Ridley Scott: El imperio de la luz (de Juan A. Pedrero)

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Luces y sombras de un artesano de Hollywood 

pedrero-ridley_scottUno de esos libros que ya de entrada caen bien al lector: centrado en un director actual, veterano, aunque no muy valorado por la crítica; escrito por un experto en el cine fantástico y de terror (suyas son las biografías sobre James Whale y Johnny Weissmuller, además del clásico Terror Cinema, todos ellos editados por Calamar Ediciones); organizado de forma metódica por orden cronológico de su filmografía y, ya desde el título, apunta a que el trabajo es concienzudo y no falto de razón.

Ridley Scott: El imperio de la luz resume ya desde su propio título las virtudes y defectos de este inglés afincado en el cine de Hollywood prácticamente desde sus inicios: la luz, esa poderosa herramienta para crear imágenes que transmitan sensaciones al espectador es, paradójicamente, también el gran estigma del director de Alien y Blade runner: siempre se le ha considerado más atento a la composición de los planos que de los personajes, a crear imágenes bonitas que a construir historias sólidas; en definitiva, es acusado en muchas ocasiones de ser antes un ilustrador de historias que un narrador cinematográfico.

Y no le faltan motivos para pensar así a sus detractores, incluso Pedrero avala en muchas ocasiones esa teoría, de hecho, si hay un pero que ponerle a este libro es precisamente ese: el autor invierte demasiados párrafos en aceptar que, efectivamente, tienen razón los que critican a Scott por su atención al decorado y la fotografía, en detrimento del guión. Y no es que Pedrero no esté en lo cierto, es que basta con decirlo alguna vez.

Esa insistencia en repetir algunas ideas ya explicadas en anteriores títulos apunta a que el libro ha sido escrito por capítulos individuales en función de la película tratada, lo que resta atractivo al volumen cuando se lee de un tirón, mejor dicho, no le falta atractivo, más bien le sobra reiteración de ideas: en más de una ocasión el lector tiene la sensación de que Pedrero se justifica y justifica a Scott, asumiendo las mismas críticas de siempre… algo dicho en el texto en varias ocasiones.

Recordemos, la estructura del libro es sencilla: tras un prólogo atinado de Tomás Fernández Valentí, en el que ya se plantean los pros y los contras del cine del director de Gladiator, Pedrero realiza una introducción genérica (en la que demuestra que el joven Ridley vivió desde su infancia la misma actitud por el cine: acudía a las proyecciones como acto social con su familia, sin importarle la película en sí; prestaba más atención al aspecto que al contenido) y después comienza a analizar los títulos uno a uno, desde Los duelistas a Prometheus… por cierto, de la que viene a insinuar que tuvo que verla en alguna versión obtenida en Internet para documentarse para el libro (debido al inexplicable retraso con el que se ha estrenado el film en España), aunque posteriormente la haya revisado en pantalla de cine-cine y en 3D cuando El imperio de la luz prácticamente se iba a imprimir, momento que aprovecha para reclamar el visionado en cines para la obra del director: algo lógico si tenemos en cuenta su gran trabajo a nivel visual.

A todo ello hay que añadir un repaso atractivo a su biografía, con apuntes sobre su trabajo en la BBC (ojo, como decorador, aunque también dirigió como prueba la secuencia de la batalla Senderos de gloria: un rodaje que posteriormente le abriría las puertas a dirigir esos aburridos dramáticos que tanto odia el bueno de Ridley… ¡no por su dramaturgia, sino porque su iluminación excesiva y plana arruinaba sus decorados!), anotaciones sobre su carrera en el mundo de la publicidad (que tanto daño ha hecho a su cine, según algunos) y una amplia documentación sobre los rodajes de sus films, incluyendo en ocasiones material inédito, como las entrevistas realizadas a algunos de los participantes en 1492, la conquista del paraíso.

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Es un libro que se lee bien, escrito con pulcritud, con cuidada ortografía y gramática (no es un chiste: algún día hablaremos de muchos libros publicados sin ningún tipo de revisión previa), ameno y que sobre todo interesará a los amantes del cine de Ridley Scott —que los tiene, no crean— y a los que gustan de documentarse previamente cuando se enfrentan a una película.

Eso sí, no aporta grandes teorías y alguna de las que aporta no sabe cómo defenderla adecuadamente. Personalmente, El imperio de la luz no logra convencernos de la teoría con la que comienza el libro Pedrero: que Scott es un artesano como lo fueron en su día los directores del Hollywood clásico: John Ford, Fritz Lang, Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Raoul Walsh…

Siendo interesante la idea (el director es un elemento más de la cadena de producción y cumple su función sin mayor implicación: un asalariado de la producción), es evidente que Ridley Scott no tiene cabida en esa lista de “artesanos” del viejo Hollywood por dos motivos evidentes: primero, el  grueso de su producción no alcanza el calibre de estos clásicos; y segundo, precisamente los clásicos se distinguían por su puesta en escena “transparente”, donde la mano del director no se debía notar (quizá Hitchcock sea en general el que más evidente se hace para el espectador), mientras que la mano de Scott se ve en seguida, su estilo importado de la publicidad, su estética vaporosa y en ocasiones videoclipera delata la presencia del director, por tanto no existe la “invisibilidad” del mismo.

Como atractivo adicional, este libro descubre algunas zonas poco iluminadas de su vida, como ese cortometraje inicial titulado Boy and bycicle (para el que el mismísimo John Barry, ya entonces un reputado compositor, grabó la banda sonora con toda una orquesta… aunque fue una regrabación de un tema que Ridley había utilizado sin permiso en sus tiempos mozos) y una secuencia de Los duelistas que para Pedrero es la clave de gran parte de su cine: el duelo a caballo, donde se encuentran la banda sonora estridente, el montaje atropellado de planos, la subjetividad en la planificación, el ambiente tenso y el uso de la luz y las sombras… una escena que es la semilla de algunas grandes secuencias de combates y peleas luego repetidas continuamente en su cine.

Una lectura oportuna, aunque el escaso eco que ha tenido Prometheus —no sólo entre la crítica, lo que era previsible, sino también en taquilla— probablemente no ha ayudado a que el libro se venda mejor… y eso que la fecha elegida para su publicación era la ideal: el momento en que Ridley volvía sobre uno de sus grandes éxitos, el film que le encumbró, Alien, el octavo pasajero.

Escribe Mr. Kaplan

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Título Ridley Scott: El imperio de la luz
Título original Ridley Scott: El imperio de la luz
Autor Juan A. Pedrero Santos
Editorial T&B editores
Lugar y fecha Madrid, septiembre 2012
ISBN 978-84-15405-30-6
Nº páginas 240 páginas
Precio 18,50 euros
Anotaciones Incluye pliego central con fotografías, algunas inéditas