No
es Pau
i el seu germá una
película fácil de ver y esto creo que se debe de agradecer dadas las
inmensas facilidades que se están últimamente regalando a los
espectadores de esas nefandas y demagógicas películas españolas que
proliferan en nuestras pantallas. Y sin duda no es fácil de ver este
filme de Marc Recha, porque detrás de ella se esconde toda la intención,
la ilusión y el empeño de un joven director que ve el cine como un
privilegiado medio de expresión de vivencias emocionales y de coyunturas
existenciales que quieren ser atrapadas en el tiempo del celuloide.
Labor
ingrata, pues, en el panorama cinematográfico actual pero más que digno
de aplaudir y seguir: que el buen espectador se esfuerce en sumergirse en
la intrincada selva que este filme y llegará, vencidas las dificultadas a
gozar de un filme casi insólito, que le arrastrará a la vivencia de
vivir el tiempo donde maduran las personas, a la par que el sol, la lluvia
y la nieve le empapan y acompañan en el crecimiento del espíritu, de las
opciones personales, de la valoración de la vida pletórica en medio de
la naturaleza.
En
toda la corta pero enjundiosa filmografía de este joven catalán, que ha
vivido muchos años entre nosotros los valencianos, hay una especie de
deseo incontrolado de fuga hacia una arcadia particular que es la vida en
contacto con la naturaleza, la felicidad que destilan los hombres y
mujeres que viven en las aldeas y en los pueblo pequeñitos. Mientras que
en las grandes urbes el hombre se ahoga en el anonimato y las heridas
profundas de su corazón en vez de curar parecen ahondarse más en la
soledad y en la angustia hasta la misma corrupción. Es el eterno tema del
elogio de la aldea y el menosprecio de corte como respuesta al tedio vital
que produce esta sociedad masiva y esquizofrénica que nos ha tocado
vivir.
Aquí
la Arcadia que descubre Pau cuando sale a la búsqueda del pasado reciente
de su hermano muerto son las tierras de unos valles situado en la sierra
del Cadí, en Lleida. Esta peculiar, plácida y tranquila forma de vida
-idealizada a lo largo del filme-, le hará conocer profundamente a quien
fue su hermano y le hará a él, Pau, y a su madre, a redescubrirse a sí
mismos. Ese proceso, progresivo e íntimo, se nos irá mostrando a lo
largo del relato muchas veces hermético de todo el filme. El paisaje, la
meteorología, el paso del tiempo, serán sus factores de cambio y avance.
Su intento de transcribirlo con total verismo, hace que la narración de
los hechos se pierda en confusas imágenes, como si de nuevo los árboles
no permitieran ver el bosque.
Pau
y su hermano
ha sido rodada respetando la cronología de los hechos que se cuentan para
dar así una mayor sensación de que el cine debe ser una mirada moral a
la realidad, como hacía Rossellini y donde los mismos actores evolucionan
moral y psicológicamente a lo largo del trabajo de la película. No
faltan claras influencias de algunos de nuestros cineastas más queridos y
admirados como es Víctor Erice y claros homenajes al final de Sacrificio
de Tarkovski y a las obsesiones de David Lynch (el horno crematorio, la máquina
de la carretera).
Nos
hubiera gustado que este Pau i el
seu germá no hubiera caído en tantos hermetismos y en algún que
otro esteticismo fotográfico de paisaje, pero como ponderación global es
un film más que interesante y que mantiene en pie la esperanza en este
joven y prometedor cineasta que es Marc Recha.
José Luis
Barrera Daniel Arenas
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Pau
i el seu germá.
Nacionalidad:
España 2001.
Guión
y dirección: Marc Recha.
Producción:
Antonio Chavarrias.
Fotografía:
Helene Louvart.
Montaje:
Ernest Blasi.
Intérpretes:
David Selvas. Natalie Boutefeu,marieta Orozco, alicia Orozco, Luis
Hostalot, juan Márquez.
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