Aunque la mayoría de
los socios fundadores de EN CADENA DOS vivimos a orillas del
Mediterráneo, en Valencia, tenemos un colaborador cuyo domicilio se
encuentra a orillas... ¡del Guadalquivir!, pero su espíritu es tan
mediterráneo como el nuestro. Cada mes os invita a acompañarle en el
análisis de un tema cinematográfico de actualidad.
EL CINE DIGITAL
Por
Juan
de Pablos Pons
Las características técnicas de la imagen electrónica
de los equipos de televisión o video, tradicionalmente ha dificultado su
proyección en pantallas de grandes dimensiones. Con el correr de los años
se trató de equipar las salas de cine con proyectores de televisión,
pero la calidad que se obtenía en las pantallas de grandes dimensiones no
era suficiente. Actualmente, la tecnología está tan avanzada que las
“pantallas electrónicas” del cine digital moderno de muy alta
definición son equiparables a las del cine tradicional, hasta tal punto
que pueden llegar a reemplazarlas. El equipo cinematográfico clásico:
película, proyector y operador de cabina
va a ser sustituido a medio plazo por películas digitales enviadas
por satélite, fibra óptica, cable o soporte grabado que se podrán
proyectar tomando la reproducción de servidores de vídeo de alta
definición. Los costos todavía muy altos de los proyectores electrónicos
se compensan ampliamente con el ahorro que supone el no tener que realizar
miles de copias de películas en color de 35 mm, transportarlas y
sustituirlas cuando se desgastan.
Con la llegada del cine digital, los complejos
cinematográficos actuales se pueden convertir en auténticos centros
multimedia. Se podrán retransmitir programas de televisión de alta
definición en directo, espectáculos teatrales, conciertos o
acontecimientos deportivos de todo tipo, además de las películas
digitales. Asimismo, los nuevos programas digitales de alta definición
podrán integrar todos los elementos que componen las sesiones cinematográficas
actuales, con todos los artificios y las herramientas electrónicas
modernas, sin las dificultades de manipulación del celuloide.
La
primera industria cinematográfica a nivel mundial, consciente de las
posibilidades de las nuevas tecnologías basadas en la digitalización de
la información, las incorporó
a diferentes producciones a
principios de los años noventa. Steven Spielberg, fue uno de los
primeros directores que utilizó estos recursos en grandes
superproducciones, en concreto en su film Jurassic Park (1993),
donde se utilizaron imágenes creadas por ordenador; y la compañía
de efectos especiales de George Lucas, la “Industrial Light and Magic”,
introdujo la tecnología digital en todos sus ámbitos de trabajo, así,
gran parte de las imágenes del Episodio I. La amenaza fantasma
(1999) fueron producidas por ordenador e integradas con otras filmadas en
negativo de 35 mm.
Desde
el punto de vista de la producción, el formato digital resulta de gran
interés puesto que reduce en gran medida los costes de rodaje. Existen en
el mercado cámaras digitales a precios asequibles. Y en cuanto a su
capacidad expresiva el cine digital debe propiciar una profunda innovación,
apoyándose en una narrativa y una estética totalmente distintas a las
del cine convencional. En la última hasta ahora y premiada película del
director danés Lars Von Trier Bailar en la oscuridad (Dancer in The
Dark), realizada en el año 2000, algunas de sus escenas más
espectaculares se rodaron con hasta cien cámaras digitales operando
simultáneamente. Time Code, de Mike Figgis, presentada en el
Festival de Cine Fantástico de Sitges 2000, maneja una concepción
cinematográfica que hubiera sido complejo de plasmar en el cine
tradicional: cuatro cámaras digitales, cargadas respectivamente con una
cinta de noventa minutos, sigue a los actores por la ciudad de Los Angeles
en cuatro planos secuencia, sin cortes ni ediciones de ningún tipo. Y en
la pantalla cuadriculada del cine acabamos viendo simultáneamente las
cuatro historias que se cruzan, se distancian y se combinan; demostrándonos
que estamos visual y culturalmente preparados para comprender varias imágenes
audiovisuales proyectadas al mismo tiempo.
La
primer película en formato digital producida en América Latina, con tan
sólo el 40 por ciento del presupuesto requerido para un formato
convencional, ha sido Así es la Vida (2001) del mexicano
Arturo Ripstein. En España la primera producción comercial rodada en vídeo
de alta definición fue Lucía y el sexo (2001) de Julio Medem.
Todos los films mencionados han sido distribuidos en copias de 35 mm. para
su explotación en salas comerciales.
Entre abril y julio (2002) de Aitor Gaizka ha sido la
primera película realizada y
distribuida en España en formato de video digital (en dos salas).
Hablar
en la actualidad de cine digital supone
referirnos a distintas realidades. Básicamente podríamos diferenciar
entre las manifestaciones al margen de la industria cinematográfica, pero
que la tecnología digital ha posibilitado, y los desarrollos que en este
campo ha propiciado la propia industria. En el primer caso, hablamos de
los “net films” o los “films.com”, producciones de corta duración
realizadas íntegramente en soporte digital y distribuidas y exhibidas en
Internet. En el segundo, hablamos de cine más convencional realizado con
tecnología digital. La primera sin duda responde a una vocación de
experimentación, también de aprendizaje, de búsqueda de nuevas
soluciones expresivas. Y en la segunda hay un proceso evolutivo en el que
se vislumbra que el cine de la gran pantalla dejará de ser analógico y
pasará a ser digital a medio plazo.
La
distribución es, sin duda, el sector que sufrirá una mayor transformación.
La transmisión de cine con tecnología digital es, ya, una realidad. La
compañía de telecomunicaciones Cisco y la cinematográfica Twentieth
Century Fox llevaron a cabo, en junio de 2000, el primer envío de
una película, Titán, de costa a costa de los Estados
Unidos, a través de una red IP, diseñada con la ultima tecnología, en
cuanto a capacidad y seguridad, por Cisco. La experiencia permitió
proyectar, en un cine de Atlanta, una película que se transmitía desde
el otro extremo de los Estados Unidos.
La
distribución digital puede convertirse, en manos de las grandes
multinacionales norteamericanas, en una poderosa herramienta
para mantener su monopolio a nivel mundial. Se trata de un cambio
cualitativo que otras cinematografías como la europea, pueden aprovechar
para cambiar la actual situación de desequilibrio, o bien es una nueva
batalla que se puede perder frente a las “Majors” norteamericanas. Sin
duda, el cine digital es una puerta abierta para las producciones
independientes de bajo coste y para las
cinematografías de países menos desarrollados. Puede dar pie a un cine más
fresco e innovador, y es de esperar que también más crítico y
comprometido socialmente.
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