“La historia no es objetiva”
Paul Laverty es un autor que se mantiene muy cercano a la realidad social. Este guionista escocés, nacido en Calcuta, ha escrito en los últimos años muchos de los guiones que Ken Loach ha llevado al cine. La canción de Carla (1996), Mi nombre es Joe (1998) y Felices dieciséis (2002), por la cual se llevó el premio al mejor guión en el Festival de Cannes de 2002, figuran entre sus trabajos.
Laverty vivió unos tres años en Nicaragua durante la década de los ochenta, algo que le marcó profundamente. Allí pudo hablar con la gente sencilla del campo y ver cómo funcionaba la política real de extrema presión que Estados Unidos ejercía en esos años sobre el pueblo nicaragüense. A esta experiencia en Nicaragua le seguirían otras en El Salvador y Guatemala.
De todas sus vivencias acumuladas surge lo que será su primer guión: Canción de Carla. A través de este guión, Laverty se muestra como un hombre que tiene una gran sensibilidad para acercarse a los problemas de la gente humilde, en especial a aquellos que luchan por sus derechos.
No es de extrañar pues, que le fascinaran los personajes históricos de Bartolomé de las Casas y Antonio Montesinos, y que incluyera a ambos en su último proyecto, También la lluvia (2010), como voz defensora indígena en contra de todo un imperio. En la misma historia se atreve a añadir a su vez otra voz concienciadora, esta vez ambientada en una actualidad más cercana: el conflicto del agua que tuvo lugar en Cochabamba (Bolivia) en el 2000. Por tanto, en También la lluvia Laverty acabó reflejando dos historias de resistencia combinadas en diferentes momentos del pasado, pero vistas desde una perspectiva moderna.
En realidad esta película parte de un viejo proyecto: Laverty empezó a trabajar con este guión hace diez años bajo la influencia de la obra del autor, Howard Zinn, también gran amigo suyo. Zinn planteaba en su libro La otra historia de los Estados Unidos una visión de la historia desde el punto de vista de los trabajadores y no desde los poderosos.
A lo largo de esta entrevista se ve claro que para Laverty lo más importante de su experiencia antes y durante el rodaje de Tambien la lluvia fue precisamente la colaboración con las comunidades de Cochabamba y la posibilidad de darles voz en la narración. Esta entrevista tuvo lugar durante la última edición de la Berlinale, en febrero de 2011 y se realizó junto con Luis Tosar, entrevista que ya publicamos anteriormente en Encadenados, por separado.
Háblenos un poco sobre el desarrollo que sufren los personajes de También la lluvia…
Pienso que los personajes con todas sus contradicciones son para mí lo más interesante, por lo menos según mi experiencia en la vida. Las personas no son monolíticas, siempre hay algún tipo de contradicción o de partes contradictorias en ellas. ¿Sabes?, he conocido en mi vida a personas que habían sido ex agentes de la CIA. Sí, en Nicaragua conocí a ese tipo de gente, gente que de joven realizó cosas lamentables y que cambió. Este tipo de historia es la que he estado incorporando. Me he encontrado por ejemplo a gente que volvió de la guerra de Irak con sus traumas, ellos se fueron allí con una determinada actitud y volvieron con otra muy diferente. La esencia de una historia es que los personajes cambien, de la misma manera como pasa en nuestras vidas. Esto puede suceder por circunstancias que presionen a la gente y que ésta cambie según su personalidad, su clase, su educación u otros factores. Esta película trata de dos personas que empezaron en un punto de su vida y fueron cambiando con todas sus contradicciones.
Se pueden enseñar y aportar cosas a la gente, pero cuando ésta se acerca demasiado… ¿sabes?, hay un momento de impacto, de temor y yo no echo la culpa de esto. He estado en situaciones muy cercanas a éstas en El Salvador, donde hablas con gente que ha sido torturada o que proviene de organizaciones humanitarias y que tiene que cambiar cada noche de casa por miedo. No sé si tendría el coraje de hacer esto.
Es muy fácil condenar a los personajes desde el seguro asiento de un escritor, pero si estás cerca de esa situación te vuelves más vulnerable. En el centro de esta historia hay personajes que realizan algo que no se hubieran esperado de sí mismos… sí, esto es lo sucede en la vida real y es lo que he intentado capturar en esta historia.
El desarrollo del personaje de Costa a lo largo de la película es muy profundo: de productor interesado en financiar una película con los menos costes posibles pasa a ser un hombre que salvará antes a una niña que a su propia producción…
Pienso que tocaste un punto importante. Una cosa es escribir sobre eso, pero otra muy diferente es verlo y creer en ello, y temía que sería muy difícil convencer a los espectadores del personaje de Costa, pero nada consigue mejor el describir a los personajes tan fielmente como el mostrar el aspecto de su trabajo, y pienso que podría haber sido un desastre, podría no convencer, pero por lo menos miras al final del proceso con maravilla y crees en ello.
El capturar esto en la pantalla y el creer en la mirada y en los ojos de alguien, esto es algo inmenso. Mi gran preocupación siempre fue el hacer la película creíble… no fue fácil.
¿Cómo ha sido la acogida de También la lluvia en Bolivia?
Bueno, es una buena pregunta y personalmente pienso que la mas importante de todas en realidad. Recuerdo cuando llevamos La canción de Carla a Nicaragua y Pan y rosas a los limpiadores en Los Ángeles… la opinión de esta gente que hizo la película era lo más importante para mí. Sí, vamos a ver qué pasa… vamos a llevar la película en marzo a Bolivia a Cochabamba y, la verdad, ésta es la prueba de fuego, mucho mas importante que ganar Goyas u otros premios, es la opinión de la gente que ha sentido y experimentado eso en su propia vida. Estoy más nervioso de esto que de cualquier otro estreno, y vamos a ver que tal. Había algunos bolivianos en el estreno anoche (en la Berlinale), cosa que me ilusiono mucho.
¿Espera usted haber ayudado a la gente con la película?
Sí, lo espero. Muchas películas no dan en realidad oportunidad de expresarse a la gente corriente, no les dan voz. Se tratan normalmente de historias en donde las personas son ricas, o completas, o bien educadas. Normalmente es una historia individual con personas que resuelven sus problemas de acuerdo a su inteligencia, poder o personalidad, y esta película trata de contar una historia de cómo personas corrientes se unen para luchar contra una multinacional y es muy rara la vez que ves esto… pero yo pienso que esto pasa a menudo en la historia…
Nosotros vemos la historia oficial que se enseña en las escuelas, aprendemos sobre Colón, o Cortés, pero no sobre Bartolomé de las Casas o el padre Antonio Montesinos. Si vas a los museos no encuentras nada sobre ellos o sobre los indígenas, no ves nada sobre Montesinos y pienso que esto se debería tratar en las escuelas. Su resistencia y su voz no se encuentran dentro de lo que es la historia oficial.
Así que en una manera pequeña espero haber homenajeado a este tipo de resistencia, pero yo no resuelvo los problemas… no, no creo en el romanticismo. Pienso que una historia así es importante contarla, espero que ayude, pero lo más importante es la gente que intervino, no la gente que escribe sobre ello.
¿Fue difícil trabajar en una producción tan grande y con miles de extras?
Desde el punto de vista del director es realmente un desafío trabajar con tantas personas en escena, también el desarrollar el detalle, la expresión como lo hace Icíar.
Una de las preocupaciones que teníamos era el pensar en cómo iba a ser la gente, su aspecto; y en segundo lugar, el convencerles para que rodaran. El trabajo que realizó Icíar fue tremendo, ella fue a las comunidades y habló con ellos. Hubo un trabajo de confianza y de respeto. Ellos decidieron participar y exponerse al trabajo, a la cámara y lo decidieron ellos mismos en las juntas de la comunidad. Sí, todo esto fue un desafío, también el hacerlo con respeto y para ellos fue un desafío el confiar en nosotros.
No tuvimos mucho tiempo para decidir el aspecto que deberían tener y en hacer todo esto… pienso que hicieron un gran trabajo recreando la guerra… tuvimos un periodo de tiempo muy corto, unas pocas semanas, además el presupuesto era limitado. También fue un gran desafío hacer que las tres líneas narrativas de la película funcionaran bien juntas… fue un gran desafío para el equipo hacer esto.
¿Les habló usted en quechua a las comunidades?
No, porque yo no sé quechua, pero Icíar fue a las comunidades y les habló en español y a la gente que no lo entendía se les tradujo. No mucha gente habla español fluido, pero habían asambleas y ellos comentaron que algunos compañeros querían hacer una película… entonces nosotros les explicábamos un poco sobre el proyecto y al final les decíamos que lo pensaran, lo hablaran y que decidieran si era bueno para la comunidad o no. La idea más importante era decidir si era bueno para la comunidad y para los vecinos… y sin mirar el dinero… ellos piensan de una manera muy diferente, y esto fue realmente fascinante.
Es una película compleja con varios niveles…
Teníamos tres realidades que te aportan muchos movimientos e impresiones… queríamos poner a la audiencia en disposición de pensar también que la historia no es objetiva, porque ya con la selección que se realiza o la cercanía… deja de ser objetiva. Queríamos que la audiencia sintiera… nosotros intentamos realizar diferentes niveles, como aquellas muñecas rusas… sí, tratamos de capturar esto.
Una segunda parte podría ser la perspectiva de las mujeres, por ejemplo vista por María, la operadora de cámara…
Cierto, de hecho en la guerra del agua las mujeres fueron muy fuertes; es verdad, uno de los personajes principales podría haber sido una mujer… de hecho en la guerra vimos a mujeres manifestándose y luchando… también los momentos más emotivos de la película están en realidad protagonizados por mujeres…
¿Se le ocurrió a usted la escena en que las mujeres están con sus bebes en el agua?
No se me ocurrió, lo leí… no es invención. Me encanta esa escena porque de alguna extraña manera Bartolomé de las Casas escribió sobre esto: las mujeres ahogaron a sus propios hijos para evitar que murieran bajo los ataques de los perros, y es por eso que me encanta esa escena, porque estas mujeres son incapaces de imaginar esto con sus propios hijos, no son capaces ni de imaginarse eso, ni de reproducirlo en la ficción a pesar del empeño de Sebastián en continuar el rodaje…
Encuentro la escena sobre la que escribe Bartolomé de las Casas terrorífica, pero debió ocurrir así… vemos sus ojos, sus caras y nos damos cuenta de la barbarie que eso fue.
Entrevista a Luis Tosar, protagonista de También la lluvia
Crítica de También la lluvia en Encadenados
Entrevista y fotos Laura Bondía