«Me interesaba cómo se vivía desde corazón de las personas»
Dentro de los Preestrenos de Cine Español del Festival de Cine Antonio Ferrandis, organizado por el Ayuntamiento de Paterna y los cines Kinépolis, se realizó el preestreno de El año de la furia, una producción hispano-uruguaya ambientada en el año que precedió al golpe militar de 1973 en Uruguay.
Con motivo de este preestreno pudimos entrevistar al guionista y director Rafa Russo, que con El año de la furia vuelve a la dirección catorce años después de su primera película, Amor en defensa propia.
Junto al realizador también estuvo presente una de las protagonistas, la actriz argentina Martina Gusman, que llega a Valencia en pleno fenómeno de El inocente, la serie de Netflix en la que interpreta el personaje de Kimmy Dale; en Argentina, Gusman saltó a la fama tras protagonizar Leonera, a las órdenes de Pablo Trapero, cineasta con quien volvió a coincidir en las aclamadas Carancho y Elefante blanco.
¿Nos podéis contar cuándo y cómo llegáis a este proyecto?
Rafa Russo: El proyecto surgió hace muchos años y, como suele ocurrir en esta clase de proyectos, tardó tiempo en concretarse. He estado muy vinculado, siendo hijo de padres argentinos, a Latinoamérica y me ha interesado Uruguay por ser un país que ha estado en la vanguardia del progresismo; pensé que había sido poco retratado en el cine y como creador me interesaba la antesala del horror. Cuando me contaron lo del «año de la furia» me gustó ya el título y empecé a urdir una historia sobre ese año tan convulso.
La historia está contada desde un punto de vista diferente a como se ha solido contar las historias de dictaduras latinoamericanas. Me interesaba cómo se vivía desde el punto de vista de la gente corriente, cómo poco a poco la dictadura va impregnándolo todo, las relaciones humanas, las relaciones amorosas, los trabajos, etc. Estar en el terreno, ver cómo lo vive el corazón de las personas y por eso me puse a escribir un guion que fuera un mosaico amplio, con varios puntos de vista, incluyendo el lado de los opresores, para contar cómo funciona la maquinaria del mal, cómo un hombre cruza la línea moral de la tortura para reprimir a los insurgentes y cómo convive con ello. Esto añadía un punto de vista novedoso a una historia ya contada.
La historia fue cogiendo forma, fue abriéndose camino ella sola. Primero fue seleccionada por el laboratorio de guiones de la SGAE y tuve financiación para poder escribirla, luego buscamos director —había varios directores interesados— pero todos tenían proyectos; así que los productores me animaron a que la dirigiera y les dije que por supuesto lo haría. La presentamos a Televisión Española y la seleccionaron también, y a partir de ahí, todo fue más sencillo. Comenzamos el proceso de selección de actores y fueron llegando todos, pues yo tenía más o menos en la cabeza a quiénes quería, me fueron diciendo que sí, y de esa forma llegué a Martina.
Martina Gusman: Me contactó Rafa, me contó la idea del proyecto, un proyecto que a mí como argentina me interpela mucho, tengo padres militantes en la época de los montoneros, con amigos de mis padres desaparecidos, y me interesó ese momento de incertidumbre, de inverosimilitud de lo que está ocurriendo. Hoy por hoy, uno piensa lo que pueda pasar en Argentina respecto a una dictadura y uno tiene un pasado; pero en ese momento no se sabía nada del horror que vino luego. Esa antesala y estar enfocado desde los vínculos humanos me pareció algo muy particular.
El personaje de Susana era para mí un desafío, con un arco muy grande y que cuenta una historia muy singular, desde los silencios, de lo no dicho, del lenguaje corporal. Por lo tanto, un sentido de interpretación muy grande y, además, me contó el resto del elenco que participaba, por lo que me convenció muy rápidamente.
Fue alucinante trabajar con todo el equipo y Rafa es un director que da mucha libertad en el momento de construcción del personaje y, en el mix entre director y guionista, tiene muy claro lo que quiere y eso fue un placer para un personaje como el mío que era un desafío.
La película se desarrolla localmente en Uruguay, pero la historia es muy universal.
Rafa: Sí. Formaba parte de una operación global que se llamaba la Operación Cóndor, auspiciada por los Estados Unidos, que asoló como un virus una parte de Sudamérica. Y desafortunadamente sigue teniendo resonancias hoy en día con los auges de los populismos, los nacionalismos extremos, la ultraderecha, etc. Son peligros que vuelven a amenazar y hay que saber defenderse, creo que es importante. La película sigue teniendo muchos elementos relevantes para la realidad actual.
Martina: Aniquiló una generación, nosotros somos hijos de esa generación. En Latinoamérica hubo diez años de censura, todos los hijos y no hijos de desaparecidos, que de alguna forma también se retrata en la película. Afectó a las generaciones que vinieron después.
Viendo la película en cine, en pantalla grande, con formato panorámico, llama la atención el uso del primer plano muy destacado. ¿Buscas ese enfoque no tanto político —como pudiera ser el de Costa-Gavras— sino aquel que se centra más en los personajes, en los sentimientos, planos donde el silencio dice más que el propio diálogo?
Rafa: Eso es lo que estábamos buscando, el corazón de los personajes, los momentos intimistas de ellos cuando tienen que tomar esas decisiones, en los que se miran al espejo, cuando están uno frente al otro. A mí como director, más que como guionista, son los momentos que más me gustan.
Me gusta más eso que rodar una manifestación en el exterior porque te permite profundizar más y lo disfruto dirigiendo. Y quería hacer la película diferente, como tú dices, más que Costa-Gavras, sería El año que vivíamos peligrosamente, ese tipo de película más de personajes y sentimientos.
En este tipo de película coral, donde el protagonismo está muy repartido, ¿los actores tenéis más presión por el hecho de tener que concentrar vuestro trabajo en momentos muy concretos para recrear el personaje?
Martina: Sí, claramente es más difícil, hay menos chances para meter el gol. Si estás en todos los planos de la peli puedes tener escenas que no son tan buenas, pero tienes otras que son potentes, en el recorrido general el espectador se va a quedar con una buena interpretación. Si tienes menos tiempo tienes que tratar de focalizar, pero a mí ese desafío me gusta. Como vos decís hay que estar concentrado pero este tipo de personajes más intimistas ayudan un montón porque son mucho más ricos. En el cine, con una gran pantalla, un movimiento, un brillo de tus ojos es de dos metros en la pantalla, entonces esa posibilidad es lo que más disfruto de la interpretación.
Rafa: Lo bueno de cuando tienes tantos personajes, aunque tengas que dividir el tiempo entre todos ellos, es que invitas al espectador a que vaya rellenando los espacios de las historias de cada uno de ellos. Vas dando pocas pinceladas de cada uno, pero estimulas a que el espectador complete el puzle y eso también es bonito.
También hay una reivindicación de la cultura. Son dos guionistas que intentan traducir la realidad.
Rafa: Como creador me interesaba mucho ese punto de vista, la cultura como ese lugar sagrado que hay que preservar y del que tiene que venir la rebeldía. Por eso me identificaba mucho con esos personajes me situaba en la piel de esos personajes y me preguntaba cómo actuaría yo en una situación como esa, sabiendo que es muy difícil. El personaje de Joaquín Furriel, por todo lo que ha vivido, cuando se te mete la bala del miedo dentro es muy difícil, seas creador o no, poder sobrellevarlo. Me interesaba ese punto de vista y también la historia de amistad de dos personajes.
¿En la escritura del guion cambia el hecho de que lo vas a dirigir tú? Y tú que diriges, cuando ves ese guion tuyo en manos de otras personas ¿diferencias ese proceso?
Rafa: Claramente. Cuando entregas el guion a otro director puedes tener la fortuna de contar con un director que realmente lo entienda o que lo pueda mejorar incluso, pero muchas veces ocurre que no, entonces se sufre bastante.
Lo bueno de haber podido dirigir esta película es que tenía absoluto control sobre ella. Ahora puedo decir que soy absolutamente responsable de la película, puedo defenderla, no siempre puedes decir lo mismo cuando eres guionista y hay otro director. En este sentido, esta es la película que yo quería hacer, para bien o para mal es lo que quería hacer, y estoy satisfecho en ese sentido.
Para mí era un reto también como director, pues había dirigido un largo antes y varios cortos, pero no de una magnitud tan grande. Hay acción, hay muchos personajes, es muy exigente a todos los niveles, así que hay que prepararla muy bien. Cuando tienes tantos actores con seis semanas de rodaje que teníamos, o preparas muy bien o la fastidias. Nosotros nos preparamos muchísimo
Martina, ¿has notado el efecto del éxito internacional de la serie El inocente?
Martina: Sí, sí, un efecto increíble. Se estrenó en 194 países y fue un proyecto muy lindo, con un personaje que me encantó poder hacer y trabajar con ese elenco. Oriol Paulo es un director que me pareció increíble.
El rodaje para las grandes plataformas tiene esa repercusión. Oriol, el director de El inocente, realizó Durante la tormenta, que en España pasó desapercibida y sin embargo en China fue un gran éxito.
Martina: Sí, es así. En Argentina hice una serie para Netflix que se llama El marginal y que su primera temporada casi fue una apuesta entre amigos, con mucho talento, pero el proyecto era muy pequeño. De pronto la compró Netflix, terminó en las plataformas y lo petó. En Francia me paraba la gente y yo pensaba que era por alguna de las películas que habían estado en Cannes, como Leonera o Carancho, pero no, era por El marginal.
Hay una posibilidad muy fuerte de llegar a los espectadores que tienen las plataformas y eso está muy bien. Y una cosa no tiene que suplantar a otra. La experiencia que puedes tener es cine es una experiencia muy particular, una pantalla muy grande, apagar el móvil y disfrutar. Pero las plataformas te aportan otra experiencia, en esta época de pandemia lo pudimos corroborar como acompañaron a tanta gente. Las dos cosas suman.
Has estado involucrada en la producción de películas antes de dedicarte a la interpretación. Las plataformas son importantes desde el punto de vista de la producción.
Martina: Por supuesto. Y hay películas que para mí pueden ir directamente a plataformas. En Argentina hicimos una película que se llamó El hijo y se estrenó en Netflix en todo el mundo, no pasó por salas, y le fue increíble; y era una película demasiado autoral para que funcionara en cines; tuvo mucha más visibilidad al tener un estreno mundial que si hubiera ido a las salas. En lugar de hacer una competencia entre una y otra creo que es al revés, hay que aprovechar lo que cada ventana te puede dar.
¿Proyectos futuros?
Martina: Estoy en un proyecto grande para Apple que voy a filmar ahora en julio en Colombia del que no puedo contar demasiado; es una producción muy importante gringa que se filma mitad en español y mitad en inglés.
Rafa, ¿qué próximos proyectos tienes?
Rafa: Tengo bastantes proyectos, la verdad es que soy muy prolífico. Tengo uno con una directora danesa, Lone Scherfig (An Education, Italiano para principiantes), que va a dirigir ella, basada en la novela de un escritor chileno: se titula La contadora de películas y se va a rodar a principios del año que viene en Chile, en el desierto de Atacama. Y también estoy escribiendo una película para Atresmedia que se llama Padres en casa.
Escribe Luis Tormo | Fotos de la película Filmax | Crítica de El año de la furia