.

En la segunda parte, se desarrolla una conversación entre un jovencísimo Robert De Niro en el papel de Vito Corleone y el peligroso Fanucci, antes de que este último sea asesinado frente al portal de su casa, en el interior del Caffe Reggio, famoso por haber sido el primero en traer a Estados Unidos la primera máquina de espresso; que aparece al fondo de dicha escena y que se encuentra en la ahora rejuvenecida Greenwich Village.

Puede pasar desapercibido para muchos turistas desconocedores del furor que causó la serie y las sucesivas películas de Sexo en Nueva York, pero lo cierto es que en una de las entradas a uno de los bien cuidados bloques de la arbolada zona residencial del West Village se encuentran las escaleras por donde Carrie (Sarah Jessica Parker) entraba y salía de su apartamento. Decenas de fans se congregan día tras día para intentar hacerse fotos en un lugar que se ha convertido en una especie de santuario para los aficionados a la serie de las amigas más refinadas de Nueva York.

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Los sórdidos lugares de Brooklyn

Al otro lado del East River y alejados del candor de Manhattan encontramos un barrio en el que han nacido verdaderas joyas cinematográficas. Por la popular noria que caracteriza al barrio de Brooklyn y su cautivador paseo marítimo se han rodado escenas de la película que le debió el primer Oscar a Woody Allen, Annie Hall, así como la frenética obra de Darren Aronofsky Requiem por un sueño.

John Badham nos regaló en 1977 su extraordinaria película Fiebre del sábado noche, rodada en su totalidad en el barrio de Brooklyn y que nos permite conocer de cerca la forma de vida de los jóvenes urbanitas provenientes de familias poco pudientes de los años 70. Al ritmo de la pegadiza Stayin’ alive, interpretada por los Bee Gees, Tony Manero se cruza al principio del film Bay Ridge Street casi de punta a punta.

Un desenfrenado John Travolta en el papel de Manero, hacía un despliegue de talento con su particular forma de bailar, que tanto explotó a lo largo de su carrera y que ha sido tantas veces copiada por miles de seguidores, en la pista de la discoteca Spectrum, ya demolida. Por el contrario, los ensayos de baile donde Tony y Stephanie entablaban la gran amistad que les unió al final del film se rodaron en el Philips Dance Studio, que aún hoy puede visitarse. Las vertiginosas escenas donde Travolta y sus indómitos amigos hacían juegos de trapecismo se rodaron en el Verrazano Narrows Bridge, también en Bay Ridge Street.

Spike Lee también escogió, como no podía ser de otro modo, el problemático barrio de Brooklyn para rodar la que sería la película que marcaría un antes y un después en su carrera: Haz lo que debas. Es en Bedford, y más concretamente en Stuyvesant Avenue donde localizó toda la película. La famosa pizzería donde Sal y sus hijos se ven obligados a ganarse la vida a pesar de las tensiones habidas con sus clientes de raza negra, el apartamento de Mookie y su exuberante novia Tina, la tienda de vegetales coreana y hasta el estudio donde un entregado Samuel L. Jackson interpretaba al pacífico locutor de la FM 108 We Love Radio.

Dentro del abandono de las calles más pobres de Brooklyn se esconde el tranquilo barrio residencial de Staten Island, donde en el exterior de una de sus enormes mansiones se rodó la secuencia inicial de El padrino. Aunque se construyeron falsos muros de piedra para dar a la casa un aspecto más señorial y para agrandar sus exteriores juntándolos con los de otra vivienda colindante, es en jardín de la mansión 110 de la calle Longfellow Road donde Don Vito Corleone bailaba con su hija el día de la celebración de su boda.

Esa imagen, al igual que tantas otras que hemos ido repasando a lo largo de estos párrafos, forman parte de toda una historia cinematográfica que ha dado sello de identidad propio a una ciudad que no sólo tiene peso por sí misma, sino que se ha convertido en un lugar idílico pero aparentemente real en el imaginario de todos los soñadores que esperan encontrar en ella la misma intensidad con la que vivieron las historias de sus calles, de sus habitantes y con la que se emocionaron al otro lado del océano.

Escribe Gala Gracia

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