Hable con ella (2002) de Pedro Almodóvar

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Arte y vida, amor y muerte 

hable-con-ella-0Amor y muerte. Un macabro oxímoron quizás o un irritante acostamiento. En el arte, cuando el amor se acerca a la muerte se llama romanticismo. Cuando la muerte se acerca al amor, se llama tragedia.

Y es recurriendo los pasos principales de la historia del cine entre romanticismo y tragedia, que está claro individuar como estas dos “condiciones” humanas se insinúen con afán en la vida y en el arte.

Son los cárdenos de un estilo que difícilmente no funciona, simplemente porque son las dos caras o, mejor dicho, los dos extremos de la vida que el arte representa continuamente.

No hace falta ir tan lejos para conocer a quien ha elegido este connubio como la clave de su desarrollo cinematográfico.

Estoy hablando de Pedro Almodóvar, maestro indiscutible del amor en todas sus manifestaciones humanas y de la muerte en todas sus salidas posibles humanamente.

Este poeta de la muerte en imágenes y del amor carnal y fugaz que muere constantemente nos ha enseñado muchas películas con estas características.

Almodóvar nos ha mostrado que la muerte no es el final de un amor, sino muchas veces su revelación, como es el caso de Hable con ella.

Sinopsis

La película empieza con el abertura de un telón rojo, en un teatro donde se encuentran Benigno, un joven enfermero, y Marco, un escritor de guías turísticas.

La historia se desarrolla alrededor de dos hombres, cuya vida paralela se cruza gracias a un destino de amor y muerte.

Ninguno de los dos imaginaría de encontrarse pocos meses después en el hospital El Bosque, para asistir, cada uno a su manera, a las mujeres que aman, las dos en coma.

Durante las visitas, entre Benigno y Marco nace una buena amistad que los llevará a concebir de manera diferente el concepto de amor y de muerte que diariamente afrontan.

Benigno enseñará a su amigo la manera de “hablar con ella”, con la mujer que quiere y que no le puede contestar, a causa de su estado físico. A través de un montaje de flashbacks en el que se desarrolla una historia de recuerdos y proyectos, el espectador se enamora y muere con los personajes.

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La muerte que enamora

Cuando se habla de amor, la muerte parece ser el único obstáculo posible. Los más románticos sabrán que en el cine, como en la vida, se ama hasta la muerte.

En Hable con ella este concepto no vale. La muerte parece ser la motivación por la que se quiere. Los personajes se encuentran por primera vez en un teatro, donde la ficción a la que asisten convierte el momento en una especie de meta-cine: el espectador es capturado por la catarsis vivida por los personajes. Almodóvar, posiblemente, utiliza este expediente para señalar al mundo que mira de mirar mejor su realidad, porque la realidad realiza y la ficción finge. Pero muchas veces se mezclan y casi no se llega a percibir el límite que las separa.

Cuando al principio de la película Marco llora delante de la danza teatral a la que asiste, en este punto la emoción habla con él y transfiere la ficción a la vida.

Este íncipit es simplemente una advertencia a lo que sucederá más tarde: el estado de coma en el que se encontrarán las dos mujeres, parece casi una ficción. La muerte es evitada por los protagonistas de dos diferentes maneras. Marco no habla de ella y Benigno habla con ella. Los dos protagonistas aprenderán a enamorarse más gracias a la posibilidad de la muerte. El primero en el silencio y el segundo contando todo lo que sucede a su bella durmiente.

La muerte que incumbe en esta película es la excusa para sacar el amor que, durante la vida, por circunstancias diferentes, ninguno de los dos ha podido alcanzar de verdad.

Pero ¿cuál es el momento en el que entendemos que el amor surge gracias a la muerte? ¿Qué es lo que le aleja de la vida? Seguramente ambos los protagonistas delante de la muerte se encuentran con la posibilidad de hablar consigo mismos. Cosa que en la vida aún no se habían atrevido hacer. Hablar es sacar historias, que sean inventadas o tan íntimas para ser verdaderas, poco importa. Delante de una posibilidad de muerte consiguen sacar lo que llevaban más escondido: a sí mismos.

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Almodóvar utiliza el verbo “hablar” para que enamore y encante, no sólo los protagonistas, sino también los espectadores. La muerte es el expediente, la motivación silenciosa que nos permite reflexionar.

Cuando Benigno cuenta a su querida en coma la historia del hombre que se hizo pequeño, en esta maravillosa, bukowskiana y magistral escena de cine mudo en blanco y negro, allí percibimos el sentido físico y sentimental de lo que pasará.

Benigno entra en la muerte, lucha con ella a través de las palabras y será su refugio cuando la mujer que ama se despierte.

Al contrario, Marco, no se atreve a tanto y espera, como en un círculo sin fin, hasta que todo se resuelva en la vida.

En la película la muerte enamora y hace que la gente hable: el verdadero sentido de “ella”, posiblemente, es la muerte.

Almodóvar realiza esta maravillosa historia gracias a un montaje impecable en el que, como en las películas antiguas los capítulos en las que está dividida cumplen un trayecto que sigue al amor, que persigue a la muerte y que llega a la vida.

Escribe Serena Russo

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