Entrevista a Antonio Chavarrías, director de "Dictado"

  18 Marzo 2012

El pasado no se supera, más bien lo tienes que asumir 

dictado-1El pasado 9 de marzo se estrenaba Dictado, último trabajo del guionista y realizador Antonio Chavarrías. Dictado fue la única película española presente en la sección de competición de la pasada Berlinale. Durante el festival pudimos hablar con Antonio sobre la elaboración de la película.

—En Dictado no incluye elementos típicos del cine de género de terror o thriller. ¿Decidió esto desde un principio durante la elaboración del guión? ¿O lo desarrolló durante el rodaje?

—Estaba en el punto de partida. Mi propósito no era el de realizar un thriller, sino el contar una historia de unos personajes que se enfrentan a una realidad que empiezan a no controlar y que les conduce a una situación de violencia. Más que el thriller, mi referencia fueron los cuentos clásicos infantiles que en realidad muchas veces se tratan de cuentos de horror.

En Dictado había elementos provenientes de esos cuentos: había una niña en peligro, alguien que en teoría la tenía que proteger y también aparecen personajes de cuento como ogros, hadas, brujas y la imprescindible niña en peligro. Este fue el referente de nuestra película.

—¿Como encontraste a Mágica Pérez, la niña que interpreta a Julia en la película?

—La búsqueda de esta niña fue muy costosa. Vimos más de mil niñas. Ese fue el momento en el que yo me sentí más cerca del fracaso, pues no aparecía la niña que buscábamos para el personaje. Yo no vine al casting pero me hablaron de ella; que era una niña muy inteligente y que tenía una mirada muy peculiar, entonces hablaron con la madre y vino al casting. Realmente Mágica tenia esta capacidad de comunicar emociones.

Yo buscaba además a niños que no supiesen actuar porque descubrí que un niño que sabe actuar es un niño que sabe imitar y no quería que ese personaje imitase emociones. Quería buscase las emociones dentro y con mi ayuda que las catalizase para la película. Mágica lo supo hacer muy bien. Era un juego que nos inventamos. La película para nosotros era un juego y ella entendió muy bien el juego y me ayudó a encontrar las reglas, a buscar los caminos para hacerlo y yo creo que el resultado es inmejorable.

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—En el material de prensa se establece una relación entre Dictado y el cine de Hitchcock y Polanski. Pero no estoy muy segura de ello…

—En realidad, fueron el público y los periodistas los que me hablaron de Hitchcock y Polanski. A mí no me molesta que me hagan esta referencia, son directores que me gustan mucho, pero yo creo que no es esa la película. Tú lo ves así, pero hay compañeros de la prensa que insisten en esa relación y está muy bien pero no la he buscado. Si encontráis referencias con Hitchcock o Polanski las acepto, pues son vuestra visión y lectura, aunque yo no las he buscado. El cine de Hitchcock y Polanski  no ha sido referente para mí en esta película. Lo que me interesaba eran los personajes.

—Quizás Dictado se podría relacionar más con la atmósfera de esas películas de niños diabólicos de los años sesenta como en El pueblo de de los malditos o también en los años setenta como El otro de Mulligan. Por otra parte, la niña no tiene mucho en común con este tipo de personajes, pero el ambiente se acerca a eso…

—Sí, yo quería hacer una película donde se pudiera ver hasta qué punto el mal puede surgir de la inocencia. Esto era uno de los puntos de partida. De salida no hay un personaje malvado. Todos buscan a su manera la felicidad y lo que quise ver es qué hay que hacer para llevarles a ese estado en el que cualquier cosa puede suceder, por eso más que elementos de género se tratan aquí de elementos humanos.

El complejo de culpa y la culpabilidad en general crean un gran malestar y miedo. Llega un momento en que todos los personajes tienen miedo. La mujer tiene miedo pues no entiende a su marido; la niña tiene miedo, pues le han dicho que hay un monstruo que le quiere hacer daño; el personaje de Juan Diego Botto tiene miedo porque no entiende que le sucede realmente. Entonces, el miedo muchas veces y de una forma inevitable conduce a la violencia.

Lo que me interesaba precisamente era recorrer ese proceso: explicar cómo desde la bondad, es decir, partiendo desde una situación en la que alguien solamente quiere felicidad en su vida, ver que según a la presión que le sometas, puede llegar a una situación de violencia extrema. A esto ya llega el padre de la niña que también empieza en una situación de violencia extrema. Es lo mismo que le sucede a Mario solo que este abandona, tira la toalla y prefiere suicidarse. Daniel, el personaje de Juan Diego no, él sigue otro camino pero aquí la culpa y el miedo, casi de una forma inevitable, conducen a la  violencia.

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—Existe una relación muy fuerte con el pasado, con la niñez de los personajes…

—Yo tengo la tesis personal de que lo que nos sucede en la infancia nos marca para el resto de nuestras vidas. En Dictado el personaje de Daniel cree que esto es pasado y que no tiene que ver más con él. La infancia proyecta una sombra que te va siguiendo durante toda tu vida, puede ser positiva o negativa pero nunca vas a dejar atrás esa infancia. Ella convive con nosotros. Ahora mismo aquí esta la niña que fuiste o el niño que fui, ha dejado una huella y está con nosotros.

La reflexión es que hay un personaje que no lo ha superado y otro que cree que lo ha superado. Sin embargo, el pasado no se supera, más bien lo tienes que asumir porque vas a vivir con él toda la vida.

—¿Cómo desarrolló el personaje de Daniel? En la película se puede ver una evolución muy grande en este personaje

—Si, además se da en poco tiempo y sin que sucedan demasiadas cosas. Fuimos construyéndolo, yo como guionista y director y tanto Bárbara Lennie, como Juan también. Yo ruedo cronológicamente. Esto les ayuda porque así podían graduarlo mucho mejor, tenían la memoria fresca de lo que habían hecho el día anterior y podían ir subiendo esos escalones para ver a lo que llegaban.

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—La evolución entonces, se realizó durante el rodaje también…

—Sí, eso ayuda y más en una película como esta donde los cambios eran sutiles.  En la película no se evidencia nada. Hay una amenaza que flota y tenía que hacerse cada vez más presente hasta sentirla como una cosa muy real. Llega un momento en que sabes que la amenaza se va a concretar en algo no agradable y duro para los personajes.

Esto se hizo construyéndolo con mucha precisión, con mucho cuidado y con pequeños detalles en el guión. También con una interpretación muy matizada. Yo les pedí que fuesen muy naturalistas en su actuación, que no subrayasen nada, pues esa sensación de peligro tenía que nacer de la verdad y no de la manipulación. Los decorados no están manipulados, la fotografía tampoco, ni se recurre a sustos. Esta sensación tenía que nacer de la realidad y matizándola muy bien.

—¿Cuál es su escena preferida o aquella que sienta más cercana?

—Hay una que me gusta mucho y es la escena en la que la asistente social le comunica al personaje de Bárbara que le van a quitar a la niña. Aquí ves que ella lo acepta, pero ves que por dentro está diciendo que no, asumiendo su papel de madre en ese momento. Ahí queda para mí claro que Daniel ha sido desplazado de la vida de ella. Aparte, me gusta mucho porque ella está muy bien como actriz.

Es una de esas escenas que pasan desapercibidas, pero que tienen un significado my fuerte. Ella ha optado por la niña y no es consciente de los celos, aunque sea consciente de que le tiene que hacer más caso a Daniel, pero no le da demasiada importancia. Es una escena decisiva, le están dando a elegir y ella elige a la niña. Eso desencadenará una tragedia sin ser consciente de ello.

Escribe Laura Bondía

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