Fast food nation (Fast food nation, 2006)

  02 Agosto 2014

La verdad es difícil de digerir

fast-food-nation-0La verdad es difícil de digerir”. Así de simple y claro se mostraba el slogan de la película de Richard Linklater en su portada. Ese juego de palabras no puede estar mejor ingeniado, pues en Fast food nation se nos muestra la cruda realidad de los restaurantes de comida rápida, que abanderan el icono de la cultura norteamericana, y de toda la cadena de producción que hay detrás; en concreto, cuestiona la falta de sensibilidad de las industrias cárnicas.

Con una fuerza narrativa que no deja indiferente al espectador, el film se caracteriza por un uso de la intensidad narrativa in crescendo y una estructura de historias paralelas que nos muestran varias realidades de personajes con vidas totalmente opuestas que confluyen en varios momentos de la película sin llegar a conocerse verdaderamente y llevando cada uno su camino independiente; pero que les une inevitablemente la industria de producción de carne masiva Uni Globo.

Ese punto de unión, sin embargo, tiene diferentes resultados para cada uno de los protagonistas, ya que significa el origen de la producción de las hamburguesas que le están haciendo rico para Don, un alto ejecutivo de la cadena de comida rápida Mickey’s; motivo de explotación, abusos y accidentes para Sylvia, Raúl y Coco, unos mejicanos que cruzan la frontera de Méjico de forma ilegal y consiguen trabajo en el estado de Colorado; y razón que le motiva a luchar contra las injusticias para Amber, una adolescente que decide dejar su puesto en Mickey’s por propia ideología.

Dura crítica a la mecanización de los restaurantes de comida rápida

Lo más característico de la película es la gran cantidad de problemas tan importantes y actuales que plantea, y lo hace no sólo a través de sus personajes protagonistas; sino de una serie de personajes secundarios que obtienen cierto peso en el film y que inducen a las diversas decisiones que van a tomar los personajes principales.

En primer lugar, hace una dura crítica contra los hábitos alimenticios de la sociedad americana por el abuso de lo que conocemos como “comida basura”. Al principio se nos da el dato clave: que el crecimiento de las ventas en la cadena Mickey’s (ficticia, pero representativa) ha sido de un 8,4% y que gente con perfiles muy dispares consume más cada día (adolescentes, grandes consumidores, padres de familia, abuelos…).

Después, arremete contra grandes productoras de cine y televisión que producen contenidos para niños (en concreto se nombran Disney y la BBC) por acordar convenios con los fast food y vender los derechos de sus personajes más exitosos en ese momento por ingentes cantidades de dinero para que las cadenas de comida puedan explotarlos en sus menús infantiles ofreciéndoles regalos a cambio, sin ningún tipo de ética ni moral.

Saca a la luz también datos que suponen una característica común en este tipo de cadenas pero que los consumidores desconocemos. Se trata de una mecanización de la industria, que va desde la inyección de sabores químicos a los productos, por medio de los cuales se diseña el sabor que quieren conseguir para que se ajuste más a las expectativas y gustos de cada cliente. Por otro lado, está la producción masiva de ganado y aves (que de forma ficticia viene representada por la compañía cárnica Uni Globo) y todo lo que engloba su producción sin escrúpulos.

A través del personaje de Amber conocemos las condiciones laborales de los trabajadores de los restaurantes fast food. Amber, junto con otros dos compañeros del instituto que trabajan en el mismo establecimiento, se queja de lo poco que les pagan y, sin embargo, la cantidad de gente que viene a comer allí. Critican el exceso de trabajo, que le impide dedicar más tiempo a sus estudios y salir con sus amigos a divertirse como lo haría cualquier joven de su edad. Cuestionan las medidas de seguridad de la tienda, en concreto las cámaras de vigilancia, que siguen los movimientos de sus trabajadores para tenerlos controlados por si algún robo o incidente pudiera ocurrir.

Amber, que se encarga de la venta al púbico, explica que cada vez que un cliente hace una compra, debe introducir los cuatro últimos dígitos de su número de la seguridad social para que sepan cuántos pedidos ha atendido e indicar la edad y origen étnico del cliente sin que ni siquiera ellos se den cuenta.

También cuestiona la reputación de Estados Unidos de cara al mundo. Linklater pone hincapié en el problema que supone que la fast food se haya convertido en un símbolo y marca de identidad de la gran nación norteamericana. Así, la pareja de mejicanos, Sylvia y Raúl, se van a cenar de velada romántica a una cadena de perritos calientes y ya piensan en el que les toca probar la semana que viene (Papa Jones Pizza).

Además, en la penúltima escena de la película, Benny, un cubano especializado en traer a inmigrantes ilegales que cruzan la frontera de Estados Unidos, recibe a dos niños con dos menús infantiles de la cadena Mickey’s, y en un plano detalle de las dos bolsas se oye a Benny decir: “Bienvenidos a los Estados Unidos de América”.

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Las desalmadas industrias cárnicas

Son la otra cara de la moneda. Representadas por la compañía Uni Globo, supuesto matadero industrial y uno de los más potentes de toda América. Linklater ilustra un terreno despiadado que se caracteriza por sus lagunas legales y donde los responsables del maltrato tanto de animales como de personas campan a sus anchas.

Parece una contradicción, pero todo está meticulosamente estudiado. La cantidad desbordante de inmigrantes ilegales que cruzan la frontera de los Estados Unidos por Méjico ayudan a crecer la producción de EEUU de manera considerable, ocupando puestos de trabajo y bajo unas condiciones y salario que ningún nativo aceptaría. Así mismo admite Harry Rydell, personaje interpretado por Bruce Willis, que: “vienen aquí (los mejicanos) a Carnes Uni Globo y ganan 10 dólares la hora. Ganan más aquí en un solo día de lo que ganan en un mes en su país. (…) Son grandes trabajadores ¿no hace de eso a un país el gran país que es ahora?”.

La excusa de que aparezca Uni Globo es debido a que unos análisis alternativos que se han realizado en las hamburguesas de la cadena Mickey’s demuestran que contienen un alto índice de excremento en la carne y Don va al lugar de donde sale la carne (la empresa Uni Globo, en el estado de Colorado) a descubrir qué es lo que está ocurriendo.

En su visita a la fábrica de hamburguesas le enseñan la última fase del proceso, la fase en la que se pica la carne y se le da forma a la hamburguesa. También le muestran la clase de prevención de riesgos laborales que los nuevos trabajadores deben hacer antes de empezar en su puesto. En apariencia todo está inmaculado y en orden, pero su visita al viejo ranchero Rudy le hace sospechar que hay algo mucho peor que se cuece en las entrañas de ese monstruo industrial. Rudy es el primero que habla del matadero, que siempre está en la atmósfera a lo largo de toda la película, pero que no se muestra hasta el final del film. Cuando Don afirma que le mostraron la planta, Rudy es tajante “¿te enseñaron el matadero?, ¿viste cómo le cortaban la cabeza al ganado?, ¿te llegaba la sangre hasta los tobillos? (…) Entonces no te mostraron nada”.

Seguidamente, Don hace la pregunta que le ha llevado hasta allí: “¿cómo acaba la caca en la hamburguesa?”. Rita, la sirvienta que vive con Rudy, afirma que la línea de trabajo va muy rápida, que los trabajadores deben sacar los intestinos y los estómagos muy rápido, pero no tienen tiempo; de modo que cuando cometen un error todo el excremento cae sobre la carne.

Respuesta encontrada. Don acude a su proveedor, Harry Rydell, para pasarle tarjeta amarilla. Harry es un comercial que sabe cómo salir del paso en todas las situaciones y que la demagogia es su segunda lengua. Al parecer, los análisis de carne que les pasan están limpios de excremento y cualquier otra sustancia nociva; lo que deja caer la manipulación en los controles de sanidad de los que las grandes empresas cárnicas se benefician. Don se muestra severo con Harry al principio, pero se ve coactado por las amenazas de éste, que le advierte de que si sigue investigando algo malo le puede ocurrir. De este modo, quien podría tener el poder para acabar con los privilegios de los abusadores, cede ante sus amenazas y toma el camino fácil: la ceguera social.

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Se nota que Eric Schlosser, coguionista y escritor del best seller homónimo que inspiró a la película, conoce el terreno en el que se mueve, pues las industrias de este tipo tienen una imagen muy pulcra de cara al exterior, pero Schlosser fue hasta el fondo y nos describió la parte más atroz del juego, que son los contratos de trabajo precarios, las condiciones laborales de quienes trabajan en ese tipo de empresas y cuál es el perfil de los dirigentes. Linkater lo refleja a través de tres personajes clave: Sylvia, Raúl y Coco.

Son muchos quienes a lo largo de la película comentan la falta de seguridad laboral y lo mal que se trata a los trabajadores en Carnes Uni Globo. Sylvia se huele que ese sitio esconde algo que no le gusta, y así se lo confirma su compañera de trabajo en el hotel donde consigue un puesto: “hiciste bien en dejar el matadero. Yo trabajaba ahí hace tiempo. Pagaban mejor pero prefiero no perder un dedo o una mano”.

Se critica, además, la presión a la que están expuestos los trabajadores, quienes, al ser ilegales, no pueden afiliarse a sindicatos ni denunciar a la empresa. El personaje de Mike, interpretado por Bobby Cannavale, representa al encargado de personal. Es un tipo que abusa sexualmente de las trabajadoras jóvenes, les ofrece mejores puestos de trabajo a cambio de sexo, las incita a tomar drogas y a sus trabajadores los expone a tal presión que se ven obligados a consumir anfetamina (que la propia empresa les facilita) para poder aguantar el ritmo.

Coco desfallece y despierta en la consulta del médico interno de la empresa. Mike vuelve a buscarla y a pesar de que la doctora ve la causa de su desmayo en la falta de descanso, su encargado la hace volver al trabajo a pesar de que le quedaba tan sólo una hora para acabar su turno.

Llegando al final de la película, el amigo de Raúl, Francisco, sufre un accidente por imprudencia de sus compañeros y a través de una imagen impactante, pierde su pierna mientras poco a poco una máquina la va desgarrando. En su intento de ayudarlo, Raúl cae y sufre varias roturas en el torso y espalda. Sylvia acude a la llamada de Tom Watson, encargado de recursos humanos de Carnes Uni Globo, quien le informa de todos los daños que su novio ha sufrido con su caída, pero entonces vemos la jugada y el sinsentido del doble discurso de la empresa cuando le comenta que los análisis de drogas que le han hecho a Raúl han dado positivo y que al parecer consumía anfetaminas y que fue eso lo que pudo provocar el accidente. De este modo se limpian las manos y no se hacen responsables de ningún gasto en un país donde la sanidad es casi un privilegio. Pone la puntilla final al afirmar: “Carnes Uni Globo quiere un lugar libre de drogas y si violas las reglas, pones en peligro a los demás”.

Tras el incidente llega el momento de abrir el telón y desvelar la atrocidad del matadero. Sylvia, ante la situación en la que se encuentra, debe dejar su trabajo en el hotel y resignarse a aceptar un puesto en Carnes Uni Globo. Mike le hace un hueco en el matadero sacando riñones. La imagen es desoladora, y aquí Linklater se ha esmerado en no perder detalle. A través de los ojos de Sylvia vemos a las vacas colocándose en pequeños pasillos de hierro, el electroshock en la cabeza que las aturde, pero aún vivas y mugiendo, las cuelgan boca abajo y les rajan el vientre, cayendo todos sus órganos a unos enormes recipientes. La sangre va haciendo piscina en una sala sin luz. Sylvia llega a su puesto de trabajo y los riñones aún calientes van deslizándose por la cinta, mientras que en un primer plano de ella la sangre que le salpica en la cara se mezcla con sus lágrimas.

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La política de las mentiras

No se iban a librar los líderes políticos del ojo de mira de Schlosser y Linklater. En este aspecto, son los personajes secundarios quienes tienen mayor relevancia.

En primer lugar está Rudy (el ranchero), que habla de los abusos en el entorno rural, el cual cada vez está más desprotegido porque cada vez son menos quienes viven en él. De camino a su rancho, le comenta a Don los problemas contra los que han tenido que luchar. Primero la construcción descontrolada: “un ranchero perdió el control de sus tierras. Los banqueros se quedaron con ellas y se las vendieron a los especuladores”.

Se queja de lo poco protegidos que están por parte de los cuerpos de seguridad: en sus tierras ha llegado a ver vagabundos, gatos y perros muertos y hasta dos personas asesinadas. Finalmente, no siente apuros en reconocer que debe ir a los juzgados a luchar contra una corporación privada que quiere construir una autopista de peaje por sus tierras y afirma que: “expropiación pública, un cuerno. Existe otra palabra para eso: robo”.

Los nuevos amigos activistas de Amber juegan también un papel crucial en este sentido. Están bien informados y tienen ese impulso de valentía de la juventud.  Andrew, un adolescente ecologista que es líder del “grupo de discusión sobre política medioambiental” de su instituto: aunque es algo más moderado que Paco, otro miembro del grupo, sus conocimientos sobre el tema son amplios. Nos lo presentan ya en uno de sus discursos sobre las mentiras que reinan en el mundo: “las mentiras son demasiado ingeniosas. (…) Si te las repiten hasta la saciedad te las acabas creyendo”.

Alice, papel interpretado por la famosa Avril Lavigne, es otra chica del grupo y juntos hablan de las incongruencias que existen en política y de cómo la razón de todo es dar una buena imagen, pero no hacer nada de fondo. Se dice, por ejemplo, que las compañías madereras están destruyendo bosques enteros pero alegan que es un programa ecológico; o que las compañías mineras están al frente de la campaña contra la contaminación.

Deciden empezar a actuar contra Carnes Uni Globo, entre otras cosas, por “tratar a los animales y a sus trabajadores como si fueran mierda y verter toneladas de excrementos y orina en el río”. Mientras Andrew quiere sensibilizar a la gente con cartas, a Paco le parece una pérdida de tiempo, pues están protegidos por los políticos. Afirma que el gobernador recibió más de 200.000 dólares en un año por cortesía de Carnes Uni Globo y que la presidenta de la comisión de medio ambiente en el Senado está casada con un alto ejecutivo de Carnes Uni Globo.

Deciden asaltar el cebadero donde están las vacas que se matarán al día siguiente para liberarlas. El prudente y resabido Andrew les informa de los peligros, ya que en los Estados Unidos cualquier daño a la propiedad privada puede ser considerado una violación de la Ley Patriota y si lo consideran un acto de terrorismo te pueden condenar de ocho a diez años de prisión: “hemos entrado en una era donde pueden entrar en tu casa sin orden judicial y pueden encarcelar a alguien sin ser juzgado”.

Aun así la mayoría vota actuar, y así lo hacen. Sin embargo, el ensueño de la juventud, muy bien recreado en la escena en la que van a liberar a las vacas del cebadero de Carnes Uni Globo, sumado al desconocimiento de la conducta de las reses dado que todos los activistas provenían de la ciudad (Denver), hace que las vacas se asusten de ellos y ninguna quiera salir por el agujero que han abierto al cortar la valla. Ya en casa, desanimados, la inocente Alice se hace una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: “¿por qué ganan siempre los malos en la vida real?”.

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La sociedad dormida

Rudy pregunta a Don si había estado alguna vez en un rancho. Él responde: “Sí, cuando era pequeño. En un campamento”. Linklater advierte de la importancia del campo como origen de todo y ve que su desconocimiento refleja un mal social del que va a costar recuperarse.

La ignorancia y el miedo nos hacen sumisos. Harry habla del miedo, claro que en relación con la comida, aunque extrapolable a todos los ámbitos. Él se queja de que “los americanos nos hemos vuelto unos pusilánimes. Todo tiene que estar esterilizado y libre de gérmenes. (…) ¿Quieres sentirte seguro? ¿Completamente? Olvídalo. No va a ocurrir”. El miedo paraliza a la gente y sabiéndolo dosificar se puede dirigir a una sociedad entera hacia el camino que se quiera. Harry, que es un personaje que se caracteriza por usar su astucia para su propio beneficio, es el primero que ha aprendido la función efectiva de inducir miedo a otra persona para dominarla y ello hará para evitar que Don siga investigando acerca de Carnes Uni Globo.

Pete, el tío de Amber, interpretado por el actor cliché de Linklater, Ethan Hawke, le da a su sobrina el mejor consejo posible: “No escuches a nadie, escúchate a ti misma”. La anima a dejar el trabajo en Mickey’s y se queja continuamente de la pasividad de la gente ante los problemas que hay en el mundo. Critica a su hermana, la madre de Amber, de conformista y ella lo critica de soñador. Pete reprocha: “por eso las revoluciones son para los jóvenes. Si no lo haces ahora, no lo harás nunca”.

Amber lo escucha atenta, las palabras de su tío empiezan a resonar en su conciencia. Pete anima a la acción: “lo que digo es que si la suficiente gente empieza a pensar en algo e intenta hacer algo realmente, puedes hacer que las cosas mejoren. (…) No puedes quedarte sentada sólo esperando, debes hacer algo. En un pueblo como éste, esperar te matará”. A partir de aquí, Amber pasa a la acción.

Este cambio la hace madurar y la separa de su amiga del instituto. Sus nuevos amigos del  “grupo de discusión sobre política medioambiental” le parecen más interesantes. Su amiga representa el adolescente común, aquel que vive a la orden del día preocupándose de los temas más superficiales y sin interesarse sobre política o sociología. De hecho no entiende por qué Amber se junta con esos “aburridos”.

Pero la guinda final está en la última escena, que aparece tras los créditos del director, guionistas y obra en la que la película se inspiró. Don aparece en la misma sala en la que se encontraba al principio del film y con los mismos compañeros. Presenta el nuevo producto que va a lanzar la compañía Mickey’s: la hamburguesa barbacoa. Su expresión ha cambiado, y el entusiasmo con el que se mostraba al principio ha desaparecido. Su conciencia le dice que algo no está bien, pero como Linklater ha reflejado a la perfección, con un guión coherente en el que todo está bien atado, el miedo lo hace una pieza más en la laguna de la sociedad dormida.

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Música y color como fuerza narrativa

Para rodar un guión con esa dificultad para hacer comprensibles todos los mensajes a través de lo que representa cada uno de los personajes, de lo que dicen y de lo que hacen, debe hacer uso de todas las áreas posibles del lenguaje audiovisual.

La música toma un papel fundamental. Ambienta las situaciones y define claramente a algunos personajes. Siempre que aparece el burguer, hay una música animada, a pesar de que la escena anterior te haya encogido el estómago (véase el caso de los créditos del final, en el que la cinta que trae hamburguesas viene acompañada por una melodía rápida y amena, cuando hace tan  sólo dos escenas se nos había mostrado la matanza de las vacas).

El contrapunto sería precisamente la escena del matadero, acompañada de una música lenta que aparece segundos antes de entrar en la sala, pero que adelanta y previene al espectador de lo tristes que van a ser las imágenes que vienen a continuación; y aunque después siga la música de fondo, los mugidos de las vacas inundan el espacio sonoro, y la música vuelve a notarse a medida que las reses van muriendo y la protagonista se va alejando físicamente de la zona de matanza.

La dirección de arte juega otro papel crucial. De vez en cuando, los espectadores más observadores aprecian algún cartel o póster con mensajes interesantes para la narración. Llama la atención, por ejemplo, el cartel recibe a Don cuando llega a Colorado, en el que se puede leer: “Bienvenido a Cody, un pueblo típicamente americano”, porque típico de América son las hamburguesas, su fábrica, su corrupción, sus ranchos y su frontera con Méjico.

Interesante es el cartel que aparece en la consulta del médico de Carnes Uni Globo cuando Coco despierta del desmayo que ha tenido: “Carnes Uni Globo está libre de drogas”. Es paradójico que venga del lugar donde se facilitan las drogas a sus trabajadores y se incita a tomarlas.

Por último, en la sala donde el “grupo de discusión sobre política medioambiental” se reúne, puede leerse un cartel con la foto de un lechón y una frase: “No te comas a Babe para desayunar”, que refuerza la ideología de los jóvenes que allí están reunidos.

El color es otro de los elementos clave.

En los restaurantes de comida rápida Mickey’s destacan el amarillo y el rojo, colores corporativos de la marca de comida rápida por excelencia McDonald’s. En las instalaciones de Carnes Uni Globo destaca sin embargo el color blanco. Los muebles, la ropa, las paredes, el suelo, los utensilios… todo es blanco y pulcro, sólo destacan las canales de las vacas alineadas en los ganchos.

La blancura se ensucia cuando los personajes han tocado fondo y por fin se nos muestra el esperado y temido matadero. Aquí el blanco se mezcla con el rojo de la sangre que corre por el suelo, y que poco a poco adopta más color hasta que lo llena todo. El escenario es dantesco, ya no hay canales, ahora hay cadáveres a los que se les corta la cabeza, se les arranca la piel y se les vacía el interior en cuestión de segundos.

Porque la cadena de trabajo va muy rápido, porque hay mucha demanda de carne, porque no se enseñan valores de convivencia, ni rurales, ni de hábitos de comida, porque no se concibe otro modo de vida ni se conoce el origen de las cosas… porque se vive rápido y mal y no se pone uno en el lugar del más débil.

Escribe Gala Gracia

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