No
hay duda que hay en nuestra sociedad occidental una tendencia de sustitución
de las tradiciones orales, culturales y literarias que siempre se han
contado a los niños y a los jóvenes por otras de un talante diferente
que intenta resucitar las viejas leyendas medievales, bautizándolas con
ciertos aires de modernidad. Son como grandes relatos (sagas se llamaban
antes) que auspiciados por le sociedad mediática perecen dejar off-side
a los ciudadanos que pasan de ellos. Pero no nos engañemos, todo sigue
siendo un inteligente montaje de esta nuestra estructura
cultural-consumista en la que vivimos irremediablemente inmersos. Así,
los ciudadanos de a pie tendremos que “soportar” durante tres
navidades seguidas los cañonazos consumistas de dos películas que se
proyectarán en tres etapas de un tema parecido que exalta el mundo de lo
fantástico, lo mágico, la brujería y demás zarandajas: me refiero a
los filmes Harry Potter y El señor de los anillos (aún
cuando ésta gana el nivel a la anterior) que en el pasado diciembre se
han estrenado en todo el orbe conocido.
Centrándonos
en Harry Potter y la piedra filosofal, no es de extrañar que aún
no se hayan levantado ninguna voz crítica sobre la mala calidad artística
de esta película ni tampoco sobre los sospechosos valores que preconiza.
Sí, se habla de ella bien porque sus efectos especiales están muy
conseguidos o porque sigue con gran fidelidad todo lo que aparece en la
novela que le ha dado origen. Pero eso es como sugerir que Velásquez
pintaba muy bien porque los caballetes donde reposaban su lienzos para
pintar eran de gran calidad, o porque los bellísimos paisajes pintados
por Monet son tan artísticos porque la naturaleza en la que se inspiraba
era muy hermosa. Hay muchos intereses mediáticos por medio y la crítica
especializada parece “untada” al valorar esta película.
Harry
Potter y la piedra filosofal puede servir para pasar el rato pero para
nada más. El filme aburre a un espectador medio exigente porque anda
montado sobre un guión sin tensión alguno, completamente plano. Las
secuencias de los distintos episodios parecen sucederse sin solución de
continuidad, uno junto al otro y el espectador los acepta con la banal
curiosidad de ver cómo se le sorprende una vez más. El filme arranca con
los tópicos de las historias de
referencia (La cenicienta, o la leyenda del niño de origen
precario y oscuro que será destinado cuando sea mayor a un destino
heroico o salvador) y se continúa con la visita a episodios de iniciación
que no aportan absolutamente nada nuevo.
Otra
cosa y quizá más peligrosa sean los valores acomodaticios que Harry
Potter y la piedra filosofal puede
transmitir: además de un intenso maniqueísmo (véase la caricatura
vergonzante de la tirana familia que acoge en su infancia al pequeño
Harry, con los estúpido y molestos subrayados de la idiotez de su gordo
primo) el filme defiende todos los valores que acrecientan el poder y el
éxito, aun cuando para conseguirlo haga falta al principio sacrificarse
con la disciplina (¡eso ya lo proclamaba Nietzsche!). Cierta crueldad
desmedida hacen el filme no aconsejable a los más pequeños y por no
faltar, no faltan sus pequeñas gotas de solapado racismo: el niño malo,
el opositor es un rubio y con ojos azules (¡menos mal que no es árabe o
negro, porque si no, se les hubiera visto el plumero!)
José Luis Barrera
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HARRY
POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL
Título
Original:
Harry Potter and The Philosopher´s Stone
País y Año:
EE.UU., 2001
Género:
AVENTURAS
Dirección:
Chris Columbus
Guión:
Steven Kloves, basado en la novela de
J.K.Rowling
Producción:
Warner Bros
Fotografía:
John Seale
Música:
John Williams
Montaje:
Richard Francis-Bruce
Intérpretes:
Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint,
Richard Harris, Alan Rickman, John Cleese, Ian Hart
Distribuidora:
Warner Brothers
Calificación:
Todos los públicos
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