El robo más grande jamás contado
Principal ] Arriba ] Miedo punto com ] Callas forever ] El caso Bourne ] [ El robo más grande jamás contado ]

 

La astracanada más grande jamás narrada

Daniel Monzón se ha lucido en su segunda película.Quien escribe estas líneas confiesa que no ha visto El corazón de guerrero. Pero no pone en duda una de las primeras afirmaciones con que un crítico de El País inicia su comentario acerca de esta película: atribuye a su director una “torrencial capacidad para la narración”, la misma de la que hacía gala, al parecer, en su ópera prima. ¿Como un torrente? Sin duda, pero nada que ver con la película homónima de Minnelli. Éste, por lo menos, es un torrente que tiene parentesco con otra clase de torrentes, brazos armados de la ley, y que se relaciona con los nauseabundos arrastres de bazofia que circulan por las alcantarillas de cualquier ciudad.

La segunda afirmación del crítico de ese importante diario es que la película está trufada de chistes espléndidos. ¿Un nuevo torrente, esta vez de chascarrillos? Nos tememos que este segundo curso de agua está dotado de las mismas características que el primero.

¿Con qué dos “armas infalibles”, sigue diciendo el crítico del periódico citado,  cuenta el director de El robo más grande jamás contado para conseguir actualizar, y “a fe que lo logra” (sic), determinada parcela de cierto territorio egregio del cine de siempre (otra vez sic)?: un grupo de actores que están espléndidos en sus papeles. Y un conocimiento del director (y también guionista), y su aplicación, en consecuencia, de todos los mecanismos cinematográficos precisos para conseguir una película espléndida.

El robo más grande jamás contado es, y esto ya constituye una opinión personal de quien firma estas líneas, la astracanada más grande jamás narrada. Y lo de narrar es un favor que se le hace al director de la película.

Monzón intenta imitar, en efecto, películas como La cuadrilla de los once u otras de este estilo. Sólo que, deseando plasmar la narración como un mecanismo de relojería, como es propio de este tipo de cine, escribe un guión en el que nada responde a las leyes de la lógica. Ni siquiera, desde luego, a las razones de la lógica del absurdo, que también las tiene. Todo resulta caprichoso y arbitrario. Las cosas ocurren porque el guionista desea que ocurran, no porque las situaciones las exijan. Se salta a la torera cualquier regla que exija verosimilitud (no realismo, que es distinto), y va hilvanando las situaciones y el devenir de los hechos de la forma más caprichosa y arbitraria.

En la película no hay humor sino un torrente, volviendo al símil, de astracanada. No recuerdo ningún filme, salvo los de Gracita Morales, en que el director se haya permitido tales dosis de exceso y de exageración como en las secuencias, por ejemplo, en que interviene el violador de la cárcel. O en los continuos y burdos intentos de crear situaciones humorísticas, llevados hasta extremos que producen en el espectador una Lamentables los actores, lamentable el guión, lamentable... sensación de bochorno y de vergüenza ajena (macarrones sobre los pantalones de “Windows”, y otras lindezas por el estilo).

Los personajes creados, en lugar de aparecer como singulares y dotados de originalidad, que es lo que se pretende, están compuesto a base de una amalgama de características tópicas llevadas al extremo. A todos se les quiere construir dándoles una seña particular: el místico disparatado, el hacker habilidoso, inteligente e ingenuo, a la par que entrañable, la prostituta graciosa, el hipocondríaco y habilidoso ex contorsionista, la madre maruja, etc. Y el resultado es una serie de caricaturas vergonzantes.

La exageración astracanesca, sin el mínimo freno, es dueña del guión y de la película, no solamente en la apoteósica, increíble e innecesaria secuencia en el aeropuerto, sino en todas las también inverosímiles secuencias en el museo, faltas por completo del mínimo rigor narrativo tanto en su plasmación visual como en su anterior fase de redacción en guión.

Por cierto, el golpe de humor inolvidable (sic, de nuevo) de cómo se tapa una cámara de vigilancia, es perfectamente olvidable, porque constituye una equivocación. Hasta un niño sabe que la falta de iluminación haría que en la pantalla del monitor no se viera nada, y caso de verse, habría de estar totalmente desenfocado debido a la insignificante distancia entre el objetivo y el objeto.

Estas incongruencias no merecerían ni siquiera ser citadas, si no fuera porque toda la película responde a esa misma falta de rigor, a ese todo vale y a ese torrencial vómito de chistes malos, situaciones inverosímiles y exageraciones de alcance ilimitado.

Ni los personajes tienen el mínimo interés, ni el argumento, desarrollado sobre una idea en principio válida (como todas las ideas en abstracto), ni el devenir de la llamémosla trama (arbitraria y salida de madre de continuo), denotan más que una ignorancia acerca de lo que es cierto tipo de cine, más ignorancia acerca de cómo ha de desarrollarse un Y lo peor de todo es que, encima, es muy muy aburrida. guión y unas situaciones, y mucha más ignorancia acerca de todo lo que signifique narración coherente, genuina originalidad y verdadero sentido del humor.

Todo resulta previsible, manido, macarrónico, pedestre, equivocado, exagerado, incoherente, arbitrario. Y tremendamente aburrido.

A la falta de rigor, esencia, por ejemplo, de cualquier videoclip que se precie, añádase un más que burdo sentido del humor, una capacidad nula para escribir un guión coherente, unas dosis masivas de astracanada sin freno, y se obtendrá algo parecido a esta lamentable película, glorificada hasta el extremo por determinada, si no por la casi totalidad de la crítica. ¿Pero en qué país vivimos?

Pedro Montero

EL ROBO MÁS GRANDE JAMÁS CONTADO

Título Original:
El robo más grande jamás contado
Dirección:
Daniel Monzón
Guión:
Daniel Monzón
Producción:
Lolafilms S.A.
Fotografía:
Carles Gusi
Música:
Roque Baños
Montaje:
Iván Aledo
Intérpretes:
Sancho Gracia, Antonio Resines, Neus Asensi, Javier Aller, Manuel Manquiña
Distribuidora:
Lola Films

 

Volver al SUMARIO Página ANTERIOR Página SIGUIENTE Ir a la ÚLTIMA PÁGINA