Entrevista a Lluis Quílez

  15 Julio 2016

Director de Graffiti y profesor de la ESCAC

graffiti-1En esta trigésimo primera edición del Festival Internacional de Cine de Valencia Cinema Jove que se celebró del 17 al 24 de Junio, ha sido Graffiti, un cortometraje dirigido por el joven director Lluis Quílez, el que ha ganado el premio WELAB al Cortometraje de la Sección Panorama Valenciano con Mejor Fotografía.

La historia se desarrolla en un entorno post apocalíptico, donde un joven deambula solo por las calles de una ciudad destruida, en la cual la nieve y el silencio parecen haber sido sus dos únicos compañeros. Edgar, interpretado por el actor catalán Oriol Pla, se dedica a explorar nuevos lugares y escribir graffitis con la única esperanza de que alguien pueda leerlos algún día. Su sorpresa llega una mañana en la que descubre que una tal Anna ha escrito un graffiti en uno de sus muros. Así comienza una conversación entre ambos, hasta que el deseo de Edgar por conocer a la joven crece cada vez más.

Su director, Lluis Quilez, nos habla sobre su obra y lo que supone este reconocimiento.

¿Cómo surgió la idea de contar una historia en un escenario tan hostil?

La idea surge porque quería contar una historia de amor, que pudiera ser contemporánea, pero a la vez situarla en un entorno diferente y fuera de lo habitual para este tipo de películas.

Además, me parecía interesante explorar el tipo de comunicación tan presente en nuestras relaciones cotidianas (chats, emails, etc…) sin hacer algo demasiado literal.

El cortometraje habla sobre la soledad, el poder de la imaginación y la fe en el amor. Creía interesante situar la historia en un entorno realista y que fuera creíble el punto de partida de Graffiti: el mundo ha acabado y un único superviviente sin apenas esperanza encuentra algo que le cambiará la vida.

¿Dónde rodasteis? ¿Fue muy duro rodar con esas condiciones térmicas?

Rodamos 5 días en Pripyat y 6 en Valencia algunos de los interiores. La película fue rodada en la ciudad abandonada de Pripyat, junto a la central nuclear de Chernobil en Ukraina. Es un lugar maravilloso y único en el mundo, ya que ha permanecido intacto durante casi 30 años desde el accidente que provocó la evacuación y el cierre de la central nuclear. Es bastante complicado entrar en Pripyat para filmar una película debido a las medidas de seguridad que hay que tomar en “la zona de exclusión”. Graffiti es la primera producción cinematográfica que se filma íntegramente dentro de la “zona de exclusión”. Personalmente, poder filmar Graffiti en Pripyat fue un sueño hecho realidad, ya que hacía años que soñaba con hacer algo en ese lugar.

Pripyat me ofrecía un entorno de ciudad postnuclear idóneo para transmitir la idea de soledad y fin del mundo sobre la que se articula el relato.

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¿Qué fue lo más difícil de todo el proceso?

Lo más complicado es siempre encontrar el dinero: financiar. Además en esta ocasión yo era productor. El primer socio en entrar al proyecto fue Cristian Guijarro desde Valencia, aportando ayuda pública y también inversión privada.

Tras varios avatares del destino y recurrir a los caminos típicos (ICAA, proyecto corto Canal +…) no lograba conseguir el presupuesto que me había marcado para hacer el corto como había soñado. Me planteé cancelar la producción y devolver todo el dinero conseguido, ya que no quería alejarme de la idea que tenía en la cabeza.

En esa época estaba preparando mi primera película Out of the Dark, producida, entre otros, por Participant Media, así que traduje el guión al inglés y les pitcheé el proyecto. Les encantó y enseguida entraron a ayudarme. Peter Reynolds fue el último en entrar en el proyecto como socio inversor y gracias a él conseguimos completar la financiación. Pienso que es un caso atípico. No existen cortos así en España ni tampoco este es el camino habitual para financiar. No es una fórmula que se pueda repetir, pero el hecho de rodar en Pripyat-Chernobil es algo que preña al proyecto de singularidad y eso siempre es un activo que se puede aprovechar.

Después de encontrar el dinero, el siguiente reto era estar a la altura de la responsabilidad que habíamos asumido: rodar  en una ciudad devastada hace 30 años por la contaminación nuclear. Menos 16 grados de temperatura. Nieve virgen hasta las rodillas. Edificios devastados a punto de derrumbarse. Una experiencia extrema. Cada día nos levantábamos a las 4 a.m. y cogíamos la furgoneta para llegar a Pripyat con la salida del sol. Para ello recorríamos unos 40 kilómetros y pasábamos 3 controles del ejército.

Una vez dentro, la idea era rodar y rodar sin parar. No teníamos un dispositivo de producción que nos permitiera cobijarnos del frio o descansar. Sólo parábamos quince minutos al día para comer un bocadillo o barritas energéticas dentro de la furgoneta y a rodar de nuevo. Eso hasta las 4 de la tarde. Con la puesta de sol abandonábamos Pripyat y pasábamos los 3 controles pertinentes para comprobar que no teníamos radiación encima. Cenábamos cada noche en la cantina de la misma central nuclear. Así 6 días seguidos.

Se podría decir que la forma que tienen de conocerse Egdar y Anna es muy actual, tal y como ocurre entre muchos jóvenes que se conocen a través de mensajes, en páginas web de contactos como Tinder o Meetic, ¿te inspiraste en este tipo de redes sociales? ¿Influyeron en la idea inicial de tu historia?

Graffiti nace ante la necesidad de hablar del amor idealizado, o incluso platónico que no tiene que basarse en algo real o tangible. O, que si se basa, puede estar completamente alterado por la percepción del enamorado.

¿Cuántas historias de amor epistolares habrá habido en la historia? Existe una larga tradición de historias de amor que se desarrollan por medio escrito. Hoy en día con la aparición de los chats, las redes sociales y los mensajes instantáneos podríamos decir que este tipo de historias se han actualizado y pueden ser cercanas para algunos espectadores. Pese a todo, la tendencia al individualismo y la inmediatez también nos ha llevado a un mayor grado de aislamiento. Sin duda me interesa esta paradoja producida por el uso de internet.

El personaje de Edgar es un ser solitario que vive en una ciudad muerta ¿podría decirse que es el recuerdo de sus amigos y su pérdida lo que le hace desear más su amistad con Anna?

Creo firmemente que el ser humano necesita a los demás. Está en nuestra naturaleza. Me parecía buena idea mostrar a alguien en soledad para explorar esa falta. Edgar vive en un entorno desolado donde solo cuenta con su perro K.O. Si, Graffiti es en esencia una historia de amor. Una historia de amor contada desde un punto de vista diferente, que escapa del enfoque clásico de este género sin dejar de ser universal. Una historia de amor y misterio.

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Hay cierta similitud entre el personaje de Egdar y Robert Neville en Soy leyenda, ¿te inspiró la película de Francis Lawrence? ¿Qué otras influencias has tenido a la hora de desarrollar tu guión?

Leí la novela de Richard Matheson hace años y me gustó. No puedo decir lo mismo de las dos adaptaciones que se han hecho en cine, así que no fueron una influencia o referencia para este proyecto. Náufrago de Zemeckis es una película que vibra en una frecuencia parecida a Graffiti, salvando las distancias. También Her de Spike Jonze (aunque ésta se estrenó cuando ya habíamos rodado el corto). Stalker de Tarkovski siempre estuvo presente en mi cabeza cuando fantaseaba con llevar a cabo esta historia a la gran pantalla.

Este premio supone un gran reconocimiento para tu carrera de director, ¿qué proyección vislumbras para tu corto en lo que queda de año?

El corto lleva 18 premios y una treintena de selecciones. Hemos estado presentes en los festivales españoles con más solera hasta la fecha: Huesca, Sitges, Mecal, Medina del Campo, Cinema jove, Alfas del Pi. Espero que la racha siga y seguir acumulando selecciones en España. Al fin y al cabo el éxito de un corto es que la gente lo vea. A nivel internacional la respuesta está siendo incluso mejor que dentro del circuito español. El corto está pre-nominado para los Oscar de 2017 tras ganar en el Santa Bárbara Film Festival

¿Tienes algún proyecto en marcha actualmente?

Después de 4 cortos y mi primer largometraje a las espaldas, ahora estoy trabajando en mi segunda película. Es un proyecto que llevo tiempo desarrollando llamado El ocupante. Es un thriller psicológico acerca de la identidad. En paralelo estoy en fase de financiación de un nuevo corto titulado 72%, que también me gustaría producir desde mi empresa, Euphoria Productions, como ya he hecho con Graffiti.

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Eres profesor de dirección en la ESCAC (también del ECIB), en cuanto a tu profesión ¿qué futuro crees que hay para los directores y guionistas en España?

Me gustaría pensar que hay futuro. Como profesor me gusta recordarles a mis alumnos que nuestra profesión no dista mucho de aquellos chamanes o contadores de cuentos que reunían a toda la tribu después de cenar alrededor del fuego para contarles una historia. Siempre se van a necesitar cuentacuentos, ya que estos cubren una necesidad básica del ser humano. Puede cambiar el formato, se puede sofisticar, pero en esencia sigue siendo lo mismo. La gente necesita que le cuenten historias para sentirse integrados, para comprenderse a sí mismos, para prepararse para lo que está por venir, para sanarse, en definitiva, para transformarse.

Apuesto que eso no va a cambiar. La ficción vivirá siempre. Lamentablemente en España la situación no es muy optimista: la crisis, los recortes en las ayudas a cultura, etc., pero no hay mal que cien años dure. Creo que hay mucho talento en este país y al final el talento siempre sale a flote o encuentra soluciones a los problemas.

Y en líneas generales ¿observas algún cambio o transgresión en la forma de escribir los guiones hoy en día? ¿Hay alguna tendencia que se esté imponiendo por encima de otras?

Creo que hoy en día justamente estamos en uno de los períodos menos transgresores en la historia del cine. Si comparamos los riesgos que tomaron, y que la industria les permitió tomar, cineastas como Buñuel, Eisenstein, Godard o Kubrick por citar solo algunos, con el cine que se produce en la actualidad, creo que estamos en un período más bien conservador.

Actualmente el cine comercial, que se estrena en salas, permite poco espacio a la originalidad o a la transgresión. Me pregunto si hoy en día sería número 1 en taquilla La naranja mecánica (1971). Me pregunto si llegaría a tener un estreno masivo en salas, si llegaría a producirse aunque uno de los directores más poderosos del momento se lo propusiera. Sinceramente creo que no. La industria ha virado hacía un terreno más cómodo, menos arriesgado, y creo que es una pena porque confío en la inteligencia de los espectadores, y pienso que están preparados para un cine mucho más atrevido y original que el que se estrena en salas.

Escribe Gala Gracia

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