Doce hombres sin piedad (1957)

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Comunicación verbal y no verbal

docehombressinpiedad01No hemos de soslayar la importancia de la comunicación no verbal, a pesar de que en algunas ocasiones sea ignorada posee incluso más peso que la verbal. A veces interviene permitiendo descartar conclusiones erróneas derivadas de las expresiones orales de los sujetos, dejando patente su importancia.

Es mucho más difícil para un sujeto fingir una actitud no verbal que mentir directamente cambiando el uso de las palabras que expresarían su verdadera opinión. Modificar una posición corporal que genere duda —movimientos agitados de las manos, sudoración— por una que exprese determinación —mirada fija, movimientos escasos y firmes— requiere de un gran esfuerzo y entrenamiento.

Cualquier persona puede mentir, de un modo más o menos verídico, mediante el uso de fonemas pero cuando hemos de controlar nuestras respuestas más básicas —las fisiológicas— la tarea se torna complicada e intrincada no apta para cualquier sujeto.

Los gestos o exclamaciones se utilizan de manera no voluntaria, incluso cuando el emisor cree que no está expresando ningún mensaje, el receptor estará captando la información que desprende su cuerpo.

Encontramos grandes variaciones en el uso de los signos entre culturas. En algunos lugares, por ejemplo, utilizan los tres dedos centrales para simbolizar el número tres mientras en otras se usa el corazón, anular y meñique, de hecho, es este gesto el que delata a uno de los protagonistas de Malditos bastardos que trataba de pasar por sujeto perteneciente a otra cultura. Mientras que en algunos lugares será común encontrar a un sujeto agachado en la calle esperando al autobús en otros esta postura generará sorpresa.

No solamente postura e interjecciones forman parte de la comunicación no verbal, también en ella se engloba el espacio entre sujetos, mientras en unas culturas será común el roce y el acercamiento entre desconocidos, en otras podrá ser concebido como una ofensa o falta de educación.

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La comunicación no verbal en el cine

No es necesario analizar la importancia de los gestos en las primeras películas de la historia, las cuales carecían de sonido, recayendo todo el peso interpretativo de los actores en sus acciones.

Estos mimos realizaban grandes esfuerzos por transmitir lo que ahora se evoca mediante el uso de las palabras. Dicha dificultad no tiene parangón con la actual, hoy en día los intérpretes poseen la ayuda de efectos especiales y movimientos de cámara, entre otros. La transición al cine sonoro no fue sencilla para actores que estaban acostumbrados a transmitir sólo mediante el uso de sus cuerpos, en algunos casos se quedaron encallados en ese tipo de trabajos sin poder prosperar adaptándose a las nuevas tecnologías. En dicho grupo podemos enmarcar a John Gilbert que llegó a rivalizar con Rodolfo Valentino como actor más taquillero pero que se hundió junto a la llegada del cine sonoro.

Por tanto, podemos concluir que el cine sonoro también tiene la dificultad añadida de tener que interpretar totalmente con voz, cuerpo y alma. En el cine actual, los intérpretes habrán de dominar ambas facetas para poder llevar a cabo su trabajo del mejor modo posible.

Los avances que se producen como consecuencia del paso del tiempo generalmente facilitan el trabajo del actor, no obstante, en ocasiones dichos avances provocan que el foco de atención se desvíe en su favor, hecho que acaece en el tan en boga 3D, cuya importancia y características restan categoría a las interpretaciones de los actores. Esto se produce porque el presupuesto ha de ser amortizado y si un filme es caro ha de demostrarlo, así que a pesar de contar con todos los recursos disponibles, puede en ocasiones, perjudicar a la atención que recaban los actores.

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La comunicación no verbal en el filme

En 12 hombres sin piedad se concede gran importancia a la comunicación no verbal. Al desarrollarse casi la totalidad de la película en una sola sala donde el espacio es reducido podemos fijarnos en las reacciones de los doce sujetos protagonistas de un modo más directo que si hubiera un gran número de exteriores que pudieran desviar nuestra atención.

Sidney Lumet es determinante a la hora de que el filme gire en torno a las reacciones corporales de los sujetos, algunas tomas se centran en un jurado que está expresando algo mediante gestos mientras que el diálogo está en manos de otro. Esto muestra una gran perspicacia por parte de Lumet, dado que esas expresiones son concluyentes a la hora de entender las posiciones de los jurados, sus prejuicios y, por tanto, la oscilación en sus votaciones.

Algunos de ellos intentan ocultar sus verdaderas personalidades pero los gestos les delatan, a pesar de intentar mostrarse como razonables y calmados no pueden disimular su sudor o ansiedad que deriva en movimiento constante.

La sala en la que tiene lugar el filme posee una temperatura muy elevada, en este contexto tanto las reacciones fisiológicas como las emocionales son menos controlables que en uno fresco dado que el calor altera a los sujetos sobremanera. En experimentos realizados utilizando la temperatura como variable se demuestra este hecho, actuando los sujetos localizados en una sala con alta temperatura de modo más violento que otros expuestos a la misma situación pero en una sala con temperatura agradable.

En los escasos momentos en que somos testigos del juicio podemos observar conductas de algunos de los jurados, el juicio está siendo conducido por sujetos que no son relevantes para el espectador y así lo hace saber Lumet, mediante su elección de planos que muestran desde el minuto uno que los protagonistas son los jurados, doce sujetos que habrán de decidir sobre la vida de otro hombre.

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El peso del filme recae sobre el extraordinario Henry Fonda, cuyo personaje se muestra sosegado desde primer minuto hasta el final. Esta actitud le ayuda a poder dialogar con sus compañeros y mostrar sus opiniones de un modo coherente y reposado, pudiendo hacerse oír mejor que si su actitud hubiera sido más violenta, como el caso del jurado número 3 que nunca cambia de opinión pero no razona sus ideas.

El gesto más significativo de toda la película es el momento en el que uno de los jurados muestra su total falta de respeto e ideas preconcebidas hacia el grupo social al que pertenece el acusado, instante en el cual todos los jurados que están en su contra muestran su desaprobación no mediante insultos o gritos, sino simplemente poniéndose de pie y dándole la espalda. Acto que posee e irradia una mayor fuerza que el uso de las palabras. Esa acción resume lo que piensan y muestra su consenso, además toman dicha decisión sin mediar palabra.

Aparte de este enorme gesto, el filme está repleto de pequeños indicadores de información sobre cada uno de los protagonistas basados en su aspecto físico y modo de actuar: desde la manera de vestir de cada uno de ellos, pasando por sus posturas —desde la más formal, hasta una muestra total de desinterés— hasta gestos claros como aspavientos, exclamaciones, etc. Los guionistas demuestran su sagacidad al reunir a sujetos muy dispares entre sí que pueden dar mucho más juego que si fueran homogéneos, puesto que sus reacciones serían similares y el filme perdería la riqueza que le aportan tantos diferentes puntos de vista.

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La comunicación no verbal no sólo es importante a la hora de entender a los protagonistas sino también para solucionar el caso que les reúne a todos, ejemplos claros son la utilización de la navaja, la posición de la cual hace que se cree una duda razonable en alguno de los jurados mediante el conocimiento de cómo se utiliza ese tipo de navajas automáticas y la posición en que se clava, se desmantela uno de los argumentos principales de la acusación.

En un brillante giro de tuerca, se descubre que el testigo principal estaba mintiendo, ese hallazgo lo hace el personaje de Henry Fonda mediante varias deducciones provocadas por premisas no verbales: el aspecto de la testigo denota su forma de ser —es coqueta—, pero no puede evitar la marca de las gafas sin las cuales no puede ver de lejos, nadie duerme con gafas y ella afirma que vio el crimen desde la cama, es mediante este hecho tan sorpresivo, brillante y original que se resuelve casi en su totalidad el juicio.

La información estaba ahí, sólo hacía falta saber dónde mirar y para ello está Fonda, cuyo personaje demuestra la relevancia de la comunicación no verbal, dado que si sólo se hubieran seguido las directrices del lenguaje verbal se hubiera llegado a otro resultado, habiendo condenado al acusado en vez de ponerlo en libertad.

El mayor indicador de la poca relevancia que tiene la comunicación verbal en el filme de Lumet es que no conocemos el nombre de ninguno de los personajes hasta que concluye, momento en el cual nos enteramos de la etiqueta de Henry Fonda y otro compañero que siente curiosidad y le pregunta. Palabras que no dicen nada.

Escribe Sonia Molina

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