Antes
que nada, es muy difícil resumir en pocas palabras el desarrollo
argumental de esta peculiar película. Es una personal (re)interpretación
de las relaciones de numerosos artistas a través de siete relatos que se
centran en el tema artista/modelo. La película debe su título al perro
de la pintora mejicana, Frida Kahlo y el perro será el hilo conductor, de
una manera u otra, de las diferentes historias. Unos 4.000 dibujos y cinco
años para la realización del primer largometraje de Aute. Desde luego es
una propuesta atrevida y original, cuya capacidad de provocar sólo
aumenta en la medida en que nos acercamos a la obra.
La
película está estructurada por siete relatos construidos de forma muy
libre a través de las relaciones sugeridas entre artistas y modelos:
“Haberlas... haylas” (Goya, la Maja Desnuda, Luis Buñuel...), “La
estrellada luz de Rose Sédavy o Can-con-quinqué” (Marcel Duchamp,
Picasso, Man Ray...), “Un perro llamado Dolor (el artista y su
modelo)” (Frida Kahlo, Diego Rivera, Sergei Eisenstein...),
“Strip-tease o caracruz andaluz” (Picasso, Julio Romero de Torres...),
“Un espejismo inmortal, Falso” (Sorolla, Orson Welles...), “Cada
quien es... en Cadaqués” (Salvador Dali, Federico García Lorca,
Gala...) y “Entre bastidores” (Velázquez y la Venus del Espejo). Además
de estos episodios, estaba prevista la inclusión de otros dos, uno
dedicado a Hockney y otro a Shultz y Snoopy.
Esta
singular aventura comenzó con algunos de los dibujos pertenecientes al
retrato de Goya que eran parte de un proyecto personal. Una feliz
casualidad, un regalo de las musas: alguien le señaló a Aute que entre
los dibujos existía una cierta conexión argumental, formaban una
primitiva narración. Posteriormente, Aute completaría esta serie y la
complementaría con todos los demás dibujos, realizados tan
minuciosamente como los primeros. Los trazos del lápiz están llenos de
vida; de pasión, violencia, humor y sobre todo comunican la gran
sensibilidad del artista y el cariño con que fueron dibujados. Una
reivindicación de libertad creadora: no querer renunciar al placer, a la
sensualidad de dibujar uno mismo, a mano las necesidades del espíritu.
Para
quién no conozca las aventuras artísticas de Luis Eduardo Aute más allá
de la música (su obra más conocida), se puede indicar que ha realizado
varios cortometrajes y, entre otras curiosidades biográficas, trabajó
como auxiliar de dirección en varias películas, entre ellas Cleopatra
de Mankiewicz. Como artista plástico ha realizado numerosas exposiciones
de pintura. Por todo ello no parece extraño que este trabajo haya unido
sus diversas facetas creativas como cineasta, dibujante y compositor.
El
lápiz de grafito utilizado, es posiblemente la herramienta más humilde a
disposición del artista hoy en día, en una época en que la vida parece
dominada por la alta tecnología, sin embargo, es perfectamente capaz de
crear un claroscuro de ricos y sofisticados matices en el juego de
emociones que nos propone Aute. Los dibujos surgieron así, en blanco y
negro, sin la necesidad entonces ni ahora del color ni de ningún otro
ropaje. Se bastan por sí mismos para relatar,
que, a fin de cuentas es lo que deben hacer; estar al servicio de la
narración.
Pero,
no es un dibujo, es una película que se sirve del lenguaje cinematográfico
(las imágenes y el sonido) para contar. Las transiciones entre escenas se
hacen mediante movimientos de cámara y fundidos, según la tradición del
cine clásico. Hay además algún rótulo, que remite al cine mudo. Pero,
animación propiamente dicha, la verdad es que hay muy poca.
Los
dibujos son los protagonistas, los actores que padecen sorprendentes
metamorfosis y ofrecen las reflexiones muy personales de Aute acerca del
arte, de unos personajes determinados, de una época determinada... Aute
conecta multitud de temas como la relación entre el cine y la pintura, la
muerte, la creación artística huyendo de tópicos y, en caso necesario,
recurriendo a ellos para desmontarlos. Temas y personajes se entrelazan,
creando poéticas yuxtaposiciones y notas sarcásticas, en un afán de
sugerir más que de mostrar.
Hay
que decirlo, es una película atrevida y original tanto en su
planteamiento técnico como con respecto a lo narrado. Sin embargo, en esa
misma originalidad está la fuente de buena parte de las imperfecciones
narrativas. Se trata de un trabajo bastante irregular, aunque compensado
por una gran energía y libertad. En general es una película muy
recomendable, aunque sólo sea para comprobar cómo puede abordarse el
cine desde otras perspectivas.
Elisa Mª Martínez
|
UN
PERRO LLAMADO DOLOR
Título
Original:
Un perro llamado Dolor
País y Año:
España, 2001
Género:
ANIMACIÓN
Dirección:
Luis Eduardo Aute
Guión:
Luis Eduardo Aute
Producción:
Story Board, Vailima, Iberautor
Fotografía:
No
Música:
Silvio Rodríguez, Suso Sáiz, Moraíto
Chico, Luis Eduardo Aute
Montaje:
Javier Núñez
Intérpretes:
No
Distribuidora:
Nirvana Films
Calificación:
Todos los públicos
|