Cars 2 (Cars 2, 2011)

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When Lasseter transformers in Michael Bay

cars-20Se cumplen 25 años del nacimiento de Pixar y para celebrarlo Pixar comete su primer desliz de importancia.

Hasta ahora sus títulos siempre habían sido ante todo historias interesantes, emotivas, coherentes, con temas de interés no sólo para niños sino para adultos (con la amistad como tema recurrente en todos sus films), eran películas que funcionaban a partir de una gran historia y luego venía todo lo demás.

Hasta ahora.

A los 25 años de su creación, en su película número 12, después de haberse fusionado con Walt Disney para garantizar el futuro de la productora del ratón, Lasseter ha comenzado a pensar como productor antes que como realizador y, en el camino, se ha perdido al Lasseter guionista. Se ha perdido la inocencia. Puede ser algo puntual. O puede ser el inicio de la definitiva absorción de Pixar por parte de Disney.

¿Por qué este alarmismo?

Cars 2 no es más que la punta del iceberg de una gran campaña de marketing. La película no nace del interés de Lasseter y sus chicos por contar una nueva historia, que emocione y eduque, sino de la necesidad de tener un film que sirva para lanzar su nueva atracción en cualquier parque temático norteamericano —y, suponemos, posteriormente en el resto del mundo—. Y, paralelamente, es un film necesario para poner en marcha todo el despliegue de merchandising propio de cualquier blockbuster veraniego.

Lo dicho: estamos inmersos de lleno en la estrategia de Disney.

O peor aún: podríamos estar en el primer peldaño de una escalera destinada a convertir a Lasseter en un Michael Bay cualquiera, dispuesto a estrenar cada dos años una nueva e innecesaria versión de Transformers.

Y la cita no es del todo gratuita, porque Cars 2 se parece peligrosamente a la forma de narrar del director de Armageddon o Pearl Harbor (eso sí, como las 3D obligan a planos de dos segundos, el mareo es menor y no salimos a plano por segundo).

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Desde la primera y modélica escena, que sirve de presentación a un nuevo personaje, el Aston Martin de nombre McMissile (que, evidentemente, remite sin disimulo a James Bond, incluso en la fuga final de unos pozos petrolíferos, transformándose en un vehículo sumergible… como sucedía en La espía que me amó), hasta la batalla final en Londres, llena de carreras, disparos, explosiones y, en fin, efectos especiales, la película parece una aplicada reinterpretación animada del manual de estilo de Bay… lo cual, es caer muy bajo cuando uno es el responsable de maravillas como Wall·E, Buscando a Nemo y, últimamente, Toy story 3, por citar sólo algunos ejemplos de su impecable filmografía.

Y es que Cars 2 tiene ante todo problemas de guión, no de realización.

No queda claro el protagonista del film, que en muchos momentos pasa a ser la grúa Mater, transformada por momentos en héroe a su pesar, pero su personaje no deja de ser un secundario gracioso frente al héroe McMissile y su bella acompañante… y no, esos dos no son los protagonistas de la función. Un coche italiano petulante como pocos, el enemigo natural de Rayo McQueen en las carreras, tampoco es el malo de la función, de hecho la novia oficial de McQueen está entusiasmada con sus ruedas descapotables… por cierto, la novia oficial tiene aquí una aparición meramente testimonial, casi no existe como personaje. Como muchos de los personajes de Radiador Springs, aquí relevados a un epílogo testimonial. Y tampoco Rayo es el protagonista absoluto. Ni las carreras, pese a que hay cuatro en la película. Demasiados personajes, demasiados temas y una ausencia de rigor en la trama.

Y no queda claro el auténtico tema del film: sí, se habla de la importancia de la amistad, como en todo lo de Pixar. Incluso hay una amistad traicionada y luego recuperada —entre Rayo y Mater—. Pero todo ello anda perdido entre un arsenal de ruidos, carreras, explosiones, disparos, planes para destruir coches… en fin, que los efectos sonoros acaban anulando gran parte de la función.

Mucho ruido y pocas nueces.

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El afán de epatar al espectador logra que la película nunca se detenga. Un montaje antológico, una correcta partitura de Michael Giacchino (aunque lejos de Ratatouille o Up, sus obras maestras animadas, y más cerca de la funcional Los increíbles), una planificación magistral de las carreras, un trabajo meticuloso con cada detalle de la ambientación (desde Tokio a Londres, pasando por París y un Montecarlo disfrazado con otro nombre), una gran labor de diseño, donde cada escenario contiene multitud de detalles que hacen referencia al mundo de los automóviles —y los transforman en escenarios antológicos—… pero todo ello se utiliza para contar una trama nimia, con el típico malvado que quiere dominar el mundo: aquí intentando acabar con el combustible ecológico, un pequeño ramalazo ecologista que no logra disimular la frágil propuesta narrativa.

Lo dicho, el Lasseter guionista ha sido aplastado por el director.

Y el trabajo de puesta en escena es brillante. Pero en la misma forma en que puede serlo cualquier blockbuster veraniego, lleno de costosísimos efectos especiales, con técnicos de primera fila… pero sin nada que contar.

Lasseter realiza un trabajo impecable de puesta en escena en este entretenimiento jamesbondiano. Pero es un simple entretenimiento. Probablemente destinado a satisfacer las necesidades del Lasseter productor.

Y sí, el productor es el gran beneficiado de la función: Lasseter es ahora el amo de Disney. Llegó allí para asumir la dirección absoluta de los nuevos proyectos, devolviendo la tradicional animación en 2D que ya había abandonado la empresa del ratón —con éxitos notables, como Enredados—, para instaurar el sentido narrativo de Pixar en las nuevas producciones —que son enteramente suyas desde Bolt—.

Y lo ha conseguido.

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Lo que no esperábamos es que con el tiempo el hombre de las trescientas camisas hawaianas, el eterno adolescente que se niega a crecer, iba a pensar como un ejecutivo típicamente Disney. Iba a plantear las producciones en función de las necesidades económicas de la compañía. Iba, en definitiva, a renunciar al inclasificable autor y guionista.

Iba a perder el niño que lleva dentro.

Quizá por eso Cars 2 es técnicamente impecable, pero carece de corazón.

O peor aún, no tiene alma, el alma de los anteriores proyectos de Pixar.

Es sencillamente un producto. Un producto más.

Como el corto que acompaña a la película: una nueva aventura de los personajes del anterior largo, Toy story 3. Pero también un corto prescindible, con pocas novedades: las vacaciones simuladas de Ken y Barbie en Hawai están resueltas con brillantez. Pero este relato tiene nada que ver con la mala uva de cortos que hoy ya son hitos, como Geri’s game, Tin toy, For the birds, Presto o Día y noche, que han acompañado anteriores estrenos de Pixar en los cines de todo el mundo.

Y nos han dejado con la boca abierta.

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En definitiva, el nivel técnico mostrado en Cars 2 nos llevaría a hablar de un gran trabajo en cualquier otro realizador. Pero en el caso de John Lasseter es un paso atrás.

Afortunadamente, es posible que sea una simple cuestión coyuntural.

El trailer que incluye la función —que será el gran el estreno Pixar para el próximo año—, promete recuperar el viejo espíritu de la casa: Brave (Valiente) contará con una protagonista femenina, aunque seguirá alejada de los elementos propios de Walt Disney, por lo que ni canta, ni baila, ni se somete al macho de turno.

Esperamos impacientes que Lasseter sólo haya dado un paso atrás para tomar impulso y dar un salto adelante en su próxima producción. El cine de animación lo necesita.

Escribe Mr. Kaplan

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 Título  Cars 2
 Título original  Cars 2
 Director  John Lasseter y Brad Lewis
 País y año  Estados Unidos, 2011
 Duración  106 minutos
 Guión  John Lasseter y Brad Lewis
 Fotografía  Jeremy Lask
 Música  Michael Giacchino
 Distribución  The Walt Disney Company Spain
 Intérpretes  Owen Wilson, Larry the Cable Guy, Bonnnie Hunt, Tony Shalhoub, Jason Isaacs, Michael Caine
 Fecha estreno  06/07/2011
 Página web  http://www.disney.es/cars/index.jsp